Isaías 27

Liberación de Israel

1 En ese día el Señor castigará

con su espada terrible, inmensa, poderosa,

a Leviatán, la serpiente enroscada,

a Leviatán, la serpiente tortuosa,

y matará al dragón que está en el mar.

2 En ese día el Señor dirá:

«Canten al viñedo delicioso.

3 Yo, el Señor, soy quien lo cuido

y con frecuencia lo riego.

Lo cuido día y noche,

para que no sufra ningún daño.

4 No estoy enojado con él.

Si tuviera espinos y maleza,

saldría a hacerles la guerra

y los quemaría por completo.

5 Si quiere que yo lo proteja,

que haga las paces conmigo,

sí, que haga las paces conmigo.»

6 En el futuro el pueblo de Jacob echará raíces,

Israel retoñará y florecerá,

y llenará el mundo con sus frutos.

7 Dios no ha castigado a Israel

como castigó a sus opresores,

ni ha dado muerte a Israel

como dio muerte a sus asesinos.

8 Dios castigó a su pueblo mandándolo al destierro,

lo expulsó con su soplo terrible,

como cuando sopla el viento del este.

9 Pero perdonará el pecado de Jacob

y bajo esta condición borrará sus faltas:

que haga polvo todos sus altares paganos

como si triturara la piedra de cal,

y que no queden más troncos sagrados

ni altares de incienso en honor de los dioses.

10 La ciudad fortificada quedó en ruinas,

como casa abandonada,

como desierto sin gente.

Es un lugar donde pasta el ganado,

donde come las ramas y se echa a descansar.

11 Las ramas de un árbol se quiebran cuando se secan;

entonces las mujeres las recogen y hacen fuego con ellas.

Es un pueblo sin inteligencia.

Por eso su Creador, el que lo hizo,

no le tendrá compasión ni misericordia.

12 En ese día el Señor actuará

desde el Éufrates hasta el río de Egipto,

como quien trilla las espigas;

pero ustedes, israelitas, serán recogidos uno por uno.

13 En ese día se tocará la gran trompeta,

y los que estaban perdidos en Asiria,

lo mismo que los que estaban desterrados en Egipto,

vendrán a adorar al Señor

en Jerusalén, en el monte santo.

Isaías 28

Advertencia a Samaria

1 ¡Ay de Samaria, orgullo y corona

de Efraín, ese pueblo borracho;

adorno glorioso de flores marchitas,

que se alza por encima del fértil valle,

ciudad de gente dominada por el vino!

2 El Señor tiene reservado un hombre fuerte,

poderoso como tormenta de granizo,

como tempestad destructora, como lluvia torrencial,

como terrible inundación.

Con la mano echará por tierra,

3 y con los pies aplastará,

a la que es orgullo y corona

de ese pueblo borracho de Efraín.

4 Y ese adorno glorioso de flores marchitas

que se alza por encima del fértil valle,

será como los primeros higos de la temporada:

que en cuanto alguien los ve

y los tiene a la mano, se los come.

5 En ese día

el Señor todopoderoso será una corona gloriosa,

un adorno magnífico para los que queden de su pueblo,

6 e inspirará justicia a los jueces en el tribunal

y valor a los soldados que defiendan la ciudad.

Advertencias y promesas a Jerusalén

7 También hay otros que se tambalean por el vino

y dan traspiés por las bebidas fuertes:

sacerdotes y profetas se tambalean

por las bebidas fuertes,

se atontan con el vino;

dan traspiés por las bebidas fuertes,

se tambalean al tener visiones

y están borrachos al dictar sentencia.

8 Todas las mesas están llenas de vómito asqueroso,

y no hay un solo lugar limpio.

9 Hablan de mí y dicen:

«¡Venir a darnos lecciones a nosotros,

a enseñarnos lo que Dios ha revelado!

¡Como si fuéramos niños chiquitos

10 que apenas estuvieran aprendiendo a leer:

ba be bi bo bu!»

11 Pues bien, si no hacen caso,

será en lenguaje enredado, en idioma extraño,

como Dios hablará a este pueblo.

12 Ya él les había dicho antes:

«Aquí está la calma,

aquí está el descanso;

que descanse el fatigado.»

Pero no quisieron hacerle caso.

13 Por eso el Señor les hablará

como si fueran niños chiquitos

que estuvieran aprendiendo a leer.

Y así, al caminar, caerán de espaldas,

se herirán, caerán en la trampa,

quedarán atrapados.

14 Escuchen, pues, la palabra del Señor,

hombres insolentes

que gobiernan este pueblo de Jerusalén.

15 Ustedes dicen:

«Hemos hecho un pacto con la muerte,

un contrato con el reino de los muertos,

para que cuando venga la terrible calamidad,

no nos alcance;

hemos buscado refugio en las mentiras,

protección en el engaño.»

16 Por eso, el Señor dice:

«Voy a poner en Sión una piedra,

una piedra escogida y muy valiosa,

que será la piedra principal

y servirá de fundamento.

El que tenga confianza, podrá estar tranquilo.

17 En esa construcción usaré por plomada la justicia

y por nivel la rectitud.»

El refugio que ustedes habían buscado en las mentiras

lo destruirá el granizo,

y el agua arrasará su lugar de protección.

18 Su pacto con la muerte será anulado,

y su contrato con el reino de los muertos quedará sin valor.

Vendrá la terrible calamidad

y a ustedes los aplastará.

19 Cada vez que venga, los arrastrará.

Vendrá mañana tras mañana, de día y de noche.

El sólo oír la noticia los hará temblar.

20 Será como acostarse en una cama estrecha

y abrigarse con una manta corta.

21 El Señor actuará como en el monte Perasim,

intervendrá como en el valle de Gabaón,

para realizar su acción, por extraña que parezca,

para llevar a cabo su obra, su obra misteriosa.

22 Así pues, ¡no más insolencia!,

no sea que sus cadenas se les aprieten más;

porque he oído que el Señor todopoderoso

ha decretado la destrucción de todo el país.

23 Pongan atención, escuchen lo que digo,

oigan con cuidado mis palabras:

24 Cuando un agricultor va a sembrar,

no se pasa todo el tiempo arando

o rompiendo o rastrillando su terreno.

25 ¿No es verdad que, después de haberlo aplanado,

esparce semillas de eneldo o comino,

y que luego siembra trigo en hileras,

y que en los bordes siembra cebada y centeno?

26 Dios le enseña cómo debe hacerlo.

27 Porque el eneldo no se trilla,

ni se hace rodar sobre el comino una carreta;

sino que el eneldo se sacude con un palo

y el comino con una vara.

28 El trigo se trilla, si, pero no sin parar;

se hacen pasar las ruedas de la carreta

y se separa el grano, pero sin machacarlo.

29 Así también hace sus planes el Señor todopoderoso.

Él tiene planes admirables,

y los lleva a cabo con gran sabiduría.

Isaías 29

1 ¡Ay de Ariel, Ariel,

la ciudad donde acampó David!

Que pasen unos cuantos años

con sus series de fiestas,

2 y yo pondré a Ariel en apuros,

y habrá llanto y gemidos.

La ciudad será para mí realmente como Ariel.

3 Enviaré mi ejército para que te rodee,

pondré un cerco de fortalezas en tu derredor

y levantaré trincheras para atacarte.

4 Quedarás humillada, tendida en el suelo;

tu voz parecerá la de un fantasma;

tus palabras sonarán como un susurro.

5-6 Pero de repente, en un instante,

el Señor todopoderoso castigará a tus enemigos

con truenos, terremotos, gran estruendo,

tormenta, tempestad e incendios destructores.

Tus innumerables enemigos quedarán hechos polvo fino,

tus muchos perseguidores serán arrastrados como paja.

7 Todos esos pueblos incontables

que hacen la guerra a Ariel,

todos los que lo combaten

y atacan sus fortificaciones,

los mismos que lo oprimen,

serán como un sueño o una visión nocturna.

8 Será como cuando un hambriento sueña

y cree que está comiendo,

pero luego se despierta con el estómago vacío;

o como cuando un sediento sueña

y cree que está bebiendo,

pero luego se despierta con sed

y con la garganta reseca.

Así sucederá con todos esos innumerables pueblos

que atacan el monte Sión.

9 ¡Sigan ustedes siendo estúpidos!

¡Sigan siendo ciegos, sin ver nada!

¡Sigan tambaleándose como borrachos,

aunque no hayan tomado bebidas embriagantes!

10 Pues el Señor ha enviado sobre ustedes

un sueño profundo.

Los profetas son los ojos del pueblo,

pero el Señor los ha cubierto con un velo.

11 Toda visión se ha convertido para ustedes

en algo así como lo escrito

en un pliego enrollado y sellado.

Si alguien se lo da a uno que sabe leer

y le dice: «Lee esto»,

él responderá:

«No puedo, porque está sellado.»

12 Y si se lo da a uno que no sabe leer

y le dice: «Lee esto»,

él responderá: «No sé leer.»

13 El Señor me dijo:

«Este pueblo me sirve de palabra

y me honra con la boca,

pero su corazón está lejos de mí,

y el culto que me rinde

son cosas inventadas por los hombres

y aprendidas de memoria.

14 Por eso, con prodigios y milagros

dejaré otra vez maravillado a este pueblo.

La sabiduría de sus sabios

y la inteligencia de sus inteligentes desaparecerán.»

15 ¡Ay de aquellos que se esconden del Señor

para ocultar sus planes,

que hacen sus maldades en la sombra

y dicen: «Nadie nos ve. Nadie se da cuenta»!

16 ¡Qué modo de pervertir las cosas!

Como si el barro fuera igual

a aquel que lo trabaja.

Un objeto no va a decir al que lo hizo:

«Tú no me hiciste»,

ni una pieza de barro al que la fabrica:

«No sabes lo que estás haciendo.»

Promesa de salvación a Israel

17 Dentro de poco tiempo

el bosque se convertirá en campos de cultivo

y los campos de cultivo parecerán un bosque.

18 En ese día los sordos podrán oír

cuando alguien les lea,

y los ciegos podrán ver,

libres de oscuridad y de tinieblas.

19 Los humildes volverán a alegrarse en el Señor,

los más pobres se gozarán

en el Dios Santo de Israel.

20 Se acabarán los insolentes,

dejarán de existir los arrogantes

y desaparecerán los que sólo piensan en hacer el mal,

21 esos que acusan de crímenes a otros,

y ponen trampas al juez,

y con engaños niegan justicia al inocente.

22 Por eso, el Señor, el Dios de Israel,

el que rescató a Abraham, dice:

«De ahora en adelante Jacob no sentirá vergüenza,

ni su rostro se enrojecerá,

23 porque cuando sus descendientes

vean lo que he hecho en su pueblo,

reconocerán mi santidad y me temerán a mí,

el Dios Santo de Israel.

24 Los que estaban confundidos aprenderán a ser sabios,

y los murmuradores aceptarán las enseñanzas.»

Isaías 30

Contra los que buscan apoyo en Egipto

1 El Señor afirma:

«¡Ay de los hijos rebeldes,

que hacen planes sin contar conmigo

y preparan proyectos que yo no les inspiro,

de manera que amontonan pecado sobre pecado!

2 Se van a toda prisa a Egipto,

y a mí no me consultan;

buscan apoyo bajo la protección del faraón,

se refugian bajo la sombra de Egipto.

3 Pero la protección del faraón los defraudará,

y el refugio a la sombra de Egipto será su humillación.

4 Aunque ustedes hayan enviado embajadores

hasta las ciudades de Soan y de Hanés,

5 todos quedarán defraudados por esa nación inútil,

que no les trae ayuda ni provecho,

sino sólo desilusión y desgracia.»

6 Profecía acerca de los animales del Négueb:

Por territorio lleno de peligros,

habitado por leones que rugen,

por víboras y dragones voladores,

llevan sus tesoros y riquezas

a lomo de burro y de camello

a Egipto, pueblo inútil,

7 impotente, incapaz de ayudar.

Por eso le he puesto este nombre:

«Monstruo que ruge y no hace nada».

8 Ven ahora y escríbelo en una tabla,

ponlo en una inscripción

que quede ahí para el futuro,

como testimonio eterno.

9 Esta gente es un pueblo rebelde, infiel,

que no quiere escuchar las enseñanzas del Señor.

10 A los videntes dicen: «No tengan visiones»,

y a los profetas: «No nos cuenten revelaciones verdaderas;

háblennos palabras suaves;

no nos quiten nuestras ilusiones.

11 Apártense del camino,

desvíense del sendero recto,

no nos pongan delante al Dios Santo de Israel.»

12 Por eso, el Dios Santo de Israel dice:

«Ustedes rechazan esta advertencia,

y confían en la violencia y la maldad,

y se apoyan en ellas;

13 por eso, ustedes son culpables.

Parecen un alto muro agrietado

que cuando menos se piensa se derrumba;

14 serán destruidos como un jarrón de barro,

que se quiebra tan completamente

que no queda entre los pedazos rotos

ni uno que sirva para recoger las brasas del fogón

o para sacar agua de un pozo.»

15 El Señor, el Dios Santo de Israel, dice:

«Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo.

En la tranquilidad y la confianza

estará su fuerza.»

Pero ustedes no quisieron,

16 sino que dijeron: «No, mejor huiremos a caballo.»

Bueno, así tendrán que huir.

También dijeron: «Montaremos en carros veloces.»

Bueno, veloces serán los que los persigan.

17 Mil huirán amenazados por un solo hombre,

y todos ustedes huirán amenazados por cinco,

hasta que queden tan pocos

como queda un palo en la cumbre de un monte

o una señal levantada sobre una colina.

Promesa de misericordia para el pueblo

18 Pero el Señor los espera, para tener compasión de ustedes; él está ansioso por mostrarles su amor, porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que esperan en él!

19 Pueblo de Sión, que vives en Jerusalén: ya no llorarás más. El Señor tendrá compasión de ti al oír que gritas pidiendo ayuda, y apenas te oiga, te responderá.

20 Y aunque el Señor te dé el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, él, que es tu maestro, no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás.

21 Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: «Por aquí es el camino, vayan por aquí.»

22 Y despreciarás como cosas impuras tus imágenes de plata y tus ídolos recubiertos de oro. Los rechazarás como algo impuro y los considerarás como basura.

23 El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y la tierra producirá trigo abundante y fértil. En ese día tu ganado tendrá lugar en abundancia para pastar.

24 Hasta los bueyes y los burros que trabajan en tus campos tendrán para comer el mejor y más exquisito forraje.

25 Cuando llegue el día de la gran matanza y caigan las fortalezas, habrá ríos y torrentes de agua en todas las altas montañas y en las colinas elevadas.

26 El Señor curará y vendará las heridas de su pueblo. Entonces la luna alumbrará como el sol, y la luz del sol será siete veces más fuerte, como la luz de siete soles juntos.

Castigo de Asiria

27 Miren, el Señor en persona viene de lejos;

su furor está ardiendo con espesa humareda,

sus labios están llenos de ira,

su lengua es como fuego destructor,

28 su aliento es como un río desbordado

que llega hasta el cuello;

él viene a poner un yugo a las naciones

para llevarlas a la ruina,

a poner un freno en la boca de los pueblos

para hacerlos extraviar.

29 Para ustedes, en cambio, habrá cantos,

como en noche de fiesta sagrada;

su corazón estará alegre,

como el de quien camina al son de la flauta

para ir al monte del Señor,

al refugio de Israel.

30 El Señor dejará oír su voz majestuosa

y mostrará su poder, que actuará con ira terrible,

con las llamas de un fuego devorador,

con rayos, aguacero y granizo.

31 Al oír la voz del Señor y recibir su castigo,

Asiria se llenará de terror,

32 y a cada golpe que descargue el Señor sobre ella,

sonarán tambores y arpas.

El Señor le hará una guerra terrible.

33 Desde hace mucho tiempo

está preparado para Asiria y para su rey

el lugar del tormento, ancho y profundo,

una hoguera encendida con leña abundante.

La encenderá el soplo del Señor,

como un torrente de azufre.

Isaías 31

Contra los que buscan ayuda en Egipto

1 ¡Ay de los que van a Egipto a buscar ayuda,

de los que confían en los caballos,

de los que ponen su confianza en que tienen muchos carros

y en que es muy numerosa su caballería,

y no vuelven la vista al Dios Santo de Israel,

no buscan al Señor!

2 Pero él también es hábil y sabe causar desgracias,

y cuando dice una cosa, no se vuelve atrás.

Él actuará contra la gente malvada,

contra los que ayudan a los malhechores.

3 Los egipcios son hombres, no dioses;

sus caballos son de carne, no espíritus.

El Señor extenderá su mano para castigarlos,

y tanto el protector como el protegido caerán;

todos perecerán a la vez.

4 El Señor me dijo:

«Así como un león que ha matado una oveja

no se deja asustar por los pastores,

aunque todos ellos se reúnan

y traten de asustarlo con sus gritos,

así vendrá el Señor todopoderoso

a defender a su pueblo en el monte Sión.

5 Como el ave que protege su nido volando encima de él,

así protegerá el Señor todopoderoso a Jerusalén;

la cuidará, la salvará,

la defenderá, la librará.»

6 Hijos de Israel, vuelvan a aquel

a quien han ofendido tan gravemente.

7 Porque el día en que todos ustedes

rechacen los ídolos de oro y de plata

que han hecho con sus manos culpables,

8 Asiria caerá a filo de espada,

pero no por un poder humano.

La guerra hará huir a su gente,

y a sus jóvenes guerreros los harán esclavos;

9 a causa del miedo, su rey saldrá corriendo

y sus capitanes desertarán de su bandera.

Esto lo afirma el Señor,

que en Jerusalén tiene una hoguera

para castigar a sus enemigos.

Isaías 32

Reino de justicia

1 Habrá un rey que reinará con rectitud

y gobernantes que gobernarán con justicia.

2 Cada uno de ellos será como refugio contra el viento

y protección contra la tempestad,

como canales de riego en tierra seca,

como la sombra de una gran roca en el desierto.

3 Tendrán los ojos bien abiertos

y estarán dispuestos a escuchar con atención;

4 no actuarán con precipitación sino con prudencia,

y dirán las cosas con toda claridad.

5 La gente no llamará noble al canalla

ni tratará al pícaro como persona de importancia.

6 Porque el canalla habla como canalla

y en su mente hace planes malvados;

busca cometer el crimen

y habla mentiras contra el Señor;

deja ir con las manos vacías al hambriento

y no da de beber al que tiene sed.

7 El que es pícaro se vale de artimañas

y trama cosas infames;

perjudica con mentiras a los pobres

y al necesitado que pide justicia.

8 En cambio, el que es noble tiene planes nobles,

y en esos planes se mantiene firme.

Contra las mujeres frívolas

9 Y ustedes, mujeres despreocupadas,

oigan lo que les voy a decir.

Mujeres confiadas, escuchen mis palabras.

10 Ahora están confiadas,

pero dentro de poco más de un año se estremecerán,

porque se terminará la cosecha

y no recogerán más uvas.

11 Ustedes que viven despreocupadas, tiemblen;

ustedes que se sienten confiadas, estremézcanse,

quítense esos vestidos

y pónganse ropas ásperas en señal de dolor.

12 Hagan demostraciones de dolor

por los campos risueños y los fértiles viñedos.

13 Espinos y matorrales crecerán en mi país,

en toda casa alegre de la ciudad amiga de las diversiones.

14 El palacio estará abandonado;

la ciudad, tan poblada, quedará desierta;

las fortificaciones, abandonadas para siempre;

allí vivirán contentos los asnos salvajes,

y podrá comer el ganado.

15 Pero el poder creador del Señor

vendrá de nuevo sobre nosotros,

y el desierto se convertirá en tierra de cultivo,

y la tierra de cultivo será mucho más fértil.

16 La rectitud y la justicia reinarán

en todos los lugares del país.

17 La justicia producirá paz,

tranquilidad y confianza para siempre.

18 Mi pueblo vivirá en un lugar pacífico,

en habitaciones seguras,

en residencias tranquilas,

19 aunque el bosque sea talado

y humillada la ciudad.

20 Ustedes vivirán felices,

con riego abundante para sus sembrados

y pastos seguros para el burro y el buey.

Isaías 33

Esperanza en el Señor

1 ¡Ay de ti, destructor no destruido;

traidor no traicionado!

Cuando acabes de destruir, serás destruido,

cuando acabes de traicionar, serás traicionado.

2 Señor, ten compasión de nosotros,

que esperamos en ti.

Sé nuestro apoyo todas las mañanas,

nuestra salvación en tiempos de dificultad.

3 Al oír tus amenazas huyen los pueblos,

cuando tú intervienes se dispersan las naciones;

4 sus enemigos, como nube de langostas,

se lanzan sobre ellos y les quitan sus riquezas.

5 El Señor es soberano, pues vive en el cielo;

él ha llenado a Sión de rectitud y justicia,

6 y siempre le dará seguridad.

La sabiduría y el conocimiento son un tesoro que salva;

el temor del Señor es una riqueza.

7 ¡Oye cómo gritan los valientes en la calle

y cómo lloran los enviados a negociar la paz!

8 Los caminos están desiertos,

nadie transita por ellos.

Se rompen las alianzas y los convenios;

no hay respeto para nadie.

9 La tierra está de luto y triste,

el Líbano se marchita avergonzado,

el valle de Sarón se ha convertido en un desierto,

Basán y el monte Carmelo están pelados.

10 El Señor dice:

«Ahora voy a actuar;

ahora voy a mostrar toda mi grandeza y majestad.

11 Los planes y las obras de ustedes son paja y basura;

mi soplo los devorará como un incendio.

12 Los pueblos serán reducidos a cenizas;

como espinos cortados arderán en el fuego.

13 Los que están lejos escuchen lo que he hecho,

y los que están cerca reconozcan mi poder.»

14 En Sión tiemblan los pecadores,

y los impíos se llenan de terror y dicen:

«¿Quién de nosotros puede vivir

en un fuego destructor, en una hoguera eterna?»

15 El que procede rectamente y dice la verdad,

el que no se enriquece abusando de la fuerza

ni se deja comprar con regalos,

el que no hace caso a sugerencias criminales

y cierra los ojos para no fijarse en el mal,

16 ése vivirá seguro,

tendrá su refugio en una fortaleza de rocas,

siempre tendrá pan y el agua no le faltará.

17 De nuevo verás al rey en su esplendor;

las fronteras del país llegarán hasta muy lejos.

18 Al recordar el miedo en que vivías, dirás:

«¿Dónde está el que contaba los impuestos?

¿Dónde está el que comprobaba el peso?

¿Dónde está el que contaba las torres?»

19 Ya no vivirás entre un pueblo insolente,

de lengua difícil de entender,

de idioma enredado, que nadie comprende.

20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;

dirige tus ojos a Jerusalén, ciudad segura;

será como un campamento firme,

cuyas estacas no se arrancarán

ni se romperán sus cuerdas.

21 Ahí se muestra glorioso el Señor con nosotros.

Es un lugar de ríos, de corrientes muy anchas,

pero no lo invadirán los enemigos

con sus barcos de remo y sus naves poderosas.

22-23 Las cuerdas de esas naves

no pueden sostener el mástil;

la vela no se puede extender.

Arrebataremos tantas riquezas a los enemigos,

que hasta el ciego recibirá su parte

y los lisiados se dedicarán al saqueo.

Porque el Señor es nuestro juez,

nuestro legislador y nuestro rey,

y él nos salvará.

24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo.»

Dios perdonará los pecados a los habitantes de Sión.

Isaías 34

Castigo de Dios sobre Edom

1 Acérquense, pueblos, a escuchar;

naciones, presten atención.

Que escuche la tierra y lo que hay en ella,

el mundo y todo lo que él produce.

2 Porque el Señor está enojado

con las naciones y con todos sus ejércitos,

y los ha condenado a destrucción y muerte.

3 Los muertos serán abandonados,

el mal olor se levantará de los cadáveres

y ríos de sangre correrán por las montañas.

4 Todos los astros del cielo se desintegrarán,

el cielo se envolverá como un rollo

y todas las estrellas se apagarán,

como se marchita y cae una hoja desprendida

de una vid o de una higuera.

5 Sí, la espada del Señor aparece en el cielo

y va a caer sobre Edom,

pueblo condenado a muerte.

6 La espada del Señor se cubrirá de sangre y de grasa,

como cuando se matan corderos y cabras en los sacrificios.

El Señor va a hacer un sacrificio en Bosrá,

una gran matanza en Edom.

7 Y caerán como los búfalos,

los becerros y los toros;

su tierra se empapará de sangre,

y el polvo se llenará de grasa.

8 Sí, será el día de la venganza del Señor,

el año del desquite, para la causa de Sión.

9 Los arroyos de Edom se convertirán en brea,

su polvo en azufre;

la tierra arderá como brea.

10 No se apagará ni de día ni de noche;

siempre se levantará su humareda.

Por siglos y siglos quedará abandonada;

nadie volverá a pasar jamás por allí.

11 Allí se instalarán el búho y el mochuelo,

y harán sus nidos el cuervo y la lechuza.

El Señor convertirá ese país

en desierto y soledad.

12 No volverá a tener un rey que lo gobierne;

todos sus jefes desaparecerán.

13 En sus palacios crecerán espinos,

y ortigas y cardos en sus fortalezas.

Será un lugar donde vivan los chacales

y se refugien los avestruces.

14 Los gatos monteses harán compañía a los chacales,

las cabras se llamarán unas a otras.

Allí habitará el fantasma que espanta de noche,

y encontrará sitio para descansar.

15 Allí el búho hará su nido,

pondrá sus huevos y sacará sus crías,

y las reunirá para protegerlas.

Allí también se reunirán los gavilanes,

cada macho con su hembra.

16 Consulten el libro del Señor y lean:

No faltará ni uno solo de esos animales,

y a ninguno le faltará su hembra,

porque el Señor mismo lo ha dispuesto

y con su soplo los reunirá.

17 A cada uno le ha señalado su lugar,

con su mano le ha asignado su territorio,

y lo ocuparán por siempre;

por siglos y siglos vivirán allí.

Isaías 35

Regreso del pueblo a Sión

1 Que se alegre el desierto, tierra seca;

que se llene de alegría, que florezca,

2 que produzca flores como el lirio,

que se llene de gozo y alegría.

Dios lo va a hacer tan bello como el Líbano,

tan fértil como el Carmelo y el valle de Sarón.

Todos verán la gloria del Señor,

la majestad de nuestro Dios.

3 Fortalezcan a los débiles,

den valor a los cansados,

4 digan a los tímidos:

«¡Ánimo, no tengan miedo!

¡Aquí está su Dios para salvarlos,

y a sus enemigos los castigará como merecen!»

5 Entonces los ciegos verán

y los sordos oirán;

6 los lisiados saltarán como venados

y los mudos gritarán.

En el desierto, tierra seca,

brotará el agua a torrentes.

7 El desierto será un lago,

la tierra seca se llenará de manantiales.

Donde ahora viven los chacales,

crecerán cañas y juncos.

8 Y habrá allí una calzada

que se llamará «el camino sagrado».

Los que no estén purificados

no podrán pasar por él;

los necios no andarán por él.

9 Allí no habrá leones

ni se acercarán las fieras.

Por ese camino volverán los libertados,

10 los que el Señor ha redimido;

entrarán en Sión con cantos de alegría,

y siempre vivirán alegres.

Hallarán felicidad y dicha,

y desaparecerán el llanto y el dolor.

Isaías 36

La invasión de Senaquerib

1 En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó a todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó.

2 Desde Laquis envió a un alto oficial, con un poderoso ejército, a ver al rey Ezequías en Jerusalén, y se colocaron junto al canal del estanque superior, en el camino que va al campo del Lavador de Paños.

3 Allá salieron a su encuentro Eliaquim, hijo de Hilquías, que era mayordomo de palacio; el cronista Sebná; y Joah, hijo de Asaf, el secretario del rey.

4 El oficial asirio les dijo:

—Comuniquen a Ezequías este mensaje del gran rey, el rey de Asiria: “¿De qué te sientes tan seguro?

5 ¿Piensas acaso que las palabras bonitas valen lo mismo que la táctica y la fuerza para hacer la guerra? ¿En quién confías para rebelarte contra mí?

6 Veo que confías en el apoyo de Egipto. Pues bien, Egipto es una caña astillada, que si uno se apoya en ella, se le clava y le atraviesa la mano. Eso es el faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.

7 Y si me dices: Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios, ¿acaso no suprimió Ezequías los lugares de culto y los altares de Dios, y ordenó que la gente de Judá y Jerusalén le diera culto solamente en un altar?

8 Haz un trato con mi amo, el rey de Asiria: yo te doy dos mil caballos, si consigues jinetes para ellos.

9 Tú no eres capaz de hacer huir ni al más insignificante de los oficiales asirios, ¿y esperas conseguir jinetes y caballos en Egipto?

10 Además, ¿crees que yo he venido a atacar y destruir este país sin contar con el Señor? ¡Él fue quien me ordenó atacarlo y destruirlo!”

11 Eliaquim, Sebná y Joah respondieron al oficial asirio:

—Por favor, háblenos usted en arameo, pues nosotros lo entendemos. No nos hable usted en hebreo, pues toda la gente que hay en la muralla está escuchando.

12 Pero el oficial asirio dijo:

—No fue a tu amo, ni a ustedes, a quienes el rey de Asiria me mandó que dijera esto. Fue precisamente a la gente que está sobre la muralla, pues ellos, lo mismo que ustedes, tendrán que comerse su propio estiércol y beberse sus propios orines.

13 Entonces el oficial, de pie, gritó bien fuerte en hebreo:

—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria:

14 “No se dejen engañar por Ezequías; él no puede salvarlos.”

15 Si Ezequías quiere convencerlos de que confíen en el Señor, y les dice: “El Señor ciertamente nos salvará; él no permitirá que esta ciudad caiga en poder del rey de Asiria”,

16 no le hagan caso. El rey de Asiria me manda a decirles que hagan las paces con él, y que se rindan, y así cada uno podrá comer del producto de su viñedo y de su higuera y beber el agua de su propia cisterna.

17 Después los llevará a un país parecido al de ustedes, un país de trigales y viñedos, para hacer pan y vino.

18 Si Ezequías les dice que el Señor los va a salvar, no se dejen engañar por él. ¿Acaso alguno de los dioses de los otros pueblos pudo salvar a su país del poder del rey de Asiria?

19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Acaso pudieron salvar del poder de Asiria a Samaria?

20 ¿Cuál de todos los dioses de esos países pudo salvar a su nación del poder del rey de Asiria? ¿Por qué piensan que el Señor puede salvar a Jerusalén?

21 Ellos se quedaron callados y no le respondieron ni una palabra, porque el rey había ordenado que no respondieran nada.

22 Entonces, afligidos, Eliaquim, mayordomo de palacio; Sebná, cronista; y Joah, secretario del rey, se rasgaron la ropa y se fueron a ver a Ezequías para contarle lo que había dicho el comandante asirio.