Salmos 110

El Señor da poder al rey

1a Salmo de David.

1b El Señor dijo a mi señor:

«Siéntate a mi derecha,

hasta que yo haga de tus enemigos

el estrado de tus pies.»

2 Desde Sión, el Señor te entrega

el cetro, símbolo de tu poder.

¡Domina, pues, a tus enemigos!

3 Tu pueblo se te entrega

en el día de tu victoria.

Sobre los montes santos,

y como el rocío que nace de la aurora,

tu juventud se renueva de día en día.

4 El Señor ha hecho un juramento,

y no va a desdecirse:

«Tú eres sacerdote para siempre,

de la misma clase que Melquisedec.»

5 El Señor está a tu mano derecha;

en el día de su furor, destruirá reyes;

6 dictará sentencia contra las naciones;

amontonará cadáveres;

¡estrellará cabezas en toda la tierra!

7 En el camino, beberá agua de un arroyo,

y el agua le dará nuevas fuerzas.

Salmos 111

Alabanza de los actos de Dios

1 ¡Aleluya!

Alabaré al Señor de todo corazón

en la reunión de los hombres honrados,

en la comunidad entera.

2 Las obras del Señor son grandes,

y quienes las aman, las estudian.

3 Su obra es bella y esplendorosa,

y su justicia permanece para siempre.

4 Ha hecho inolvidables sus maravillas.

El Señor es tierno y compasivo;

5 da alimentos a los que lo honran;

¡se acuerda siempre de su alianza!

6 Mostró a su pueblo el poder de sus obras,

dándole lo que era posesión de los paganos.

7 Lo que él hace es justo y verdadero;

se puede confiar en sus mandamientos,

8 pues son firmes hasta la eternidad

y están hechos con verdad y rectitud.

9 Dio libertad a su pueblo

y afirmó su alianza para siempre.

Dios es santo y terrible.

10 La mayor sabiduría consiste en honrar al Señor;

los que lo honran, tienen buen juicio.

¡Dios será siempre alabado!

Salmos 112

La dicha del hombre honrado

1 ¡Aleluya!

Feliz el hombre que honra al Señor

y se complace en sus mandatos.

2 Los descendientes del hombre honrado

serán bendecidos y tendrán poder en la tierra.

3 En su casa hay abundantes riquezas,

y su generosidad es constante.

4 Brilla una luz en la oscuridad

para los hombres honrados,

para el que es compasivo, clemente y justo.

5 El hombre de bien presta con generosidad

y maneja con honradez sus negocios;

6 por eso jamás llegará a caer.

¡El hombre justo será siempre recordado!

7 No tiene miedo de malas noticias;

su corazón está firme, confiado en el Señor.

8 Su corazón está firme; no tiene miedo,

y aun mira con burla a sus enemigos.

9 Reparte limosna entre los pobres,

su generosidad es constante,

levanta la frente con honor.

10 El malvado se enfurece al verlo;

en su impotencia rechina los dientes.

La ambición de los malvados fracasará.

Salmos 113

Alabanza a la bondad del Señor

1 ¡Aleluya!

Siervos del Señor, ¡alaben su nombre!

2 ¡Bendito sea ahora y siempre

el nombre del Señor!

3 ¡Alabado sea el nombre del Señor

del oriente al occidente!

4 El Señor está por encima de las naciones;

¡su gloria está por encima del cielo!

5 Nadie es comparable al Señor nuestro Dios,

que reina allá en lo alto;

6 y que, sin embargo, se inclina

para mirar el cielo y la tierra.

7 El Señor levanta del suelo al pobre,

y saca del lugar más bajo al necesitado

8 para sentarlo entre gente importante,

entre la gente importante de su pueblo.

9 A la mujer que no tuvo hijos

le da la alegría de ser madre

y de tener su propio hogar.

¡Aleluya!

Salmos 114

Recuerdos de la salida de Egipto

1 Cuando Israel, la casa de Jacob,

salió de Egipto, del país extraño,

2 Judá llegó a ser el santuario del Señor;

Israel llegó a ser su dominio.

3 Cuando el mar vio a Israel, huyó,

y el río Jordán se hizo atrás.

4 ¡Los cerros y las montañas

saltaron como carneros y corderitos!

5 ¿Qué te pasó, mar, que huiste?

¿Qué te pasó, Jordán, que te hiciste atrás?

6 ¿Qué les pasó, cerros y montañas,

que saltaron como carneros y corderitos?

7 ¡Tiembla tú, tierra,

delante del Señor, Dios de Jacob!

8 ¡Él convirtió las peñas en lagunas!

¡Él convirtió las rocas en manantiales!

Salmos 115

Nuestro Dios está en el cielo

1 Señor,

glorifícate a ti mismo, y no a nosotros;

¡glorifícate, por tu amor y tu verdad!

2 ¿Por qué han de preguntar los paganos

dónde está nuestro Dios?

3 Nuestro Dios está en el cielo;

él ha hecho todo lo que quiso.

4 Los ídolos de los paganos son oro y plata,

objetos que el hombre fabrica con sus manos:

5 tienen boca, pero no pueden hablar;

tienen ojos, pero no pueden ver;

6 tienen orejas, pero no pueden oír;

tienen narices, pero no pueden oler;

7 tienen manos, pero no pueden tocar;

tienen pies, pero no pueden andar;

¡ni un solo sonido sale de su garganta!

8 Iguales a esos ídolos

son quienes los fabrican

y quienes en ellos creen.

9 Israelitas, ¡confíen en el Señor!

Él nos ayuda y nos protege.

10 Sacerdotes, ¡confíen en el Señor!

Él nos ayuda y nos protege.

11 Ustedes que honran al Señor, ¡confíen en él!

Él nos ayuda y nos protege.

12 ¡El Señor se ha acordado de nosotros

y nos bendecirá!

Bendecirá a los israelitas,

bendecirá a los sacerdotes,

13 bendecirá a los que lo honran,

a grandes y pequeños.

14 ¡Que el Señor les aumente la descendencia

a ustedes y a sus hijos!

15 ¡Que el Señor, creador del cielo y de la tierra,

les dé a ustedes su bendición!

16 El cielo pertenece al Señor,

y al hombre le dio la tierra.

17 Los que han bajado al mundo del silencio,

los que ya han muerto, no pueden alabar al Señor;

18 pero nosotros lo alabaremos

ahora y siempre.

¡Aleluya!

Salmos 116

Oración de gratitud

1 Amo al Señor porque ha escuchado mis súplicas,

2 porque me ha prestado atención.

¡Toda mi vida lo invocaré!

3 La muerte me enredó en sus lazos,

la angustia del sepulcro me alcanzó

y me hallé preso del miedo y del dolor.

4 Entonces invoqué el nombre del Señor

y le rogué que me salvara la vida.

5 El Señor es justo y compasivo;

nuestro Dios es todo ternura.

6 El Señor cuida de los sencillos.

Cuando yo estaba sin fuerzas, me salvó.

7 Ahora sí, puedo volver a sentirme tranquilo

porque el Señor ha sido bueno conmigo,

8 porque me ha librado de la muerte,

porque me ha librado de llorar y de caer.

9 Seré obediente al Señor

en el mundo de los que viven.

10 Yo tenía fe, a pesar de que decía

que era grande mi aflicción.

11 Desesperado, afirmé

que todo hombre es mentiroso.

12 ¿Cómo podré pagar al Señor

todo el bien que me ha hecho?

13 ¡Levantaré la copa de la salvación

e invocaré su nombre!

14 Cumpliré mis promesas al Señor

en presencia de todo su pueblo.

15 Mucho le cuesta al Señor

ver morir a los que lo aman.

16 ¡Oh Señor, yo soy tu siervo!

¡Yo soy el hijo de tu sierva!

Tú has roto los lazos que me ataban.

17 En gratitud, te ofreceré sacrificios,

e invocaré, Señor, tu nombre.

18 Cumpliré mis promesas al Señor

en presencia de todo su pueblo,

19 en los atrios del templo del Señor,

¡en medio de ti, Jerusalén!

¡Aleluya!

Salmos 118

El poder del Señor es extraordinario

1 Den gracias al Señor, porque él es bueno,

porque su amor es eterno.

2 Que digan los israelitas:

«El amor del Señor es eterno.»

3 Que digan los sacerdotes:

«El amor del Señor es eterno.»

4 Que digan los que honran al Señor:

«El amor del Señor es eterno.»

5 En mi angustia llamé al Señor;

él me escuchó y me dio libertad.

6 El Señor está conmigo; no tengo miedo.

¿Qué me puede hacer el hombre?

7 El Señor está conmigo; él me ayuda.

¡He de ver derrotados a los que me odian!

8 Es mejor confiar en el Señor

que confiar en el hombre.

9 Es mejor confiar en el Señor

que confiar en grandes hombres.

10 Todas las naciones me rodearon,

pero en el nombre del Señor las derroté.

11 Me rodearon por todos lados,

pero en el nombre del Señor las derroté.

12 Me rodearon como avispas,

pero su furia se apagó como fuego de espinos;

¡en el nombre del Señor las derroté!

13 Me empujaron con violencia, para que cayera,

pero el Señor vino en mi ayuda.

14 Yo canto al Señor, que me da fuerzas.

¡Él es mi Salvador!,

15 En las casas de los hombres fieles

hay alegres cantos victoriosos:

«¡El poder del Señor alcanzó la victoria!

16 ¡El poder del Señor es extraordinario!

¡El poder del Señor alcanzó la victoria!»

17 ¡No moriré, sino que he de vivir

para contar lo que el Señor ha hecho!

18 El Señor me ha castigado con dureza,

pero no me ha dejado morir.

19 ¡Abran las puertas del templo,

que quiero entrar a dar gracias al Señor!

20 Ésta es la puerta del Señor,

y por ella entrarán los que le son fieles.

21 Te doy gracias, Señor, porque me has respondido

y porque eres mi salvador.

22 La piedra que los constructores despreciaron

se ha convertido en la piedra principal.

23 Esto lo ha hecho el Señor,

y estamos maravillados.

24 Éste es el día en que el Señor ha actuado:

¡estemos hoy contentos y felices!

25 Por favor, Señor, ¡sálvanos!

Por favor, Señor, ¡haz que nos vaya bien!

26 ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Bendecimos a ustedes desde el templo del Señor.

27 El Señor es Dios; ¡él nos alumbra!

Comiencen la fiesta y lleven ramas

hasta los cuernos del altar.

28 Te doy gracias y alabo tu grandeza,

porque tú eres mi Dios.

29 Den gracias al Señor, porque él es bueno,

porque su amor es eterno.

Salmos 119

Alabanzas a la ley de Dios

1 Felices los que se conducen sin tacha

y siguen la enseñanza del Señor.

2 Felices los que atienden a sus mandatos

y lo buscan de todo corazón,

3 los que no hacen nada malo,

los que siguen el camino del Señor.

4 Tú has ordenado que tus preceptos

se cumplan estrictamente.

5 ¡Ojalá yo me mantenga firme

en la obediencia a tus leyes!

6 No tendré de qué avergonzarme

cuando atienda a todos tus mandamientos.

7 Te alabaré con corazón sincero

cuando haya aprendido tus justos decretos.

8 ¡Quiero cumplir tus leyes!

¡No me abandones jamás!

9 ¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia?

¡Viviendo de acuerdo con tu palabra!

10 Yo te busco de todo corazón;

no dejes que me aparte de tus mandamientos.

11 He guardado tus palabras en mi corazón

para no pecar contra ti.

12 ¡Bendito tú, Señor!

¡Enséñame tus leyes!

13 Con mis labios contaré

todos los decretos que pronuncies.

14 Me alegraré en el camino de tus mandatos,

más que en todas las riquezas.

15 Meditaré en tus preceptos

y pondré mi atención en tus caminos.

16 Me alegraré con tus leyes

y no me olvidaré de tu palabra.

17 ¡Concédele vida a este siervo tuyo!

¡Obedeceré tu palabra!

18 Abre mis ojos, para que contemple

las maravillas de tu enseñanza.

19 Yo soy extranjero en esta tierra;

no escondas de mí tus mandamientos.

20 Me siento oprimido a todas horas

por el deseo de conocer tus decretos.

21 Tú reprendes a los insolentes y malditos

que se apartan de tus mandamientos.

22 Aléjame de sus ofensas y desprecios,

pues he atendido a tus mandatos.

23 Aunque hombres poderosos tramen hacerme daño,

este siervo tuyo meditará en tus leyes.

24 Yo me alegro con tus mandatos;

ellos son mis consejeros.

25 Estoy a punto de morir;

¡dame vida, conforme a tu promesa!

26 Te he expuesto mi conducta, y me has respondido.

¡Enséñame tus leyes!

27 Dame entendimiento para seguir tus preceptos,

pues quiero meditar en tus maravillas.

28 Estoy ahogado en lágrimas de dolor;

¡manténme firme, conforme a tu promesa!

29 Aléjame del camino de la mentira

y favoréceme con tu enseñanza.

30 He escogido el camino de la verdad

y deseo tus decretos.

31 Señor, me he apegado a tus mandatos;

¡no me llenes de vergüenza!

32 Me apresuro a cumplir tus mandamientos

porque llenas de alegría mi corazón.

33 Señor, enséñame el camino de tus leyes,

pues quiero seguirlo hasta el fin.

34 Dame entendimiento para guardar tu enseñanza;

¡quiero obedecerla de todo corazón!

35 Llévame por el camino de tus mandamientos,

pues en él está mi felicidad.

36 Haz que mi corazón prefiera tus mandatos

a las ganancias mal habidas.

37 No dejes que me fije en falsos dioses;

¡dame vida para seguir tu camino!

38 Confirma a este siervo tuyo

las promesas que haces a los que te honran.

39 Aleja de mí la ofensa que temo,

pues tus decretos son buenos.

40 Yo he deseado tus preceptos;

¡dame vida, pues tú eres justo!

41 Muéstrame, Señor, tu amor y salvación,

tal como lo has prometido.

42 Así podré responder al que me ofenda,

pues confío en tu palabra.

43 No quites de mi boca la palabra de verdad,

pues he puesto mi esperanza en tus decretos.

44 ¡Quiero poner en práctica tu enseñanza,

siempre, por toda la eternidad!

45 Así podré vivir en libertad,

pues he seguido tus preceptos.

46 Hablaré de tus mandatos ante los reyes

y no sentiré vergüenza.

47 Pues amo tus mandamientos

y me alegro con ellos.

48 Amo y anhelo tus mandamientos,

y pienso mucho en tus leyes.

49 Recuerda la palabra que diste a este siervo tuyo:

en ella me hiciste poner la esperanza.

50 Éste es mi consuelo en la tristeza:

que con tus promesas me das vida.

51 Los insolentes me ofenden sin cesar,

pero yo no me aparto de tu enseñanza.

52 Recuerdo tus decretos de otros tiempos,

y en ellos, Señor, encuentro consuelo.

53 Los malvados que abandonan tu enseñanza

me llenan de furor.

54 Tus leyes han sido mis canciones

en esta tierra donde soy un extranjero.

55 Señor, por las noches me acuerdo de ti;

¡quiero poner en práctica tu enseñanza!

56 Esto es lo que me corresponde:

obedecer tus preceptos.

57 Tú, Señor, eres todo lo que tengo;

he prometido poner en práctica tus palabras.

58 De todo corazón he procurado agradarte;

trátame bien, conforme a tu promesa.

59 Me puse a pensar en mi conducta,

y volví a obedecer tus mandatos.

60 Me he dado prisa, no he tardado

en poner en práctica tus mandamientos.

61 Me han rodeado con trampas los malvados,

pero no me he olvidado de tu enseñanza.

62 A medianoche me levanto a darte gracias

por tus justos decretos.

63 Yo soy amigo de los que te honran

y de los que cumplen tus preceptos.

64 Señor, la tierra está llena de tu amor;

¡enséñame tus leyes!

65 Señor, tú has tratado bien a este siervo tuyo,

conforme a tu promesa.

66 Enséñame a tener buen juicio y conocimiento,

pues confío en tus mandamientos.

67 Antes de ser humillado cometí muchos errores,

pero ahora obedezco tu palabra.

68 Tú eres bueno, y haces el bien;

¡enséñame tus leyes!

69 Los insolentes me acusan falsamente,

pero yo cumplo tus preceptos de todo corazón.

70 Ellos tienen la mente entorpecida,

pero yo me alegro con tu enseñanza.

71 Me hizo bien haber sido humillado,

pues así aprendí tus leyes.

72 Para mí vale más la enseñanza de tus labios,

que miles de monedas de oro y plata.

73 Tú mismo me hiciste y me formaste;

¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos!

74 Los que te honran se alegrarán al verme,

porque he puesto mi esperanza en tu palabra.

75 Señor, yo sé que tus decretos son justos

y que tienes razón cuando me afliges.

76 ¡Que tu amor me sirva de consuelo,

conforme a la promesa que me hiciste!

77 Muéstrame tu ternura, y hazme vivir,

pues me siento feliz con tu enseñanza.

78 Sean avergonzados los insolentes

que sin razón me maltratan;

yo quiero meditar en tus preceptos.

79 Que se reúnan conmigo los que te honran,

los que conocen tus mandatos.

80 Que mi corazón sea perfecto en tus leyes,

para no tener de qué avergonzarme.

81 Con ansia espero que me salves;

¡he puesto mi esperanza en tu palabra!

82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa,

y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»

83 Aunque soy un viejo inútil y olvidado,

no me he olvidado de tus leyes.

84 ¿Cuánto más habré de esperar?

¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?

85 Gente insolente que no sigue tu enseñanza

ha cavado trampas a mi paso.

86 ¡Ayúdame, pues soy perseguido sin motivo!

¡Tus mandamientos son todos verdaderos!

87 Casi he sido borrado de la tierra,

pero no he descuidado tus preceptos.

88 Dame vida, de acuerdo con tu amor,

y cumpliré los mandatos de tus labios.

89 Señor, tu palabra es eterna;

¡afirmada está en el cielo!

90 Tu fidelidad permanece para siempre;

tú afirmaste la tierra, y quedó en pie.

91 Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos,

porque todas ellas están a tu servicio.

92 Si tu enseñanza no me trajera alegría,

la tristeza habría acabado conmigo.

93 Jamás me olvidaré de tus preceptos,

pues por ellos me has dado vida.

94 ¡Sálvame, pues soy tuyo

y he seguido tus preceptos!

95 Los malvados esperan el momento de destruirme,

pero yo estoy atento a tus mandatos.

96 He visto que todas las cosas tienen su fin,

pero tus mandamientos son infinitos.

97 ¡Cuánto amo tu enseñanza!

¡Todo el día medito en ella!

98 Tus mandamientos son míos para siempre;

me han hecho más sabio que mis enemigos.

99 Entiendo más que todos mis maestros

porque pienso mucho en tus mandatos.

100 Entiendo más que los ancianos

porque obedezco tus preceptos.

101 He alejado mis pies de todo mal camino

para cumplir tu palabra.

102 No me he apartado de tus decretos

porque tú eres quien me enseña.

103 Tu promesa es más dulce a mi paladar

que la miel a mi boca.

104 De tus preceptos he sacado entendimiento;

por eso odio toda conducta falsa.

105 Tu palabra es una lámpara a mis pies

y una luz en mi camino.

106 Hice un juramento, y lo voy a cumplir:

¡pondré en práctica tus justos decretos!

107 Señor, me siento muy afligido;

¡dame vida, conforme a tu promesa!

108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,

y enséñame tus decretos.

109 Siempre estoy en peligro de muerte,

pero no me olvido de tu enseñanza.

110 Los malvados me ponen trampas,

pero no me aparto de tus preceptos.

111 Mi herencia eterna son tus mandatos,

porque ellos me alegran el corazón.

112 De corazón he decidido practicar tus leyes,

para siempre y hasta el fin.

113 Odio a la gente hipócrita,

pero amo tu enseñanza.

114 Tú eres quien me ampara y me protege;

en tu palabra he puesto mi esperanza.

115 ¡Aléjense de mí, malvados,

que quiero cumplir los mandatos de mi Dios!

116 Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré;

¡no defraudes mi esperanza!

117 Ayúdame, y estaré a salvo;

así cumpliré siempre tus leyes.

118 Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes,

porque sus pensamientos no tienen sentido.

119 Los malvados de la tierra son para ti como basura;

por eso yo amo tus mandatos.

120 Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti;

¡siento reverencia por tus decretos!

121 Nunca he dejado de hacer lo que es justo;

no me abandones en manos de mis opresores.

122 Hazte responsable de mi bienestar;

que no me maltraten los insolentes.

123 Mis ojos se consumen esperando que me salves,

esperando que me libres, conforme a tu promesa.

124 Trata a este siervo tuyo de acuerdo con tu amor;

¡enséñame tus leyes!

125 Yo soy tu siervo. Dame entendimiento,

pues quiero conocer tus mandatos.

126 Señor, ya es tiempo de que hagas algo,

pues han desobedecido tu enseñanza.

127 Por eso yo amo tus mandamientos

mucho más que el oro fino.

128 Por eso me guío por tus preceptos

y odio toda conducta falsa.

129 Tus mandatos son maravillosos;

por eso los obedezco.

130 La explicación de tus palabras ilumina,

instruye a la gente sencilla.

131 Con gran ansia abro la boca,

pues deseo tus mandamientos.

132 Mírame, y ten compasión de mí,

como haces con los que te aman.

133 Hazme andar conforme a tu palabra;

no permitas que la maldad me domine.

134 Líbrame de la violencia humana,

pues quiero cumplir tus preceptos.

135 Mira con buenos ojos a este siervo tuyo,

y enséñame tus leyes.

136 Ríos de lágrimas salen de mis ojos

porque no se respeta tu enseñanza.

137 Señor, tú eres justo;

rectos son tus decretos.

138 Todos tus mandatos

son justos y verdaderos.

139 Me consume el celo que siento por tus palabras,

pues mis enemigos se han olvidado de ellas.

140 Tu promesa ha pasado las más duras pruebas;

por eso la ama este siervo tuyo.

141 Humilde soy, y despreciado,

pero no me olvido de tus preceptos.

142 Tu justicia es siempre justa,

y tu enseñanza es la verdad.

143 Me he visto angustiado y en aprietos,

pero tus mandamientos me alegraron.

144 Tus mandatos son siempre justos;

¡dame entendimiento para que pueda yo vivir!

145 Señor, te llamo con todo el corazón;

¡respóndeme, pues quiero cumplir tus leyes!

146 A ti clamo, ayúdame

para que cumpla tus mandatos.

147 Antes de amanecer, me levanto a pedirte ayuda;

he puesto mi esperanza en tu promesa.

148 Antes de anochecer, mis ojos ya están velando

para meditar en tu promesa.

149 Oye mi voz, Señor, por tu amor;

dame vida, conforme a tu justicia.

150 Están cerca mis crueles perseguidores,

pero están lejos de tu enseñanza.

151 Tú, Señor, estás cerca,

y todos tus mandamientos son verdaderos.

152 Desde hace mucho conozco tus mandatos,

establecidos por ti eternamente.

153 Mira mi aflicción y líbrame,

pues no me he olvidado de tu enseñanza.

154 Defiende mi caso y rescátame;

¡dame vida, conforme a tu promesa!

155 Tu ayuda está lejos de los malvados,

porque no siguen tus leyes.

156 Señor, es muy grande tu ternura;

dame vida, conforme a tu justicia.

157 Muchos son mis enemigos y opresores,

pero yo no me aparto de tus mandatos.

158 No soporto a los traidores,

a los que no obedecen tus mandamientos.

159 Señor, mira cómo amo tus preceptos;

¡dame vida, por tu amor!

160 En tu palabra se resume la verdad;

eternos y justos son todos tus decretos.

161 Hombres poderosos me persiguen sin motivo,

pero mi corazón reverencia tus palabras.

162 Yo me siento feliz con tu promesa,

como quien se encuentra un gran tesoro.

163 Odio la mentira, no la soporto;

pero amo tu enseñanza.

164 A todas horas te alabo

por tus justos decretos.

165 Los que aman tu enseñanza gozan de mucha paz,

y nada los hace caer.

166 Señor, espero que me salves,

pues he puesto en práctica tus mandamientos.

167 Yo obedezco tus mandatos

y los amo de todo corazón.

168 Yo obedezco tus preceptos y mandatos;

¡tú conoces toda mi conducta!

169 Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia;

¡dame entendimiento, conforme a tu palabra!

170 Llegue mi oración a tu presencia;

¡líbrame, conforme a tu promesa!

171 Brote de mis labios la alabanza,

pues tú me has enseñado tus leyes.

172 Entonen mis labios un canto a tu promesa,

porque todos tus mandamientos son justos.

173 Esté lista tu mano a darme ayuda,

porque he preferido tus preceptos.

174 Señor, ¡deseo que me salves!

¡Yo me siento feliz con tu enseñanza!

175 Quiero vivir para alabarte;

que tu justicia me ayude.

176 Me he extraviado como una oveja; ¡ven en busca mía,

pues no me he olvidado de tus mandamientos!