Salmos 100

El Señor nos hizo y somos suyos

1a Salmo para la acción de gracias.

1b ¡Canten al Señor con alegría,

habitantes de toda la tierra!

2 Con alegría adoren al Señor;

¡con gritos de alegría vengan a su presencia!

3 Reconozcan que el Señor es Dios;

él nos hizo y somos suyos;

¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado!

4 Vengan a las puertas y a los atrios de su templo

con himnos de alabanza y gratitud.

¡Denle gracias, bendigan su nombre!

5 Porque el Señor es bueno;

su amor es eterno

y su fidelidad no tiene fin.

Salmos 101

Promesa del rey a Dios

1a Salmo de David.

1b Quiero alabar el amor y la justicia;

quiero, Señor, cantarte himnos;

2 quiero vivir con rectitud.

¿Cuándo vendrás a mí?

Será intachable mi conducta

aun en mi propio palacio;

3 no pondré jamás la mira

en propósitos perversos.

Odio a quienes son desleales a Dios;

¡jamás permitiré que se me acerquen!

4 Alejaré de mí los pensamientos perversos:

¡no quiero hacer nada malo!

5 Haré callar a aquellos

que a escondidas hablan mal de su vecino;

¡no soporto al altanero y arrogante!

6 Pondré mis ojos en los hombres leales,

para que vivan junto a mí;

sólo estará a mi servicio

el que lleve una vida recta.

7 Para el tramposo no habrá lugar en mi palacio;

¡ningún mentiroso podrá estar en mi presencia!

8 Día tras día reduciré al silencio

a todos los malvados del país;

¡arrojaré de la ciudad del Señor

a todos los malhechores!

Salmos 102

Oración de un afligido

1a Oración de un afligido que en su desaliento da rienda suelta a su queja delante del Señor.

1b Señor, escucha mi oración,

¡permite que mi grito llegue a ti!

2 No escondas de mí tu rostro

cuando me encuentre angustiado;

¡dígnate escucharme!,

¡respóndeme pronto cuando te llame!

3 Pues mi vida se acaba como el humo,

mis huesos arden como brasas,

4 mi corazón está decaído

como la hierba marchita;

¡ni aun deseos tengo de comer!

5 La piel se me pega a los huesos

de tanto gemir.

6 Soy como una lechuza del desierto,

como un búho entre las ruinas.

7 No duermo.

Soy como un pájaro solitario en el tejado.

8 Mis enemigos me ofenden sin cesar

y usan mi nombre para maldecir.

9 En vez de pan, como ceniza;

en mi bebida se mezclan mis lágrimas,

10 por causa de tu enojo y tu furor,

pues me alzaste para derribarme después.

11 Mis días pasan como una sombra;

me voy marchitando como la hierba.

12 Pero tú, Señor, reinas por siempre;

¡tu nombre será siempre recordado!

13 Levántate, compadécete de Sión,

pues ya se cumplió el tiempo;

¡ya es hora de que la perdones!

14 Tus siervos aman sus piedras;

sienten dolor por sus ruinas.

15 Todas las naciones y reyes de la tierra

honrarán el nombre glorioso del Señor

16 cuando él reconstruya a Sión

y aparezca en su gloria,

17 cuando atienda a la oración del desamparado

y no desoiga sus ruegos.

18 Que esto quede escrito

para las generaciones futuras,

para que alaben al Señor

los que aún han de nacer.

19 El Señor miró la tierra desde el cielo,

desde su santa altura,

20 para atender los lamentos de los prisioneros

y libertar a los condenados a muerte;

21 para que en Sión, en Jerusalén,

se proclame y se alabe el nombre del Señor

22 cuando gentes de todas las naciones

se reúnan para adorarlo.

23 Él me ha quitado fuerzas a medio camino;

ha hecho más corta mi vida.

24 Yo le digo: «Dios mío,

no me lleves en la mitad de mi vida.»

¡Tus años no tienen fin!

25 Afirmaste la tierra desde el principio;

tú mismo hiciste el cielo.

26 Todo ello dejará de existir,

pero tú permaneces firme.

Todo ello se gastará, como la ropa;

¡tú lo cambiarás y quedará cambiado,

como quien se cambia de ropa!

27 Pero tú eres el mismo;

tus años nunca terminarán.

28 Darás seguridad a los descendientes de tus siervos;

en tu presencia misma los establecerás.

Salmos 103

Bendeciré al Señor

1a De David.

1b Bendeciré al Señor con toda mi alma;

bendeciré con todo mi ser su santo nombre.

2 Bendeciré al Señor con toda mi alma;

no olvidaré ninguno de sus beneficios.

3 Él es quien perdona todas mis maldades,

quien sana todas mis enfermedades,

4 quien libra mi vida del sepulcro,

quien me colma de amor y ternura,

5 quien me satisface con todo lo mejor

y me rejuvenece como un águila.

6 El Señor juzga con verdadera justicia

a los que sufren violencia.

7 Dio a conocer sus caminos y sus hechos

a Moisés y al pueblo de Israel.

8 El Señor es tierno y compasivo;

es paciente y todo amor.

9 No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno;

10 no nos ha dado el pago que merecen

nuestras maldades y pecados;

11 tan inmenso es su amor por los que lo honran

como inmenso es el cielo sobre la tierra.

12 Nuestros pecados ha alejado de nosotros,

como ha alejado del oriente el occidente.

13 El Señor es, con los que lo honran,

tan tierno como un padre con sus hijos;

14 pues él sabe de qué estamos hechos:

sabe bien que somos polvo.

15 La vida del hombre es como la hierba;

brota como una flor silvestre:

16 tan pronto la azota el viento, deja de existir,

y nadie vuelve a saber de ella.

17 Pero el amor del Señor es eterno

para aquellos que lo honran;

su justicia es infinita

por todas las generaciones,

18 para los que cumplen con su alianza

y no se olvidan de obedecer sus mandatos.

19 El Señor ha puesto su trono en el cielo,

y su reino domina sobre todo.

20 ¡Bendigan al Señor, ángeles poderosos!

Ustedes, que cumplen sus órdenes,

que están atentos a obedecerlo.

21 ¡Bendigan al Señor todos sus ejércitos,

que lo sirven y hacen su voluntad!

22 ¡Bendiga al Señor la creación entera,

en todos los lugares de su reino!

¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

Salmos 104

Alabanzas al Creador

1 ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío!

Te has vestido de gloria y esplendor;

2 te has envuelto en un manto de luz.

¡Tú extendiste el cielo como un velo!

3 ¡Tú afirmaste sobre el agua

los pilares de tu casa, allá en lo alto!

Conviertes las nubes en tu carro;

¡viajas sobre las alas del viento!

4 Los vientos son tus mensajeros,

y las llamas de fuego tus servidores.

5 Pusiste la tierra sobre sus bases

para que nunca se mueva de su lugar.

6 El mar profundo cubría la tierra

como si fuera un vestido.

El agua cubría las montañas.

7 Pero tú la reprendiste, y se fue;

huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno.

8 Subiendo a los montes

y bajando a los valles,

se fue al lugar que le habías señalado,

9 al límite que le ordenaste no cruzar,

para que no volviera a cubrir la tierra.

10 Tú envías el agua de los manantiales

a los ríos que corren por las montañas.

11 De esa agua beben los animales salvajes;

con ella apagan su sed los asnos del monte.

12 A la orilla de los ríos

anidan las aves del cielo;

¡allí cantan, entre las ramas de los árboles!

13 Tú eres quien riega los montes

desde tu casa, allá en lo alto;

con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra.

14 Haces crecer los pastos para los animales,

y las plantas que el hombre cultiva

para sacar su pan de la tierra,

15 el pan que le da fuerzas,

y el vino, que alegra su vida

y hace brillar su cara más que el aceite.

16 Sacian su sed los árboles,

los cedros del Líbano que el Señor plantó.

17 En ellos anidan las aves más pequeñas,

y en los pinos viven las cigüeñas.

18 Los montes altos son para las cabras,

y en las peñas se esconden los tejones.

19 Hiciste la luna para medir el tiempo;

el sol sabe cuándo debe ocultarse.

20 Tiendes el manto oscuro de la noche,

y entonces salen los animales del bosque.

21 Los leones rugen por la víctima;

piden que Dios les dé su comida.

22 Pero al salir el sol, se van

y se acuestan en sus cuevas.

23 Entonces sale el hombre a su labor

y trabaja hasta la noche.

24 ¡Cuántas cosas has hecho, Señor!

Todas las hiciste con sabiduría;

¡la tierra está llena de todo lo que has creado!

25 Allí está el mar, ancho y extenso,

donde abundan incontables animales,

grandes y pequeños;

26 allí navegan los barcos, allí está el Leviatán,

el monstruo que hiciste para jugar con él.

27 Todos ellos esperan de ti

que les des su comida a su tiempo.

28 Tú les das, y ellos recogen;

abres la mano, y se llenan de lo mejor;

29 si escondes tu rostro, se espantan;

si les quitas el aliento, mueren

y vuelven a ser polvo.

30 Pero si envías tu aliento de vida, son creados,

y así renuevas el aspecto de la tierra.

31 ¡La gloria del Señor es eterna!

¡El Señor se alegra en su creación!

32 La tierra tiembla cuando él la mira;

¡echan humo los montes cuando él los toca!

33 Mientras yo exista y tenga vida,

cantaré himnos al Señor mi Dios.

34 Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos,

pues sólo en él encuentro mi alegría.

35 ¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores!

¡Que dejen de existir los malvados!

¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

¡Aleluya!

Salmos 105

Los actos de Dios por Israel

1 ¡Den gracias al Señor!

¡Proclamen su nombre!

Cuenten a los pueblos sus acciones.

2 Canten himnos en su honor.

¡Hablen de sus grandes hechos!

3 Siéntanse orgullosos de su santo nombre.

¡Siéntase alegre el corazón

de los que buscan al Señor!

4 Recurran al Señor, y a su poder;

recurran al Señor en todo tiempo.

5 Recuerden sus obras grandes y maravillosas,

y los decretos que ha pronunciado;

6 ustedes, descendientes de su siervo Abraham;

ustedes, hijos de Jacob, sus escogidos.

7 Él es el Señor, nuestro Dios;

¡él gobierna toda la tierra!

8 Ni aunque pasen mil generaciones

se olvidará de las promesas de su alianza,

9 de la alianza que hizo con Abraham,

del juramento que hizo a Isaac

10 y que confirmó como ley para Jacob,

como alianza eterna para Israel,

11 cuando dijo:

«Voy a darte la tierra de Canaán

como la herencia que te toca.»

12 Aunque ellos eran pocos,

unos cuantos extranjeros en la tierra,

13 que iban de nación en nación

y de reino en reino,

14 Dios no permitió que nadie los maltratara,

y aun advirtió a los reyes:

15 «No toquen a mis escogidos

ni maltraten a mis profetas.»

16 Hizo venir hambre a aquella tierra,

y les quitó todo alimento.

17 Pero envió delante de ellos a José,

al que habían vendido como esclavo.

18 Le lastimaron los pies con cadenas;

¡lo aprisionaron con hierros!

19 La palabra del Señor puso a prueba a José,

hasta que se cumplió lo que José había anunciado.

20 El rey, el que gobernaba a mucha gente,

ordenó que le dieran libertad;

21 lo nombró amo y señor de su casa

y de todo cuanto tenía,

22 para que enseñara e hiciera sabios

a los jefes y a los ancianos.

23 Vino después Israel, que es Jacob,

y vivió como extranjero en Egipto,

en la tierra de Cam.

24 Dios hizo grande en número a su pueblo,

y más fuerte que los egipcios.

25 Pero hizo que los egipcios

se pusieran en contra de su pueblo

y engañaran a los siervos de Dios.

26 Entonces Dios envió a su siervo Moisés,

y a Aarón, a quien había escogido,

27 y ellos realizaron señales de Dios en el desierto:

¡grandes maravillas en la tierra de Cam!

28 Envió Dios una oscuridad que todo lo cubrió,

pero los egipcios desatendieron sus palabras.

29 Convirtió en sangre el agua de sus ríos,

y mató a sus peces;

30 infestó de ranas el país,

y aun la alcoba del rey.

31 Habló Dios, y nubes de tábanos y mosquitos

invadieron el territorio egipcio.

32 En vez de lluvia, envió granizo

y llamas de fuego sobre el país.

33 Destrozó sus viñas y sus higueras;

¡destrozó los árboles de Egipto!

34 Habló Dios, y llegaron las langostas;

¡tantas eran, que no se podían contar!

35 ¡Devoraron la hierba del campo

y todo lo que la tierra había producido!

36 ¡Hirió de muerte, en Egipto mismo,

al primer hijo de toda familia egipcia!

37 Dios sacó después a su pueblo

cargado de oro y plata,

y nadie entre las tribus tropezó.

38 Los egipcios se alegraron de verlos partir,

pues estaban aterrados.

39 Dios extendió una nube para cubrirlos

y un fuego para alumbrarlos de noche.

40 Pidieron comida, y les mandó codornices,

y con pan del cielo los dejó satisfechos.

41 Partió la roca, y de ella brotó agua

que corrió por el desierto como un río.

42 Pues se acordó de la santa promesa

que había hecho a su siervo Abraham.

43 Fue así como Dios sacó a su pueblo escogido,

entre gritos de alegría,

44 y les dio las tierras de otras naciones

y el fruto del trabajo de otros pueblos,

45 para que respetaran y atendieran

las leyes y enseñanzas del Señor.

¡Aleluya!

Salmos 106

La constante rebeldía de Israel

1 ¡Aleluya!

Den gracias al Señor, porque él es bueno,

porque su amor es eterno.

2 ¿Quién podrá describir las victorias del Señor?

¿Quién podrá alabarlo como merece?

3 Felices los que practican la justicia

y hacen siempre lo que es justo.

4 Acuérdate de mí, Señor, cuando hagas bien a tu pueblo;

tenme presente cuando vengas a salvar,

5 para que vea yo la dicha de tus escogidos,

para que me alegre y enorgullezca

con el pueblo que te pertenece.

6 Hemos pecado igual que nuestros padres;

nos hemos pervertido; hemos hecho lo malo.

7 Nuestros padres, allá en Egipto,

no dieron importancia a tus grandes hechos;

se olvidaron de tu gran amor,

y junto al Mar Rojo se rebelaron contra ti.

8 Pero Dios los salvó, y dio a conocer su poder

haciendo honor a su nombre.

9 Reprendió al Mar Rojo y lo dejó seco.

Los hizo pasar por el fondo del mar

como por un desierto.

10 Así los salvó de sus enemigos,

del poder de quienes los odiaban.

11 El agua cubrió a sus rivales

y ni uno de ellos quedó con vida.

12 Entonces creyeron en las promesas de Dios

y le cantaron alabanzas.

13 Pero muy pronto olvidaron los hechos de Dios,

y no esperaron a conocer sus planes.

14 Allá, en la soledad del desierto,

pusieron a prueba a Dios

exigiéndole que les cumpliera sus deseos.

15 Y Dios les dio lo que pidieron,

pero les mandó una enfermedad mortal.

16 En el campamento tuvieron envidia de Moisés,

y también de Aarón, el consagrado del Señor.

17 Entonces se abrió la tierra y se tragó a Datán,

y también a la pandilla de Abiram.

18 ¡El fuego ardió contra todos ellos!

¡Las llamas quemaron a los malvados!

19 En el monte Horeb hicieron un becerro,

un ídolo de oro fundido, y lo adoraron:

20 ¡cambiaron al Dios glorioso

por la imagen de un buey que come hierba!

21 Olvidaron a Dios, su Salvador,

que había hecho grandes cosas en Egipto,

22 que había hecho maravillas en el país de Cam

y cosas sorprendentes en el Mar Rojo.

23 Dios habló de destruirlos;

pero Moisés, su escogido, se interpuso

y calmó el furor de Dios,

evitando que los destruyera.

24 Más tarde despreciaron un país hermoso,

y no creyeron en las promesas de Dios;

25 dentro de sus tiendas hablaron mal del Señor,

y no obedecieron sus órdenes.

26 Entonces él levantó la mano y les juró

que los haría morir en el desierto,

27 que haría morir a sus descendientes

y los dispersaría entre las naciones paganas.

28 Se hicieron esclavos de Baal-peor,

y comieron de lo sacrificado a dioses sin vida.

29 Con sus malas acciones provocaron a Dios,

y se extendió una plaga entre ellos.

30 Pero Finees se levantó y ejecutó al culpable,

y así la plaga se detuvo.

31 Y Dios le tomó en cuenta esa justa acción,

para siempre y de padres a hijos.

32 Hicieron también que Dios se enojara

junto a las aguas de Meribá,

y por causa de ellos

le fue muy mal a Moisés,

33 pues le amargaron el ánimo

y él habló sin pensar lo que decía.

34 No destruyeron a los pueblos

que el Señor había ordenado destruir.

35 Por el contrario,

se mezclaron con los paganos

y aprendieron sus costumbres:

36 adoraron ídolos paganos,

los cuales fueron causa de su ruina,

37 pues ofrecieron a sus hijos y a sus hijas

en sacrificio a esos demonios.

38 Derramaron sangre inocente,

la sangre de sus hijos y sus hijas,

y la ofrecieron a los dioses de Canaán.

La tierra se manchó con su sangre,

39 y ellos se mancharon y prostituyeron

con todas sus malas acciones.

40 El Señor se enfureció contra su pueblo,

y renegó de ellos, de los que eran suyos;

41 los abandonó en manos de los paganos,

y sus enemigos los dominaron;

42 sus enemigos los aplastaron,

los humillaron bajo su poder.

43 Dios los salvó muchas veces,

pero ellos se opusieron a sus planes

y se hundieron en su propia maldad.

44 Sin embargo, al verlos angustiados

y al escuchar sus lamentos,

45 se acordó de su alianza con ellos

y cambió de parecer,

porque su amor es muy grande:

46 ¡hizo que aun sus conquistadores

los trataran con bondad!

47 ¡Sálvanos, Señor y Dios nuestro!

¡Recógenos de entre las naciones

para que alabemos tu santo nombre,

para que alegres te alabemos!

48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

por toda la eternidad!

¡Que todos digan: «Amén»!

¡Aleluya!

Salmos 107

El constante amor del Señor

1 Den gracias al Señor, porque él es bueno,

porque su amor es eterno.

2 Díganlo los que el Señor ha salvado,

los que salvó del poder del enemigo,

3 los que reunió de entre los países

del norte y del sur,

del este y del oeste.

4 Andaban perdidos por el desierto arenoso,

sin hallar el camino a una ciudad donde vivir;

5 tenían hambre y sed,

¡estaban a punto de morir!

6 Pero en su angustia clamaron al Señor,

y él los libró de la aflicción.

7 Después los puso en el buen camino

hacia una ciudad donde vivir.

8 Den gracias al Señor por su amor,

¡por lo que hace en favor de los hombres!

9 Pues él apaga la sed del sediento

y da abundante comida al hambriento.

10 Vivían en profunda oscuridad,

presos de la tristeza y las cadenas,

11 por rebelarse contra las órdenes del Señor,

por despreciar los planes del Altísimo.

12 Dios los sometió a duros trabajos;

tropezaban, y nadie los ayudaba.

13 Pero en su angustia clamaron al Señor,

y él los salvó de la aflicción;

14 los sacó de la profunda oscuridad

y los libró de las cadenas.

15 Den gracias al Señor por su amor,

¡por lo que hace en favor de los hombres!

16 ¡Él hizo pedazos puertas de bronce!

¡Él hizo pedazos barras de hierro!

17 Enfermos y afligidos

por sus propias maldades y pecados,

18 no soportaban ningún alimento;

¡ya estaban a las puertas de la muerte!

19 Pero en su angustia clamaron al Señor,

y él los salvó de la aflicción;

20 envió su palabra, y los sanó;

¡los libró del sepulcro!

21 Den gracias al Señor por su amor,

¡por lo que hace en favor de los hombres!

22 Ofrézcanle sacrificios de gratitud

y hablen con alegría de sus actos.

23 Se hicieron a la mar los comerciantes.

Surcaron las aguas con sus barcos,

24 y allí, en alta mar, vieron

la creación maravillosa del Señor.

25 A la voz del Señor se desató una tormenta

que levantaba grandes olas;

26 eran lanzados hasta el cielo

y hundidos hasta el fondo del mar;

¡perdieron el valor ante el peligro!

27 Se tambaleaban como borrachos;

¡de nada les servía su pericia!

28 Pero en su angustia clamaron al Señor,

y él los sacó de la aflicción;

29 convirtió en brisa la tempestad,

y las olas se calmaron.

30 Al ver tranquilas las olas, se alegraron,

y Dios los llevó hasta el puerto deseado.

31 Den gracias al Señor por su amor,

¡por lo que hace en favor de los hombres!

32 ¡Aclámenlo al reunirse el pueblo!

¡Alábenlo en la reunión de ancianos!

33 El Señor convierte ríos y manantiales

en desiertos y tierras secas;

34 convierte tierras fértiles en salitrosas,

por la maldad de sus habitantes;

35 convierte desiertos en lagunas

y tierras secas en manantiales;

36 allí establece a los que tienen hambre,

y ellos construyen sus ciudades.

37 Siembran campos, plantan viñedos

y recogen cosechas abundantes.

38 Él los bendice, hace que aumenten

y que crezca el número de sus ganados.

39 Y si mueren y su número decrece

a causa de la opresión,

de la desgracia y el dolor,

40 Dios desprecia a los opresores

y los hace perderse en desiertos sin camino.

41 Él saca a los pobres de su tristeza;

¡hace crecer sus familias como rebaños!

42 Al ver esto, los hombres honrados se alegran,

y los malvados cierran la boca.

43 El que es inteligente,

debe tener esto en cuenta

y comprender el amor del Señor.

Salmos 108

Mi corazón está dispuesto

1a Cántico y salmo de David.

1b Mi corazón está dispuesto, Dios mío,

¡dispuesto a cantarte himnos!

Despierta, alma mía;

2 despierten, arpa y salterio;

¡despertaré al nuevo día!

3 Te alabaré con himnos, Señor,

en medio de pueblos y naciones.

4 Pues tu amor es más grande que los cielos.

¡Tu lealtad alcanza al cielo azul!

5 ¡Dios mío, tú estás por encima del cielo;

tu gloria llena toda la tierra!

6 Sálvanos con tu poder,

para que sean libertados los que amas.

¡Respóndenos!

7 Dios habló desde su santuario:

«¡Con qué alegría dividiré Siquem

y repartiré el valle de Sucot!

8 Galaad y Manasés me pertenecen;

Efraín es el casco que cubre mi cabeza;

Judá es mi bastón de mando;

9 Moab es la palangana en que me lavo;

sobre Edom arrojaré mi sandalia;

¡cantaré victoria sobre los filisteos!»

10 ¿Quién me llevará a la ciudad amurallada?

¿Quién me guiará hasta Edom?

11 Pues tú, oh Dios, nos has rechazado;

¡no sales ya con nuestras tropas!

12 Ayúdanos contra el enemigo,

pues nada vale la ayuda del hombre.

13 Con la ayuda de Dios haremos grandes cosas;

¡él aplastará a nuestros enemigos!

Salmos 109

Apelación al Juez supremo

1a Del maestro de coro. Salmo de David.

1b Oh Dios,

no te quedes callado ante mi oración,

2 pues labios mentirosos y malvados

hablan mal de mí,

y es falso lo que de mí dicen.

3 Sus expresiones de odio me rodean;

¡me atacan sin motivo!

4 A cambio de mi amor, me atacan;

pero yo hago oración.

5 Me han pagado mal por bien,

y a cambio de mi amor, me odian.

6 Pon como juez suyo a un malvado,

y que lo acuse su propio abogado;

7 que lo declaren culpable en el juicio;

que lo condene su propia defensa.

8 ¡Que viva poco tiempo

y que otro se apodere de sus bienes!

9 ¡Que sus hijos queden huérfanos

y viuda su esposa!

10 ¡Que sus hijos anden vagando y pidiendo limosna!

¡Que los echen de las ruinas de su casa!

11 Que se lleve el prestamista

todo lo que le pertenecía.

Que gente extraña le arrebate

el fruto de su trabajo.

12 Que no haya quien tenga compasión

de él ni de sus hijos huérfanos.

13 Que se acabe su descendencia,

que se borre para siempre su apellido.

14 Que se acuerde el Señor de la maldad de su padre

y nunca borre el pecado de su madre;

15 que el Señor los tenga siempre presentes

y borre de la tierra su recuerdo.

16 Nunca pensó en ser compasivo;

a los pobres y humildes y afligidos

los persiguió hasta matarlos.

17 Ya que prefirió la maldición, ¡que lo maldigan!

No quiso bendición, ¡pues que nunca lo bendigan!

18 Que lo cubra la maldición como un vestido;

que le entre en el vientre y en los huesos

cual si fuera agua o aceite;

19 ¡que lo cubra como un vestido

y lo oprima como un cinto!

20 ¡Así pague el Señor a mis enemigos

y a los que hablan mal de mí!

21 Pero tú, Señor,

haz honor a tu nombre, y trátame bien.

¡Sálvame, por la bondad de tu amor!

22 Estoy muy pobre y afligido,

tengo herido el corazón,

23 me voy desvaneciendo como una sombra,

¡el viento me arrastra como a una langosta!

24 De no comer me tiemblan las rodillas;

adelgazo por falta de alimento.

25 ¡Soy el hazmerreír de la gente!

¡Al verme, mueven burlones la cabeza!

26 Ayúdame, Señor y Dios mío;

¡sálvame, por tu amor!

27 Que sepan que tú, Señor,

has hecho esto con tu mano.

28 No importa que me maldigan,

con tal que tú me bendigas.

Que ellos se avergüencen

mientras tu siervo se alegra.

29 ¡Que mis enemigos se llenen de vergüenza!

¡Que los cubra la vergüenza como una capa!

30 Con mis labios daré al Señor gracias infinitas;

¡lo alabaré en medio de mucha gente!

31 Porque él aboga en favor del pobre

y lo pone a salvo de los que lo condenan.