Isaías 7

Primer mensaje de Isaías a Ahaz

1 El rey de Siria, Resín, y el rey de Israel, Pécah, hijo de Remalías, atacaron a Jerusalén y quisieron conquistarla, pero no pudieron. Esto sucedió cuando Ahaz, hijo de Jotam y nieto de Ozías, era rey de Judá.

2 En esa ocasión llevaron esta noticia al rey Ahaz y a su familia: «Los sirios se han aliado con Efraín.» El rey y el pueblo empezaron a temblar como tiemblan los árboles del bosque cuando sopla el viento.

3 Entonces el Señor dijo a Isaías: «Toma a tu hijo Sear-iasub y ve a encontrarte con el rey Ahaz en el extremo del canal del estanque superior, en el camino que va al campo del Lavador de Paños,

4 y dile:

“Ten cuidado, pero no te asustes;

no tengas miedo ni te acobardes

por esos dos tizones humeantes,

Resín con sus sirios, y el hijo de Remalías,

que están ardiendo en furor.

5 Los sirios, con el pueblo de Efraín y el hijo de Remalías,

han tramado hacerte mal.

Han dicho:

6 Invadamos Judá y metámosle miedo;

apoderémonos de ella

y pongamos por rey al hijo de Tabeel.

7 Pero el Señor dice:

¡Eso jamás sucederá!

8-9 Damasco es la capital de Siria,

y Resín es el rey de Damasco;

Samaria es la capital de Efraín,

y el hijo de Remalías es el rey de Samaria;

pero dentro de sesenta y cinco años

Efraín dejará de ser nación;

y si ustedes no tienen una fe firme,

tampoco quedarán firmemente en pie.”»

Segundo mensaje: el nacimiento de Emanuel

10 El Señor dijo también a Ahaz:

11 «Pide al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.»

12 Ahaz contestó: «No, yo no voy a poner a prueba al Señor pidiéndole una señal.»

13 Entonces Isaías dijo:

«Escuchen ustedes, los de la casa real de David.

¿Les parece poco molestar a los hombres,

que quieren también molestar a mi Dios?

14 Pues el Señor mismo les va a dar una señal:

La joven está encinta

y va a tener un hijo,

al que pondrá por nombre Emanuel.,

15 En los primeros años de vida del niño,

se comerá leche cuajada y miel.

16 Pero antes de que el niño tenga uso de razón,

el país de los dos reyes que te causan miedo

quedará abandonado.

17 »El Señor hará venir sobre ti,

sobre tu pueblo y la casa real,

días como no habían venido

desde que Efraín se separó de Judá.»

(Esto se refiere al rey de Asiria.)

18 En ese tiempo el Señor hará venir como moscas

a los que viven en los lejanos ríos de Egipto,

y hará venir como abejas

a los que viven en Asiria.

19 Todos ellos vendrán a instalarse

en las cañadas profundas

y en las cuevas de las rocas,

en todos los matorrales espinosos

y en los sitios donde bebe el ganado.

20 En ese día el Señor usará al rey de Asiria

como navaja alquilada más allá del río Éufrates,

y les afeitará a los israelitas

la cabeza, la barba y la parte inferior del cuerpo.

21 En ese tiempo, el que críe una vaca y dos ovejas

22 tendrá tanta leche que podrá comer leche cuajada. Y todos los que se salven de la destrucción en el país podrán comer leche cuajada y miel.

23 En ese tiempo, lo que antes era un viñedo con mil plantas y valía mil monedas de plata, quedará convertido en espinos y matorrales.

24 Sólo se podrá entrar allí con arco y flechas para cazar, porque todo el país quedará convertido en espinos y matorrales.

25 En las colinas que antes se cultivaban con azadón, habrá tantos espinos y matorrales que nadie irá a ellas. Sólo servirán como pastizal para los bueyes y las ovejas.

Isaías 8

Nombre simbólico de un hijo de Isaías

1 El Señor me dijo: «Toma una tabla grande y escribe en ella, con letras comunes y corrientes: “Maher-salal-hasbaz.”

2 Toma luego como testigos de confianza al sacerdote Urías y a Zacarías, el hijo de Jeberequías.»

3 Más tarde me uní a la profetisa, mi esposa, y ella quedó encinta y tuvo un niño. Entonces el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz.

4 Porque antes de que el niño sepa decir “papá” y “mamá”, Damasco y Samaria serán saqueadas, y sus riquezas serán llevadas al rey de Asiria.»

5 Y de nuevo me dijo el Señor:

6 «Ya que por miedo a Resín y al hijo de Remalías

desprecia esta gente el agua de Siloé,

que corre mansamente,

7 el Señor los va a inundar

con la violenta corriente del río Éufrates

(es decir, el rey de Asiria con todo su poder).

Se desbordará por todos sus canales,

se saldrá por todas las orillas,

8 pasará hasta Judá y la cubrirá, la inundará,

le llegará hasta el cuello.

Será como un ave con las alas extendidas,

que cubrirá, Emanuel, toda tu tierra.»

9 Reúnanse, naciones, y llénense de espanto;

escuchen esto, todos los países lejanos:

por más que tomen las armas, quedarán espantados;

sí, por más que tomen las armas, quedarán espantados.

10 Hagan planes, que serán desbaratados;

propongan lo que quieran, que no se realizará,

porque Dios está con nosotros.,

Al Señor es a quien hay que temer

11 El Señor me tomó fuertemente con su mano y me advirtió que no siguiera el camino de esta gente. Me dijo:

12 «No llamen ustedes conspiración a todo lo que este pueblo llama conspiración. No se asusten ni tengan miedo por todo lo que a ellos les da miedo.

13 Al Señor todopoderoso es a quien hay que tener por santo; a él es a quien hay que temer; hay que tener miedo en su presencia.

14 Él será para ustedes como una trampa; será la piedra con la que tropezarán, la cual hará caer a los dos reinos de Israel; será como una trampa en la que caerán los habitantes de Jerusalén.

15 Muchos tropezarán, caerán y morirán; muchos caerán en la trampa, y quedarán atrapados.»

Advertencias de Isaías a sus discípulos

16 Guarden bien este mensaje;

mantengan ocultas estas instrucciones, estas enseñanzas mías.

17 Aunque el Señor se oculta del pueblo de Jacob,

yo confío en él.

En él he puesto mi esperanza.

18 Yo y los hijos que me dio el Señor

somos señales milagrosas para Israel,

puestas por el Señor todopoderoso

que vive en el monte Sión.

19 Sin duda la gente les dirá a ustedes:

«Consulten a los espíritus de los muertos

y a esos adivinos que cuchichean y susurran.

¿Acaso no debe un pueblo consultar a sus dioses,

y pedir consejo a los muertos acerca de los vivos

20 para recibir una instrucción o un mensaje?»

Sin duda que hablarán así,

pero lo que dicen es una tontería.

21 La gente irá de una parte a otra,

oprimida y con hambre,

y por el hambre se pondrán furiosos.

Maldecirán a su rey y a sus dioses.

Volverán la cara hacia arriba

22 y después mirarán al suelo,

y no encontrarán más que miseria y oscuridad,

tinieblas y angustia.

Todo lo cubrirá la noche.

Isaías 9

1a Y el oprimido no podrá escapar.

Nacimiento y reinado del Príncipe de la paz

1b Al principio Dios humilló a Galilea, tierra de Zabulón y de Neftalí, región vecina a los paganos, que se extiende desde el otro lado del Jordán hasta la orilla del mar; pero después le concedió mucho honor.

2 El pueblo que andaba en la oscuridad

vio una gran luz;

una luz ha brillado

para los que vivían en tinieblas.

3 Señor, has traído una gran alegría;

muy grande es el gozo.

Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha,

como se alegran los que se reparten grandes riquezas.

4 Porque tú has deshecho

la esclavitud que oprimía al pueblo,

la opresión que lo afligía,

la tiranía a que estaba sometido.

Fue como cuando destruiste a Madián.

5 Las botas que hacían resonar los soldados

y los vestidos manchados de sangre

serán quemados, destruidos por el fuego.

6 Porque nos ha nacido un niño,

Dios nos ha dado un hijo,

al cual se le ha concedido el poder de gobernar.

Y le darán estos nombres:

Admirable en sus planes, Dios invencible,

Padre eterno, Príncipe de la paz.

7 Se sentará en el trono de David;

extenderá su poder real a todas partes

y la paz no se acabará;

su reinado quedará bien establecido,

y sus bases serán la justicia y el derecho

desde ahora y para siempre.

Esto lo hará el ardiente amor del Señor todopoderoso.

Ira del Señor contra el reino de Israel

8 El Señor ha enviado un mensaje a Israel,

al pueblo de Jacob;

9 todo el pueblo de Efraín, que vive en Samaria,

lo ha entendido.

Ellos dicen con orgullo y altanería:

10 «Se han caído los ladrillos,

pero vamos a construir con piedra.

Han cortado las vigas de sicómoro,

pero las vamos a cambiar por madera de cedro.»

11 El Señor ha hecho venir terribles enemigos;

él mismo les ha ordenado atacar.

12 Por el oriente los sirios,

por el occidente los filisteos.

De un bocado se tragaron a Israel.

Y, sin embargo, la ira del Señor no se ha calmado;

él sigue amenazando todavía.

13 Pero el pueblo no se volvió a Dios, que lo castigaba;

no buscó al Señor todopoderoso.

14 Entonces el Señor trató al reino de Israel

como quien corta a un animal la cola y la cabeza,

como quien derriba palmeras y juncos por igual.

¡Todo esto en un solo día!

15 (La cabeza representa a los ancianos y los jefes,

la cola a los profetas que enseñan mentiras.)

16 Los jefes han extraviado a este pueblo,

y los que buscaban un guía se perdieron.

17 Por eso el Señor no tuvo compasión de los jóvenes,

ni misericordia de los huérfanos y las viudas.

Porque el pueblo entero es impío y perverso

y todos dicen disparates.

Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;

él sigue amenazando todavía.

18 La maldad hace estragos

como un incendio que devora espinos y matorrales

y quema luego los árboles del bosque,

y los lanza por los aires entre torbellinos de humo.

19-20 Por la ira del Señor todopoderoso

el país está incendiado,

el fuego destruye al pueblo;

se comen la carne de sus propios hijos

y no tienen compasión de sus hermanos.

Aquí hay uno que engulle y queda con hambre,

allá hay otro que come y no se siente satisfecho.

21 Manasés destruye a Efraín, Efraín a Manasés,

y ambos se lanzan contra Judá.

Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;

él sigue amenazando todavía.

Isaías 10

1 ¡Ay de ustedes, que dictan leyes injustas

y publican decretos intolerables,

2 que no hacen justicia a los débiles

ni reconocen los derechos de los pobres de mi pueblo,

que explotan a las viudas

y roban a los huérfanos!

3 ¿Qué harán ustedes cuando tengan que rendir cuentas,

cuando vean venir de lejos el castigo?

¿A quién acudirán pidiendo ayuda?

¿En dónde dejarán sus riquezas?

4 Si no son humillados y llevados presos,

caerán con los que mueran asesinados.

Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado;

él sigue amenazando todavía.

Dios se vale de Asiria para el castigo

5 «¡El rey de Asiria!

Él es el palo con que yo en mi ira castigo,

la vara que uso cuando me enojo.

6 Lo mando a atacar a un pueblo impío,

a una nación que me ofende,

para que la robe y le quite sus riquezas,

para que la pisotee como al barro de las calles.

7 Pero el rey de Asiria no piensa así,

ni es eso lo que él se propone.

No piensa más que en destruir

y en acabar con muchas naciones.

8 Dice: “Todos los reyes son jefes a mis órdenes.

9 Para mí son iguales las ciudades de Calnó y de Carquemis,

Hamat igual que Arpad,

Samaria lo mismo que Damasco.

10 Me he encontrado naciones con muchos dioses,

con más ídolos que los de Jerusalén y Samaria.

11 Pues bien, lo que hice con Samaria y sus dioses,

¿no seré capaz de hacerlo con Jerusalén y sus ídolos?”»

12 Cuando el Señor haya hecho todo lo que tiene que hacer

en el monte Sión y en Jerusalén,

castigará al rey de Asiria

por esta obra de su orgullo,

y por su altanería y arrogancia.

13 El rey de Asiria ha dicho:

«Yo lo he hecho con mi propia fuerza;

yo soy inteligente, y he hecho los planes.

Yo he cambiado las fronteras de las naciones,

me he apoderado de sus riquezas,

y, como un valiente, he derribado a los reyes.

14 He puesto mi mano en las riquezas de los pueblos,

me he apoderado de toda la tierra

como quien toma de un nido unos huevos abandonados,

y no hubo nadie que moviera las alas,

nadie que abriera el pico y chillara.»

15 Pero, ¿acaso puede el hacha

creerse más importante que el que la maneja?,

¿la sierra más que el que la mueve?

¡Como si el bastón, que no es más que un palo,

fuera el que moviera al hombre que lo lleva!

16 Por eso, el Señor todopoderoso

va a dejar sin fuerzas a esos que son tan robustos,

y hará que les arda el cuerpo con el fuego de la fiebre.

17 El Dios Santo, luz de Israel,

se convertirá en llama de fuego,

y en un día quemará y destruirá

todos los espinos y matorrales que hay en el país.

18 Destruirá completamente

la belleza de sus bosques y sus huertos.

Los dejará como un enfermo que ya no tiene fuerzas.

19 Y serán tan pocos los árboles que queden en el bosque,

que hasta un niño los podrá contar.

20 En ese tiempo

los pocos que hayan quedado de Israel,

aquellos del pueblo de Jacob que se hayan salvado,

no volverán a apoyarse en el que los destruyó

sino que se apoyarán firmemente

en el Señor, el Dios Santo de Israel.

21 Unos cuantos del pueblo de Jacob

se volverán hacia el Dios invencible.

22 Aunque tu pueblo, Israel, sea tan numeroso

como los granos de arena del mar,

sólo unos cuantos volverán.

La destrucción está decidida

y se hará justicia por completo.

23 Porque el Señor todopoderoso

ha decidido la destrucción

y la va a llevar a cabo en todo el país.

24 El Señor todopoderoso dice así:

«Pueblo mío, que vives en Sión,

no tengas miedo a los asirios,

aunque te golpeen con su vara

y levanten su bastón contra ti

como hicieron los egipcios.

25 Porque dentro de muy poco tiempo

va a llevarse a cabo el castigo,

y mi ira los destruirá.

26 El Señor todopoderoso los castigará

como cuando derrotó a Madián

en la roca de Oreb,

y mostrará su poder contra Asiria

como cuando lo mostró contra Egipto.

27 En ese día se te quitará

la carga que han puesto sobre tus espaldas,

y será quebrado el yugo que te han puesto en la nuca.»

El avance de los asirios

El invasor viene por Rimón,

28 llega a Aiat,

pasa por Migrón,

deja la carga en Micmás,

29 cruza el paso del torrente,

acampa en Gueba;

Ramá se llena de terror,

Guibeá de Saúl sale huyendo.

30 ¡Da gritos, Bat-galim!

¡Óyelos, Laisa!

¡Responde, Anatot!

31 Madmená sale huyendo,

los habitantes de Guebim se esconden.

32 Hoy mismo se detiene el invasor en Nob;

da la señal de atacar el monte Sión,

la colina de Jerusalén.

33 Miren, el Señor todopoderoso

derriba los árboles con fuerza terrible;

los más altos caen cortados,

los más elevados se vienen al suelo.

34 Con un hacha derriba lo más espeso del bosque,

y los árboles más bellos del Líbano se derrumban.

Isaías 11

El descendiente de Jesé trae un reinado de paz y justicia

1 De ese tronco que es Jesé, sale un retoño;

un retoño brota de sus raíces.

2 El espíritu del Señor estará continuamente sobre él,

y le dará sabiduría, inteligencia,

prudencia, fuerza,

conocimiento y temor del Señor.

3 Él no juzgará por la sola apariencia,

ni dará su sentencia fundándose en rumores.

4 Juzgará con justicia a los débiles

y defenderá los derechos de los pobres del país.

Sus palabras serán como una vara para castigar al violento,

y con el soplo de su boca hará morir al malvado.

5 Siempre irá revestido de justicia y verdad.

6 Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz,

el tigre y el cabrito descansarán juntos,

el becerro y el león crecerán uno al lado del otro,

y se dejarán guiar por un niño pequeño.

7 La vaca y la osa serán amigas,

y sus crías descansarán juntas.

El león comerá pasto, como el buey.

8 El niño podrá jugar en el hoyo de la cobra,

podrá meter la mano en el nido de la víbora.

9 En todo mi monte santo

no habrá quien haga ningún daño,

porque así como el agua llena el mar,

así el conocimiento del Señor llenará todo el país.

10 En ese tiempo

el retoño de esta raíz que es Jesé

se levantará como una señal para los pueblos;

las naciones irán en su busca,

y el sitio en que esté será glorioso.

Regreso triunfal de los desterrados

11 En ese tiempo mostrará otra vez el Señor su poder

reconquistando el resto de su pueblo,

haciéndolo volver de Asiria y de Egipto,

de Patros, de Etiopía, de Elam,

de Sinar, de Hamat y de los países del mar.

12 Levantará una señal para las naciones

y reunirá a los israelitas que estaban desterrados;

juntará desde los cuatro puntos cardinales

a la gente de Judá que estaba dispersa.

13 La envidia de Efraín terminará,

y el rencor de Judá se calmará;

Efraín no tendrá envidia de Judá,

y Judá no sentirá rencor contra Efraín.

14 Los dos se lanzarán hacia el occidente contra los filisteos

y les caerán por la espalda;

juntos les quitarán las riquezas a las tribus de oriente.

Su poder llegará hasta Edom y Moab,

y dominarán a los amonitas.

15 El Señor les abrirá un camino por el Mar Rojo,

extenderá su brazo sobre el río Éufrates,

hará soplar un viento terrible

que lo dividirá en siete brazos,

y podrán cruzarlos sin quitarse las sandalias.

16 Cuando ese resto del pueblo del Señor vuelva de Asiria,

encontrará un amplio camino,

como Israel cuando salió de Egipto.

Isaías 12

Canto de acción de gracias

1 En ese tiempo dirás:

«Te doy gracias, Señor,

porque aunque estuviste enojado conmigo,

tu ira ya pasó

y me has devuelto la paz.

2 Dios es quien me salva;

tengo confianza, no temo.

El Señor es mi refugio y mi fuerza,

él es mi salvador.»

3 También ustedes podrán ir a beber con alegría

en esa fuente de salvación,

4 y entonces dirán:

«Den gracias e invoquen al Señor,

cuenten a las naciones las cosas que ha hecho,

recuérdenles que él está por encima de todo.

5 Canten al Señor, porque ha hecho algo grandioso

que debe conocerse en toda la tierra.

6 Den gritos de alegría, habitantes de Sión,

porque el Dios Santo de Israel está en medio de ustedes

con toda su grandeza.»

Isaías 13

Profecía contra Babilonia

1 Palabras proféticas contra Babilonia, las cuales recibió por revelación Isaías, hijo de Amós:

2 «¡Alcen en un monte pelado la señal de combate!

¡Den la orden de ataque a los soldados!

¡Levanten la mano para que avancen

por las puertas de los nobles!

3 Ya he llamado a mis valientes,

he dado órdenes a mis guerreros consagrados,

a los que se alegran por mi triunfo,

para que ejecuten mi castigo.»

4 Se oye un griterío en los montes,

como de mucha gente.

Se oye el rugir de las naciones,

de los pueblos que se han reunido.

El Señor todopoderoso pasa revista

a sus tropas dispuestas para la batalla.

5 Vienen de un país lejano,

de más allá del horizonte.

Es el Señor con los instrumentos de su ira,

que viene a destruir toda la tierra.

6 Den alaridos, porque el día del Señor está cerca,

llega como un golpe del Todopoderoso.

7 Entonces todo el mundo dejará caer los brazos,

todos perderán el valor

8 y quedarán aterrados.

Les vendrá una angustia y un dolor tan grandes

que se retorcerán como mujer de parto.

Unos a otros se mirarán asombrados

y les arderá la cara de vergüenza.

9 Ya llega el día del Señor,

día terrible, de ira y furor ardiente,

que convertirá la tierra en desierto

y acabará con los pecadores que hay en ella.

10 Las estrellas y constelaciones del cielo

dejarán de dar su luz;

el sol se oscurecerá apenas salga,

y la luna no brillará.

11 El Señor dice:

«Voy a castigar al mundo por su maldad,

a los malvados por sus crímenes.

Voy a terminar con la altanería de los orgullosos,

voy a humillar a los soberbios e insolentes.

12 Voy a hacer que los hombres sean

más escasos que el oro fino de Ofir.

13 Entonces el cielo se estremecerá

y la tierra se moverá de su sitio

por la ira que tendré en ese día,

por mi ardiente furor.

14 »La gente parecerá gacela perseguida,

o un rebaño cuando se dispersa

y no hay nadie que lo junte.

Cada uno se volverá a su propio país,

huirá a su propia tierra.

15 Todo el que se deje encontrar será apuñalado,

todo el que se deje agarrar caerá asesinado.

16 Ante sus propios ojos

estrellarán contra el suelo a sus hijos pequeños;

sus casas serán saqueadas

y violadas sus esposas.

17 Voy a incitar contra ellos al pueblo de los medos,

gente que no se preocupa por la plata

y a la que el oro no le llama la atención.

18 Con sus flechas derribarán a los jóvenes.

No tienen compasión de los recién nacidos, ni sienten lástima por los niños.

19 Y Babilonia, la perla de las naciones,

joya y orgullo de los caldeos,

quedará como Sodoma y Gomorra,

cuando yo las destruí.

20 Nunca más volverá a ser habitada,

nadie volverá a vivir jamás en ella.

Los árabes no volverán a acampar allí,

ni los pastores harán que allí descansen sus rebaños.

21 Allí habitarán los gatos monteses,

las lechuzas llenarán las casas,

los avestruces vivirán en ella,

y también retozarán los chivos.

22 Los chacales aullarán en los castillos,

y en los lujosos palacios habrá lobos.

Ya se le acerca su hora a Babilonia;

no le quedan muchos días.»

Isaías 14

Regreso del destierro

1 Sí, el Señor tendrá misericordia de Jacob. De nuevo tendrá a Israel como su elegido, y hará que los israelitas vuelvan a establecerse en su tierra. Los extranjeros se acercarán a ellos, se unirán al pueblo de Jacob.

2 Muchas naciones recibirán a los israelitas y los acompañarán hasta su patria, y los israelitas los tomarán como esclavos en la tierra del Señor. Los israelitas llevarán presos a quienes antes los habían puesto presos, y dominarán a quienes antes los oprimieron.

Burla al rey de Babilonia

3 Pueblo de Israel, cuando el Señor te haga descansar de tus sufrimientos, de tus penas y de la cruel esclavitud a que fuiste sometido,

4 recitarás este poema para burlarte del rey de Babilonia:

«¡Miren en qué vino a parar el tirano!

¡Miren en qué vino a parar su arrogancia!

5 El Señor ha roto el poder del malvado,

ha hecho pedazos la vara del tirano

6 que castigaba a las naciones con ira

y las golpeaba sin parar,

que aplastaba a los pueblos con furor

y los perseguía sin compasión.

7 Toda la tierra está en paz y tranquila,

y grita de alegría.

8 Hasta los pinos y los cedros del Líbano

se alegran de tu ruina

y dicen: “Desde que tú caíste,

nadie ha vuelto a cortarnos.”

9 Abajo, entre los muertos, hay gran agitación

y salen a recibirte.

Las sombras de los muertos se despiertan,

todos los jefes de la tierra salen a tu encuentro;

todos los reyes de los pueblos

se levantan de sus tronos.

10 Todos ellos toman la palabra

y te dicen:

“Tú también has perdido tu fuerza,

has llegado a ser como nosotros.

11 Aquí vinieron a parar tu orgullo

y tu música de cítaras.

Tu cama es podredumbre,

tus mantas son gusanos.”

12 »¡Cómo caíste del cielo,

lucero del amanecer!

Fuiste derribado por el suelo,

tú que vencías a las naciones.

13 Pensabas para tus adentros:

“Voy a subir hasta el cielo;

voy a poner mi trono

sobre las estrellas de Dios;

voy a sentarme allá lejos en el norte,

en el monte donde los dioses se reúnen.

14 Subiré más allá de las nubes más altas;

seré como el Altísimo.”

15 ¡Pero en realidad has bajado al reino de la muerte,

a lo más hondo del abismo!

16 Los que te ven se quedan mirándote,

y fijando su atención en ti, dicen:

“¿Éste es el hombre que hacía temblar la tierra,

que destruía las naciones,

17 que dejó el mundo hecho un desierto,

que arrasaba las ciudades

y no dejaba libres a los presos?”

18 Todos los reyes de las naciones descansan con honor,

cada uno en su tumba;

19 a ti, en cambio, te arrojan lejos del sepulcro

como basura repugnante,

como cadáver pisoteado,

entre gente asesinada, degollada,

arrojada al abismo lleno de piedras.

20 No te enterrarán como a los otros reyes,

porque arruinaste a tu país

y asesinaste a la gente de tu pueblo.

La descendencia de los malhechores

no durará para siempre.

21 Prepárense para matar a los hijos

por los crímenes que sus padres cometieron,

para que no piensen más en dominar la tierra

ni en llenar el mundo de ciudades.»

22 El Señor todopoderoso afirma:

«Voy a entrar en acción contra ellos,

voy a acabar con el nombre de Babilonia

y con lo que quede de ella,

con sus hijos y sus nietos.

23 La convertiré en un pantano,

en región plagada de lechuzas.

La barreré con la escoba de la destrucción.»

Es el Señor todopoderoso quien lo afirma.

Asiria será destruida

24 El Señor todopoderoso ha jurado:

«Sin duda alguna, lo que yo he decidido, se hará;

lo que yo he resuelto, se cumplirá.

25 Destruiré al pueblo asirio en mi país,

lo aplastaré en mis montañas.

Su yugo dejará de oprimir a mi pueblo,

su tiranía no pesará más sobre sus hombros.

26 Ésta es mi decisión en cuanto a toda la tierra.

Mi mano amenaza a todas las naciones.»

27 El Señor todopoderoso lo ha decidido,

y nadie podrá oponérsele.

Su mano está amenazando,

y nadie lo hará cambiar de parecer.

Profecía contra los filisteos

28 El año en que murió el rey Ahaz, Isaías pronunció esta profecía:

29 No te alegres, nación filistea,

de que haya sido quebrada la vara con que te castigaban,

pues de donde salió una serpiente saldrá una víbora,

más aún, saldrá un dragón volador.

30 Los pobres tendrán en mis campos pasto para sus rebaños,

y la gente sin recursos descansará tranquila.

Yo, en cambio, haré que tu gente muera de hambre,

y mataré a los pocos que te queden.

31 ¡Laméntense, ciudades filisteas,

griten de dolor, tiemblen de espanto!

Porque del norte viene un ejército como una nube de humo;

ni un solo hombre se sale de las filas.

32 ¿Qué se puede responder a los enviados de ese país?

Que el Señor ha dado firmeza a Sión,

y los afligidos de su pueblo se refugiarán allí.

Isaías 15

Profecía contra Moab

1 Profecía contra Moab:

En la noche en que Ar fue destruida,

ocurrió la ruina de Moab;

en la noche en que Quir fue destruida,

ocurrió la ruina de Moab.

2 La gente de Dibón sube a llorar

al templo situado en la colina.

Moab se lamenta de la destrucción

de Nebo y de Medebá.

Todos tienen la cabeza rapada,

la barba cortada.

3 Por las calles va la gente con ropas ásperas;

en las terrazas gritan de dolor.

En las plazas todo el mundo se lamenta

y se deshace en lágrimas.

4 Hesbón y Elalé piden socorro;

hasta en Jahas se oyen sus gritos.

Por eso se acobardan los guerreros de Moab

y se llenan de terror.

5 Mi corazón pide socorro para Moab;

su gente sale huyendo hasta Sóar, hasta Eglat-selisiya.

Por la cuesta de Luhit suben llorando;

por el camino de Horonaim

lanzan gritos de dolor ante el desastre.

6 Los pozos de Nimrim han quedado secos,

la hierba está marchita, muerta la vegetación,

no queda ni una hoja verde.

7 Por eso la gente recoge sus riquezas

y las lleva más allá del arroyo de los Álamos.

8 El grito de socorro da la vuelta

por las fronteras de Moab;

los lamentos llegan hasta Eglaim

y hasta Beer-elim.

9 Aunque los pozos de Dimón están llenos de sangre,

aún le enviaré mayores males;

un león devorará a los que se salven de Moab,

a los que queden con vida en la tierra.

Isaías 16

La gente de Moab se refugia en Judá

1 Desde Selá en el desierto,

los jefes del país envían corderos

hasta el monte Sión.

2 Los habitantes de Moab en el paso del Arnón

son como pájaros espantados

que huyen de su nido.

3 Dicen a Sión:

«Haz planes para protegernos,

toma tú nuestra defensa.

Extiende tu sombra en pleno mediodía,

como si fuera de noche;

ofrece asilo a los desterrados,

no traiciones a los fugitivos.

4 Deja que se refugien en ti

los fugitivos de Moab.

Sírveles de asilo

frente al destructor.»

Cuando termine la opresión

y la destrucción haya pasado,

cuando el invasor se vaya del país,

5 un descendiente de David alcanzará el reinado,

reinado estable fundado en la bondad.

Será un juez honrado,

que establecerá el derecho

y hará llegar pronto la justicia.

6 Conocemos el orgullo enorme de Moab:

su arrogancia, su altivez, su soberbia

y su inútil charlatanería.

7 Por eso todos los habitantes de Moab

llorarán por su nación;

afligidos en extremo, se dolerán

por los hombres de Quir-haréset.

8 Los viñedos de Hesbón y de Sibmá

han quedado marchitos,

destrozados por los señores de las naciones.

Sus ramas llegaban hasta Jazer,

se extendían por el desierto

y alcanzaban hasta más allá del mar.

9 Por eso lloro por los viñedos de Sibmá,

lo mismo que por Jazer,

y derramo lágrimas por Hesbón y Elalé,

porque sobre sus frutos y cosechas

resonó el grito de guerra.

10 La alegría y el bullicio se acabarán en los campos;

no habrá más gritos de alegría

ni cantos en los viñedos,

ni exprimirán más las uvas para sacar vino.

Los gritos se acabaron.

11 Mi corazón se estremece como un arpa

por Moab y por Quir-haréset.

12 Por más que Moab vaya a las colinas

y ruegue allí hasta el cansancio,

por más que vaya a su templo a orar,

nada va a conseguir.

13 Éstas fueron las palabras que dijo el Señor contra Moab hace mucho tiempo.

14 Ahora dice el Señor:

«Dentro de tres años,

tal como los cuenta un obrero que vive de su salario,

la grandeza de Moab se hará despreciable,

a pesar de su inmenso gentío;

sólo quedará un puñado pequeño, impotente.»