Joel 1

Las langostas arruinan las cosechas

1 Éste es el mensaje que el Señor dirigió a Joel, hijo de Petuel.,

2 Oigan bien esto, ancianos,

y todos ustedes, habitantes del país.

¿Han visto ustedes nunca cosa semejante?

¿Se vio nunca cosa igual en tiempos de sus padres?

3 Cuéntenlo a sus hijos,

y que ellos lo cuenten a los suyos,

y éstos a los que nazcan después.

4 Todo se lo comieron las langostas:

lo que unas dejaron, otras vinieron y lo devoraron.

5 ¡Ustedes, borrachos, despierten!

¡Échense a llorar, bebedores de vino,

porque aun el jugo de la uva les van a quitar!

6 Pues la langosta, como un ejército fuerte y numeroso,

de dientes de león y colmillos de leona,

ha invadido mi país.

7 Ha destruido nuestros viñedos,

ha destrozado nuestras higueras;

las ha pelado por completo,

hasta dejar blancas sus ramas.

8 Como novia que llora y se viste de luto

por la muerte de su prometido,

9 así lloran los sacerdotes

porque en el templo ya no hay cereales ni vino

para las ofrendas del Señor.

10 Los campos están desolados;

las tierras están de luto.

El trigo se ha perdido,

los viñedos se han secado

y los olivos están marchitos.

11 Ustedes, los que trabajan en campos y viñedos,

lloren entristecidos,

pues se echaron a perder las siembras

y las cosechas de trigo y de cebada.

12 Se han secado los viñedos

y se han perdido las higueras.

Secos quedaron también

los granados, las palmeras, los manzanos

y todos los árboles del campo.

¡Así se ha perdido la alegría de toda la gente!

13 Ustedes, sacerdotes, ministros del altar,

vístanse de ropas ásperas y lloren de dolor,

porque en el templo de su Dios

ya no hay cereales ni vino para las ofrendas.

14 Convoquen al pueblo y proclamen ayuno;

junten en el templo del Señor su Dios

a los ancianos y a todos los habitantes del país,

e invoquen al Señor.

15 ¡Ay, se acerca el día del Señor!

¡Día terrible, que nos trae destrucción

de parte del Todopoderoso!

16 Ante nuestros ojos nos quitaron la comida,

y se acabó la alegría en el templo de nuestro Dios.

17 La semilla murió en el surco,

el trigo se ha perdido

y los graneros están en ruinas.

18 ¡Cómo muge el ganado!

En vano buscan pasto las vacas;

los rebaños de ovejas se están muriendo.

19 ¡A ti clamo, Señor,

pues el fuego ha quemado

la hierba del desierto y los árboles del campo!

20 ¡Aun los animales salvajes claman a ti,

porque se han secado los arroyos

y el fuego quema los pastizales!

Joel 2

1 Toquen la trompeta en el monte Sión;

den el toque de alarma en el santo monte del Señor.

Tiemblen todos los que viven en Judá,

porque ya está cerca el día del Señor:

2 día de oscuridad y tinieblas,

día de nubes y sombras.

El ataque de las langostas

Un ejército fuerte y numeroso

se ha desplegado sobre los montes

como la luz del amanecer.

Nunca antes se vio, ni se verá jamás,

nada que se le parezca.

3 Son como el fuego, que todo lo devora;

que ya quema antes de pasar,

y aun después que ha pasado.

La tierra, que antes de su llegada era un paraíso,

cuando se van parece un desierto.

¡No hay nada que se les escape!

4 Su aspecto es como de caballos, corren como jinetes

5 y su estruendo al saltar sobre los montes

es como el estruendo de los carros de guerra,

como el crujir de las hojas secas que arden en el fuego.

Son como un ejército poderoso

en formación de batalla.

6 La gente tiembla al verlas,

y todas las caras palidecen.

7 Como valientes hombres de guerra,

corren, trepan por los muros

y avanzan de frente,

sin torcer ninguna su camino.

8 No se atropellan unas a otras;

cada una sigue su camino,

y se lanzan entre las flechas

sin romper la formación.

9 Asaltan la ciudad,

corren sobre los muros,

trepan por las casas

y como ladrones se cuelan por las ventanas.

10 La tierra tiembla ante ellas,

el cielo se estremece,

el sol y la luna se oscurecen

y las estrellas pierden su brillo.

11 El Señor, al frente de su ejército,

hace oír su voz de trueno.

Muy numeroso es su ejército;

incontables los que cumplen sus órdenes.

¡Qué grande y terrible es el día del Señor!

No hay quien pueda resistirlo.

La misericordia del Señor

12 «Pero ahora —lo afirma el Señor—,

vuélvanse a mí de todo corazón.

¡Ayunen, griten y lloren!»

13 ¡Vuélvanse ustedes al Señor su Dios,

y desgárrense el corazón

en vez de desgarrarse la ropa!

Porque el Señor es tierno y compasivo,

paciente y todo amor,

dispuesto siempre a levantar el castigo.

14 Tal vez decida no castigarlos a ustedes,

y les envíe bendición:

cereales y vino

para las ofrendas del Señor su Dios.

15 ¡Toquen la trompeta en el monte Sión!

Convoquen al pueblo y proclamen ayuno;

16 reúnan al pueblo de Dios, y purifíquenlo;

reúnan a los ancianos, a los niños

y aun a los niños de pecho.

¡Que hasta los recién casados

salgan de la habitación nupcial!

17 Lloren los sacerdotes, los ministros del Señor,

y digan entre el vestíbulo y el altar:

«Perdona, Señor, a tu pueblo;

no dejes que nadie se burle de los tuyos;

no dejes que otras naciones los dominen

y que los paganos digan:

“¿Dónde está su Dios?”»

18 Entonces el Señor mostró su amor por su país; compadecido de su pueblo,

19 dijo:

«Voy a enviarles trigo, vino y aceite,

hasta que queden satisfechos;

y no volveré a permitir

que los paganos se burlen de ustedes.

20 Alejaré de ustedes las langostas que vienen del norte,

y las echaré al desierto.

Ahogaré su vanguardia en el Mar Muerto

y su retaguardia en el Mediterráneo,

y sus cuerpos se pudrirán y apestarán.

¡Voy a hacer grandes cosas!»

21 Alégrate mucho, tierra, y no tengas miedo,

porque el Señor va a hacer grandes cosas.

22 No tengan miedo, animales salvajes,

pues los pastizales reverdecerán,

los árboles darán su fruto,

y habrá higos y uvas en abundancia.

23 ¡Alégrense ustedes, habitantes de Sión,

alégrense en el Señor su Dios!

Él les ha dado las lluvias en el momento oportuno,

las lluvias de invierno y de primavera,

tal como antes lo hacía.

24 Habrá una buena cosecha de trigo

y gran abundancia de vino y aceite.

25 «Yo les compensaré a ustedes

los años que perdieron

a causa de la plaga de langostas,

de ese ejército destructor

que envié contra ustedes.

26 Ustedes comerán hasta quedar satisfechos,

y alabarán al Señor su Dios,

pues yo hice por ustedes grandes maravillas.

Nunca más quedará mi pueblo cubierto de vergüenza,

27 y ustedes, israelitas, habrán de reconocer

que yo, el Señor, estoy con ustedes,

que yo soy su Dios, y nadie más.

¡Nunca más quedará mi pueblo cubierto de vergüenza!

Viene el espíritu de Dios

28 »Después de estas cosas

derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad:

los hijos e hijas de ustedes

profetizarán,

los viejos tendrán sueños

y los jóvenes visiones.

29 También sobre siervos y siervas

derramaré mi espíritu en aquellos días;

30 mostraré en el cielo grandes maravillas,

y sangre, fuego y nubes de humo en la tierra.

31 El sol se volverá oscuridad,

y la luna como sangre,

antes que llegue el día del Señor,

día grande y terrible.»

32 Pero todos los que invoquen el nombre del Señor

lograrán salvarse de la muerte,

pues en el monte Sión, en Jerusalén,

estará la salvación,

tal como el Señor lo ha prometido.

Los que él ha escogido quedarán con vida.

Joel 3

1 «Cuando llegue ese momento —dice el Señor—,

haré que cambie la suerte de Judá y Jerusalén.

2 Reuniré a todas las naciones,

las llevaré al valle de Josafat

y allí las juzgaré por lo que hicieron con mi pueblo Israel.

Pues dispersaron a los israelitas por todo el mundo,

y se repartieron mi país.

3 Se repartieron mi pueblo echándolo a suertes,

vendieron a los niños y a las niñas,

y luego se gastaron el dinero

en vino y prostitutas.

Juicio del Señor contra las naciones

4 »¿Qué quieren ustedes de mí, Tiro, Sidón y Filistea? ¿Quieren vengarse de mí? ¿Quieren cobrarse algo? ¡Pues muy pronto les daré su merecido!

5 Ustedes robaron mi plata y mi oro, y se llevaron mis tesoros a sus templos.

6 Se llevaron lejos a la gente de Judá, a los habitantes de Jerusalén, y los vendieron como esclavos a los griegos.

7 Pero yo voy a sacarlos del lugar donde los vendieron, y voy a hacer que ustedes sufran la misma suerte.

8 Venderé sus hijos e hijas a los judíos, para que ellos los vendan a los sabeos, gente de tierras lejanas. Yo, el Señor, lo he dicho.»

9 Anuncien esto a las naciones:

¡Declaren la guerra santa!

¡Llamen a los valientes!

¡Que vengan y avancen los guerreros!

10 Que hagan espadas de sus azadones

y lanzas de sus hoces,

y que el débil diga: «¡Yo soy fuerte!»

11 Todas ustedes, naciones vecinas,

¡dense prisa, vengan a reunirse!

¡Que aun el pacífico se convierta en un guerrero!

12 Prepárense las naciones

y acudan al valle de Josafat,

pues allí juzgará el Señor

a todas las naciones vecinas.

13 Porque ellos son tan malvados,

córtenlos como a trigo maduro,

pues ya es el tiempo de la cosecha;

aplástenlos como a uvas,

pues ya está todo listo para hacer el vino.

14 Hay grandes multitudes en el valle de la Decisión,

porque ya está cerca el día del Señor.

15 El sol y la luna se oscurecen

y las estrellas pierden su brillo.

16 Cuando el Señor hace oír su voz de trueno

desde el monte Sión, en Jerusalén,

el cielo y la tierra se ponen a temblar.

Pero el Señor es un refugio protector

para los israelitas, que son su pueblo.

Futuro glorioso de Judá

17 «Ustedes reconocerán que yo, el Señor su Dios,

vivo en Sión, mi santo monte.

Jerusalén será una ciudad santa:

jamás volverán a conquistarla los extranjeros.

18 En aquel día, el vino y la leche

correrán como agua por montes y colinas,

y los arroyos de Judá llevarán agua en abundancia.

De mi templo brotará un manantial

que regará el valle de Sitim.

19 Egipto quedará en ruinas,

y Edom será convertido en un desierto,

porque atacaron a los habitantes de Judá

y en su país derramaron sangre inocente.

20-21 Yo vengaré su muerte; no perdonaré al culpable.

Pero Judá y Jerusalén estarán siempre habitadas,

y yo, el Señor, viviré en el monte Sión.»

Oseas 1

1 Éste es el mensaje que el Señor dirigió a Oseas, hijo de Beerí, en tiempos de Ozías, Jotam, Ahaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.

La esposa y los hijos de Oseas

2 El Señor comenzó así el mensaje que quería comunicar por medio de Oseas: «La tierra de Israel se ha prostituido apartándose de mí. De la misma manera, ve tú y toma por mujer a una prostituta, y ten hijos con ella; así ellos serán hijos de una prostituta.»

3 Oseas tomó entonces por mujer a Gómer, hija de Diblaim, la cual quedó embarazada y le dio un hijo.

4 Entonces el Señor le dijo a Oseas: «Llama Jezreel al niño, porque dentro de poco voy a castigar a los descendientes del rey Jehú por los crímenes que él cometió en Jezreel, y voy a poner fin al reino de Israel.

5 Ese día destruiré en el valle de Jezreel el poderío militar de Israel.»

6 Gómer volvió a quedar embarazada y tuvo una hija. El Señor le dijo a Oseas: «Llama Lo-ruhama a la niña, porque ya no volveré a tener compasión del reino de Israel. No los perdonaré.

7 En cambio, tendré compasión del reino de Judá: yo mismo, el Señor su Dios, los salvaré. Pero no los salvaré por medio de la guerra, sino que lo haré sin arco ni espada ni caballos ni jinetes.»

8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, Gómer volvió a quedar embarazada y tuvo un hijo.

9 Entonces el Señor le dijo a Oseas: «Llama Lo-amí al niño, porque ustedes ya no son mi pueblo ni yo soy ya su Dios.»

La restauración del pueblo de Israel

10 Un día los israelitas

serán como la arena del mar,

que nadie la puede medir ni contar.

Y en vez de decirles:

«Ustedes ya no son mi pueblo»,

Dios les dirá:

«Ustedes son hijos del Dios viviente.»

11 Entonces se juntará

la gente de Judá y de Israel,

y nombrarán un jefe único,

y de todas partes volverán a Jerusalén.

¡Grande será el día de Jezreel!

Oseas 2

1 Entonces dirán ustedes a sus hermanos:

«Pueblo de Dios»,

y a sus hermanas:

«Compadecidas».

La infidelidad del pueblo de Israel

2 El Señor dice:

«¡Acusen ustedes a su madre, acúsenla,

porque ella no es ya mi esposa

ni yo soy su marido!

¡Que deje de mostrarse como prostituta!

¡Que aparte de sus pechos a sus amantes!

3 Si no lo hace, la dejaré desnuda por completo:

la pondré como el día en que nació,

la convertiré en un desierto,

en pura tierra seca,

y la haré morir de sed.

4 No me compadeceré de sus hijos,

pues son fruto de su prostitución.

5 Su madre se prostituyó;

perdió el honor, cuando dijo:

“Iré en busca de mis amantes,

los que me dan mi pan y mi agua,

mi lana y mi lino,

mi aceite y mis bebidas.”

6 »Por eso cerraré con espinos su camino

y pondré una cerca a su alrededor,

para que no encuentre sus senderos.

7 Seguirá a sus amantes,

pero no los alcanzará;

los buscará, pero no los encontrará.

Dirá entonces:

“Volveré a mi primer marido,

pues con él me iba mejor que ahora.”

8 »Pero ella no reconoció

que yo era quien le daba

el trigo, el vino y el aceite;

que yo era quien le aumentaba

la plata y el oro con que fabricó sus ídolos.

9 Por lo tanto, volveré

y tomaré mi trigo y mi vino

en el tiempo de su cosecha,

y recogeré mi lana y mi lino,

que le había dado para cubrirse.

10 A la vista de sus amantes

pondré su desnudez al descubierto.

¡Nadie la librará de mi mano!

11 Pondré fin a su alegría,

a sus fiestas y lunas nuevas,

a sus sábados

y a todas sus festividades.

12 Destruiré sus viñas y sus higueras,

de las que ella decía:

“Ésta es la paga

que me dieron mis amantes.”

Las convertiré en un matorral,

y se las comerán los animales salvajes.

13 Voy a castigarla por el tiempo que pasó

ofreciendo incienso a los ídolos,

cuando se adornaba con anillos y collares

para seguir a sus amantes

olvidándose de mí.

Yo, el Señor, lo afirmo.

Dios ama a su pueblo Israel

14 »Yo la voy a enamorar:

la llevaré al desierto

y le hablaré al corazón.

15 Luego le devolveré sus viñas,

y convertiré el valle de Acor

en puerta de esperanza para ella.

Allí me responderá como en su juventud,

como en el día en que salió de Egipto.

16 Entonces me llamará “Marido mío”,

en vez de llamarme “Baal mío”.

Yo, el Señor, lo afirmo.

17 Y quitaré de sus labios

los nombres de los baales,

y jamás volverán a mencionarse.

18 »En aquel tiempo haré en favor de Israel

una alianza con los animales salvajes,

y con las aves y las serpientes;

romperé y quitaré de este país

el arco, la espada y la guerra,

para que mi pueblo descanse tranquilo.

19 Israel, yo te haré mi esposa para siempre,

mi esposa legítima, conforme a la ley,

porque te amo entrañablemente.

20 Yo te haré mi esposa y te seré fiel,

y tú entonces me conocerás como el Señor.

21 Yo, el Señor, lo afirmo:

En aquel tiempo yo responderé al cielo,

y el cielo responderá a la tierra;

22 la tierra responderá al trigo,

al vino y al aceite,

y ellos responderán a Jezreel.

23 Plantaré a mi pueblo en la tierra

exclusivamente para mí;

tendré compasión de Lo-ruhama,

y a Lo-amí le diré: “Tú eres mi pueblo”,

y él me dirá: “¡Tú eres mi Dios!”»

Oseas 3

Oseas y la mujer adúltera

1 El Señor volvió a decirme:

«Ve y ama a una mujer

amada de su amigo y adúltera.

Así ama el Señor a los israelitas,

aunque ellos se vuelven a dioses extraños

y comen de las tortas de pasas que les ofrecen.»

2 Entonces adquirí una mujer para mí

por quince monedas de plata

y trescientos treinta litros de cebada.

3 Le dije: «Por mucho tiempo serás mía;

no te prostituyas ni te entregues a otro hombre,

y yo también te seré fiel.»

4 Pues por mucho tiempo los israelitas

estarán sin rey ni jefe,

sin sacrificio ni piedras sagradas,

sin ropas sacerdotales ni ídolos familiares.

5 Después de esto se volverán los israelitas

y buscarán al Señor su Dios

y a David su rey.

En los últimos tiempos

acudirán con reverencia al Señor

y a los bienes que él concede.

Oseas 4

El pleito del Señor contra Israel

1 Israelitas, escuchen

lo que dice el Señor.

Él ha entablado un pleito

contra los que viven en este país,

porque aquí ya no hay lealtad entre la gente,

ni fidelidad ni conocimiento de Dios.

2 Abundan en cambio el juramento falso y la mentira,

el asesinato y el robo,

el adulterio y la violencia,

y se comete homicidio tras homicidio.

3 Por eso, el país está de luto;

se quedan sin fuerzas los que viven en él;

y con los animales salvajes y las aves

mueren también los peces del mar.

El Señor acusa a los sacerdotes

4 Dice el Señor:

«¡Que nadie acuse ni reprenda a otro!

Mi pleito es sólo contra ti, sacerdote.

5 Tú caerás en pleno día,

y por la noche

caerá también contigo el profeta,

y a tu madre la destruiré.

6 Mi pueblo no tiene conocimiento,

por eso ha sido destruido.

Y a ti, sacerdote, que rechazaste el conocimiento,

yo te rechazo de mi sacerdocio.

Puesto que tú olvidas las enseñanzas de tu Dios,

yo me olvidaré de tus descendientes.

7 »Cuantos más eran los sacerdotes, más pecaban contra mí;

por lo tanto, cambiaré su honra en afrenta.

8 Viven del pecado de mi pueblo;

por eso anhelan que mi gente peque.

9 Lo mismo al pueblo que a los sacerdotes,

los castigaré por su conducta.

10 Puesto que han dejado de servir al Señor,

comerán, pero no quedarán satisfechos;

se prostituirán, pero no tendrán hijos.

La idolatría de Israel

11 »La prostitución y el vino

hacen perder el juicio.

12 Mi pueblo consulta a sus ídolos de madera;

por medio de varas practica la adivinación.

Dominado por la prostitución,

mi pueblo sigue caminos equivocados:

se prostituye apartándose de su Dios.

13 En lo alto de los montes y sobre las colinas

queman incienso y ofrecen sacrificios,

y también bajo la buena sombra

de los robles, los álamos y las encinas.

Por eso se han prostituido las hijas de ustedes,

y sus nueras cometen adulterio.

14 Pero yo no castigaré a sus hijas por su prostitución

ni a sus nueras por sus adulterios,

porque ustedes mismos se van con prostitutas;

para ofrecer sacrificios, se juntan

con mujeres que practican la prostitución como un culto.

¡Y así se hunde un pueblo falto de inteligencia!

15 »Si tú, Israel, te prostituyes,

que al menos Judá no peque.

¡No vayan ustedes a Guilgal

ni suban a Bet-avén

ni juren por la vida del Señor!

16 Israel es rebelde

como una novilla arisca;

y así, ¿los cuidará el Señor en hermosos pastizales,

igual que si fueran corderitos?

17-18 Efraín se ha entregado a la idolatría.

¡Todos han caído como pandilla de borrachos!

Una y otra vez se prostituyen,

y prefieren la vergüenza a la honra.

19 ¡Un viento se los llevará en sus alas,

y se avergonzarán de su idolatría!

Oseas 5

1 »Sacerdotes, oigan esto;

presta atención, pueblo de Israel;

escuchen ustedes, los de la casa real:

Contra ustedes va a ser el juicio,

porque han sido una trampa puesta en Mispá,

una red tendida sobre el monte Tabor,

2 un pozo ahondado en el valle de Sitim.

Por eso voy a castigarlos.

3 Yo conozco a Efraín;

Israel no me es desconocido.

Efraín se ha prostituido;

Israel se ha manchado.»

4 Las malas acciones del pueblo

no lo dejan volverse a su Dios.

Dominado por la prostitución,

no reconoce al Señor.

5 El orgullo de Israel clama en contra suya;

Efraín tropieza en su propia maldad,

¡y, junto con ellos, hasta Judá tropezará!

6 Con sus ovejas y sus vacas

irán en busca del Señor,

pero no lo encontrarán

porque se apartó de ellos.

7 Han sido infieles al Señor,

pues tienen hijos de otro padre.

Por su infidelidad, en un solo mes

sus tierras serán devoradas.

El castigo de Israel y de Judá

8 ¡Toquen el cuerno de guerra en Guibeá

y la trompeta en Ramá!

¡Den la alarma en Bet-avén!

¡Siembren el desconcierto en Benjamín!

9 Yo anuncio entre las tribus de Israel

lo que ha de suceder con toda seguridad:

Efraín será asolado en el día del castigo.

10 Dice el Señor:

«Los jefes de Judá son como esa gente

que altera los límites de los campos.

¡Pero los voy a inundar con mi furor!

11 Efraín está oprimido,

quebrantados sus derechos,

porque se ha empeñado en seguir

a los falsos dioses.

12 Pues yo seré como la polilla para Efraín,

como la carcoma para el pueblo de Judá.

13 »Cuando Efraín vea lo enfermo que está,

y Judá se vea sus heridas,

Efraín irá a Asiria

a pedirle ayuda al gran rey,

pero él no podrá sanarlos

ni curarles las heridas.

14 Como un león cuando ataca,

así atacaré yo a Efraín y a Judá;

yo mismo los despedazaré, y luego me iré;

los arrebataré, y nadie podrá librarlos.

15 »Volveré luego a mi lugar,

hasta que ellos reconozcan su pecado

y vengan a buscarme.

¡En medio de su angustia, me buscarán!»

Oseas 6

Israel habla de volverse al Señor

1 Vengan todos y volvámonos al Señor.

Él nos destrozó, pero también nos sanará;

nos hirió, pero también nos curará.

2 En un momento nos devolverá la salud,

nos levantará para vivir delante de él.

3 ¡Esforcémonos por conocer al Señor!

El Señor vendrá a nosotros,

tan cierto como que sale el sol,

tan cierto como que la lluvia riega la tierra

en otoño y primavera.

La respuesta del Señor

4 Dice el Señor:

«¿Qué haré contigo, Efraín?

¿Qué haré contigo, Judá?

El amor que ustedes me tienen

es como la niebla de la mañana,

como el rocío de madrugada, que temprano desaparece.

5 Por eso los he despedazado mediante los profetas;

por medio de mi mensaje los he matado.

Mi justicia brota como la luz.

6 Lo que quiero de ustedes es que me amen,

y no que me hagan sacrificios;

que me reconozcan como Dios,

y no que me ofrezcan holocaustos.

7 »Pero mi pueblo, lo mismo que Adán,

ha faltado a mi alianza y me ha sido infiel.

8 Galaad es una ciudad de malhechores,

toda llena de huellas de sangre.

9 Los sacerdotes son una pandilla de ladrones

puestos al acecho de la gente;

asesinan y cometen infamias

en el camino de Siquem.

10 En Israel he visto cosas horribles:

Efraín se ha prostituido,

Israel se ha contaminado.

11 Y aun para ti, Judá,

ya he señalado el día de tu castigo.

»Cuando quiero cambiar la suerte de mi pueblo Israel,

Oseas 7

1 cuando quiero curar a mi pueblo, a Efraín y a Samaria,

salta a la vista su pecado y su maldad.

Porque todos practican la mentira;

como ladrones, entran en las casas

y asaltan a la gente en plena calle.

2 No toman en cuenta

que yo recuerdo todas sus maldades.

Ahora los acorralan sus propias acciones,

que están siempre delante de mis ojos.

La corrupción de los gobernantes

3 »Con su maldad y sus mentiras

mi pueblo divierte al rey y a los jefes.

4 Todos ellos son adúlteros;

son como el horno, que una vez encendido

deja el hornero de atizarlo

mientras fermenta la masa.

5 En el día de la coronación de nuestro rey,

los jefes le hicieron enfermar con el calor del vino.

¡Y él tendió la mano a los que se burlaban!

6 Disponen su corazón para la intriga,

como si dispusieran un horno;

duerme el hornero toda la noche,

pero a la mañana el horno sigue bien encendido.

7 Sí, todos ellos arden como un horno

que devoró a sus gobernantes.

Todos sus reyes han caído,

y no hay ni uno solo que me invoque.

El pueblo que se apartó de su Dios

8 »Efraín se ha mezclado con otros pueblos.

Efraín es como una torta

cocida solamente por un lado.

9 Gente extraña ha acabado con sus fuerzas

sin que él se diera cuenta.

¡Hasta el pelo se le puso blanco

sin que él se diera cuenta!

10 El orgullo de Israel es testigo en contra suya.

Con todo, ellos no se volvieron

ni buscaron al Señor su Dios.

11 Efraín es como una paloma

atolondrada, sin inteligencia:

pide ayuda a Egipto,

acude luego a Asiria…

12 Pero cuando vayan allá,

lanzaré mi red sobre ellos;

los haré caer como aves del cielo,

los atraparé a causa de su maldad.

13 »¡Ay de ellos por haberse apartado de mí!

La destrucción los alcanzará

porque contra mí se han rebelado.

Yo quiero salvarlos,

pero ellos mienten en contra mía.

14 Aunque gritan cuando están en la cama,

no me invocan de corazón.

Para pedir trigo y vino se hacen heridas;

¡se han rebelado contra mí!

15 Yo los había enseñado

y había dado fuerzas a sus brazos,

pero ellos planearon maldades contra mí.

16 Se volvieron a los ídolos;

son como un arco torcido,

cuya flecha no da en el blanco.

Por hablar con insolencia

caerán sus jefes a filo de espada,

y en Egipto se burlarán de ellos.