Jeremías 19

Acción simbólica del cántaro roto

1 El Señor me dijo: «Ve y compra un cántaro de barro, y llama a algunos ancianos del pueblo y a algunos sacerdotes ancianos.

2 Luego sal al Valle de Ben-hinom, frente a la Puerta de los Tiestos, y proclama allí el mensaje que voy a comunicarte.

3 Di: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen este mensaje del Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a enviar una calamidad tan grande sobre este lugar, que todo el que oiga la noticia quedará aturdido.

4 Porque los israelitas me abandonaron y convirtieron este lugar en tierra extraña; en él ofrecieron incienso a otros dioses, que no conocían ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá, y lo llenaron de sangre de gente inocente.

5 Además construyeron altares para quemar a sus hijos en holocausto a Baal, cosa que yo no les ordené ni les dije, y que ni siquiera me pasó por la mente.

6 Por eso vendrán días en que este lugar ya no se llamará Tófet ni Valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. Yo, el Señor, lo afirmo.

7 En este lugar haré pedazos los planes de Judá y de Jerusalén. Haré que sus enemigos mortales los derroten y los maten, y que sus cadáveres sirvan de comida a las aves de rapiña y a las fieras.

8 Convertiré esta ciudad en un desierto, en algo que cause espanto. Todos los que pasen por ella se quedarán espantados y asombrados al ver su completa destrucción.

9 Haré que la gente se coma a sus propios hijos e hijas, y que se coman unos a otros a causa de la situación desesperada a que los someterán sus enemigos mortales durante el sitio de la ciudad.”

10 »Después de decir esto, haz pedazos el cántaro a la vista de los hombres que te acompañan,

11 y diles: “El Señor todopoderoso dice: Haré pedazos este pueblo y esta ciudad como quien hace pedazos un cántaro de barro, que ya no se puede reparar. La gente tendrá que enterrar a los muertos en Tófet, por no haber más lugar donde enterrarlos.

12 Así haré con esta ciudad y sus habitantes. La dejaré en las mismas condiciones que a Tófet. Yo, el Señor, lo afirmo.

13 Las casas de Jerusalén, los palacios de los reyes de Judá y las azoteas de las casas donde ofrecían incienso a todos los astros y derramaban ofrendas de vino a otros dioses, serán considerados impuros, lo mismo que Tófet.”»

14 Después de esto, Jeremías regresó de Tófet, adonde el Señor lo había enviado a hablar en su nombre, y parándose en el atrio del templo, dijo a todo el pueblo:

15 «El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: “Voy a enviar a esta ciudad y a todos sus poblados todos los castigos que les he anunciado, porque se han puesto tercos para no obedecer mis palabras.”»

Jeremías 20

Profecía acerca de Pashur, enemigo de Jeremías

1 Cuando Pashur, hijo de Imer, que era sacerdote e inspector mayor en el templo, oyó a Jeremías pronunciar esta profecía,

2 mandó que lo golpearan y lo sujetaran en el cepo que estaba en la Puerta Superior de Benjamín, junto al templo.

3 Un día después mandó que quitaran a Jeremías del cepo, y entonces Jeremías le dijo: «El Señor te ha cambiado el nombre de Pashur por el de Magor-misabib.

4 Porque el Señor dice: “Te voy a convertir en terror para ti mismo y para todos tus amigos; ante tus propios ojos, tus amigos caerán bajo la espada de sus enemigos. Entregaré a todos los habitantes de Judá en manos del rey de Babilonia, el cual los llevará desterrados a Babilonia o los pasará a cuchillo.

5 Entregaré también en manos de sus enemigos todas las riquezas de esta ciudad, todas sus posesiones y objetos de valor, y todos los tesoros de los reyes de Judá, para que se los lleven a Babilonia.

6 Y tú, Pashur, serás desterrado a Babilonia, junto con toda tu familia. Allí morirás y allí te enterrarán a ti y a todos los amigos a quienes profetizabas cosas falsas.”»

Quejas de Jeremías ante el Señor

7 Señor, tú me engañaste,

y yo me dejé engañar;

eras más fuerte, y me venciste.

A todas horas soy motivo de risa;

todos se burlan de mí.

8 Siempre que hablo es para anunciar

violencia y destrucción;

continuamente me insultan y me hacen burla

porque anuncio tu palabra.

9 Si digo: «No pensaré más en el Señor,

no volveré a hablar en su nombre»,

entonces tu palabra en mi interior

se convierte en un fuego que devora,

que me cala hasta los huesos.

Trato de contenerla,

pero no puedo.

10 Puedo oír que la gente cuchichea:

«¡Hay terror por todas partes!»

Dicen: «¡Vengan, vamos a acusarlo!»

Aun mis amigos esperan

que yo dé un paso en falso.

Dicen: «Quizá se deje engañar;

entonces lo venceremos y nos vengaremos de él.»

11 Pero tú, Señor, estás conmigo

como un guerrero invencible;

los que me persiguen caerán,

y no podrán vencerme;

fracasarán, quedarán avergonzados,

cubiertos para siempre de deshonra inolvidable.

12 Señor todopoderoso,

tú que examinas con justicia,

tú que ves hasta lo más íntimo del hombre,

hazme ver cómo castigas a esa gente,

pues he puesto mi causa en tus manos.

13 ¡Canten al Señor, alaben al Señor!,

pues él salva al afligido del poder de los malvados.

14 ¡Maldito el día en que nací!

¡Que el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito!

15 ¡Maldito el que alegró a mi padre

con la noticia de que un hijo varón le había nacido!

16 ¡Que ese hombre sea como las ciudades

que Dios destruye para siempre!

¡Que oiga de mañana gritos de dolor,

y alarma de guerra a mediodía,

17 pues Dios no me hizo morir en el seno de mi madre!

Así ella hubiera sido mi sepulcro,

y yo nunca habría nacido.

18 ¿Por qué salí del vientre

sólo para ver dolor y penas,

y para terminar mi vida cubierto de vergüenza?

Jeremías 21

Anuncio del castigo a Jerusalén

1-2 El rey Sedequías envió a Pashur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maaseías, a ver a Jeremías y a decirle: «Por favor, consulta al Señor por nosotros, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos está atacando. Tal vez quiera el Señor hacer uno de sus milagros y obligue a Nabucodonosor a retirarse.»

Entonces habló el Señor a Jeremías,

3 y éste respondió a los enviados de Sedequías: «Díganle a Sedequías

4 que el Señor, el Dios de Israel, dice: “Voy a hacer retroceder a las tropas con las que, fuera de las murallas, están ustedes respondiendo al ataque del rey de Babilonia y de los caldeos, y las reuniré en medio de esta ciudad.

5 Yo mismo pelearé contra ustedes, con gran despliegue de poder y con ardiente ira y gran furor.

6 Mataré a todos los habitantes de esta ciudad; hombres y animales morirán de una peste terrible.

7 Después entregaré a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor y de sus otros enemigos mortales, junto con sus oficiales y tropas y la gente que haya quedado con vida en la ciudad después de la peste, la guerra y el hambre. Yo haré que los maten a filo de espada, sin piedad ni compasión. Yo, el Señor, lo afirmo.

8 »”Anuncia también al pueblo que yo, el Señor, digo: Les doy a escoger entre el camino de la vida y el camino de la muerte.

9 El que se quede en esta ciudad morirá en la guerra, o de hambre o de peste. En cambio, el que salga y se entregue a los caldeos que están ahora atacando la ciudad, no morirá; al menos podrá salvar su vida.

10 Porque yo he decidido traer mal en vez de bien sobre esta ciudad. Voy a entregársela al rey de Babilonia, y él le prenderá fuego. Yo, el Señor, lo afirmo.

Anuncio contra el rey de Judá

11-12 »”A la casa real de Judá, a la casa del rey David, dile de mi parte:

»”‘Escucha el mensaje del Señor:

Haz justicia todos los días;

libra de explotadores a los oprimidos,

no sea que, por tus malas acciones,

mi enojo se encienda como un fuego

y arda sin que nadie pueda apagarlo.

Anuncio de castigo a Jerusalén

13 »”’Ciudad que dominas el valle,

como peñasco en la llanura,

yo, el Señor, me declaro contra ti.

Ustedes dicen: ¿Quién podrá atacarnos?

¿Quién podrá llegar hasta nuestro refugio?

14 Yo los castigaré como merecen sus acciones;

prenderé fuego a sus bosques,

y ese fuego devorará todos los alrededores.

Yo, el Señor, lo afirmo.’”»

Jeremías 22

Mensaje a la casa real de Judá

1 El Señor me dijo: «Baja al palacio real y proclama este mensaje

2 ante el rey de Judá, que está sentado en el trono de David, y ante sus funcionarios y la gente de la ciudad: “Escuchen la palabra del Señor.

3 Practiquen en este lugar la justicia y la rectitud, libren del explotador al oprimido, no humillen ni maltraten a los extranjeros, los huérfanos y las viudas. No maten gente extranjera en este lugar.

4 Si de veras hacen esto que les mando, seguirá habiendo reyes que ocupen el trono de David, los cuales entrarán en carrozas y a caballo por las puertas de este palacio, acompañados de los funcionarios y del pueblo.

5 Pero si no hacen caso de estas advertencias, este palacio quedará convertido en ruinas. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

6 Porque el Señor dice acerca del palacio del rey de Judá:

«Tú eres para mí como el monte Galaad,

como la cumbre del Líbano,

pero juro que te convertiré en desierto,

en un lugar sin habitantes.

7 Voy a enviar gente armada contra ti,

con la misión de destruirte.

Cortarán tus hermosas columnas de cedro

y las echarán al fuego.

8 »Gentes de muchas naciones pasarán después junto a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: “¿Por qué trató así el Señor a esta ciudad tan grande?”

9 Y responderán: “Porque abandonaron la alianza que el Señor, su Dios, había hecho con ellos, y adoraron y dieron culto a otros dioses.”»

Mensaje de Jeremías acerca de Salum (Joacaz)

10-11 No lloren por el rey Josías,

no lloren por su muerte;

lloren más bien por su hijo Salum,

que se va para no volver;

ya no verá más su tierra natal.

Pues el Señor dice acerca de Salum, hijo de Josías, rey de Judá, que ocupó el trono después de su padre, y que salió de este lugar: «No regresará,

12 sino que morirá en el país adonde lo llevaron desterrado, y no volverá a ver este país.

Mensaje acerca de Joaquim

13 »¡Ay de ti, que a base de maldad e injusticias

construyes tu palacio y tus altos edificios,

que haces trabajar a los demás

sin pagarles sus salarios!

14 Que dices: “Voy a construirme un gran palacio,

con amplias salas en el piso superior.”

Y le abres ventanas,

recubres de cedro sus paredes

y lo pintas de rojo.

15 ¿Piensas que ser rey

consiste en vivir rodeado de cedro?

Tu padre gozó de la vida;

pero actuaba con justicia y rectitud,

y por eso le fue bien.

16 Defendía los derechos de pobres y oprimidos,

y por eso le fue bien.

Eso es lo que se llama conocerme.

Yo, el Señor, lo afirmo.

17 »Pero tú sólo te preocupas

por las ganancias mal habidas;

haces morir al inocente,

y oprimes y explotas a tu pueblo.»

18 El Señor dice acerca de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá:

«No habrá nadie que llore su muerte.

No habrá nadie que llore y diga:

“¡Ay, hermano! ¡Ay, hermana!

¡Ay, Señor! ¡Ay, Majestad!”

19 Lo enterrarán como a un asno:

lo arrastrarán y lo echarán

fuera de Jerusalén.»

Mensaje acerca de Jerusalén

20 «¡Judá, sube al monte Líbano y grita!

¡Levanta la voz en las montañas de Basán!

¡Grita desde las colinas de Abarim,

pues todos tus amantes han sido derrotados!

21 Yo te hablé en el tiempo de tu prosperidad,

pero no quisiste oírme.

Así lo has hecho desde tu juventud:

¡no has querido escuchar mi voz!

22 El viento arrastrará a todos tus jefes,

y tus amantes irán al destierro.

Quedarás avergonzada y humillada

por causa de todas tus maldades.

23 Tú estás ahora tranquila en tu nido,

entre los cedros traídos del Líbano,

¡pero ya sufrirás cuando te vengan dolores,

dolores como de parto!»

Mensaje de Dios al rey Jeconías

24 El Señor ha dicho a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá: «Lo juro por mi vida: Aunque fueras un anillo de sellar puesto en mi mano derecha, te arrancaría de ahí

25 para entregarte a tus enemigos mortales, a los que tú tanto temes. Te entregaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a los caldeos.

26 Y te arrojaré a ti y a tu madre a una tierra que no los vio nacer, y allá morirán los dos.»

27 Así que ellos no volverán a la tierra a la que tanto desearán volver.

Exclamación del profeta

28 ¿Es Jeconías una vasija rota e inútil,

un trasto que nadie quiere?

¿Por qué son lanzados él y sus hijos

a una tierra desconocida?

29 ¡Tierra, tierra, tierra;

escucha la palabra del Señor!

30 El Señor dice:

«Anoten a este hombre en los registros

como un hombre sin hijos,

como un hombre que fracasó en la vida.

Porque ninguno de sus descendientes

llegará a ocupar el trono de David

para reinar de nuevo en Judá.»

Jeremías 23

Esperanzas para el futuro

1 El Señor afirma: «¡Ay de los pastores que dejan que mis ovejas se pierdan y dispersen!»

2 El Señor, el Dios de Israel, dice a los pastores que gobiernan a su pueblo: «Ustedes han dispersado mis ovejas, las han hecho huir y no las han cuidado. Pues bien, yo tendré buen cuidado de castigar sus malas acciones. Yo, el Señor, lo afirmo.

3 Y yo mismo traeré el resto de mis ovejas de los países adonde las hice huir, las reuniré y las haré volver a sus pastos, para que tengan muchas crías.

4 Les pondré pastores que las cuiden, para que no tengan nada que temer ni falte ninguna de ellas. Yo, el Señor, lo afirmo.»

5 El Señor afirma:

«Vendrá un día en que haré

que David tenga un descendiente legítimo,

un rey que reine con sabiduría

y que actúe con justicia y rectitud en el país.

6 Durante su reinado, Judá estará a salvo,

y también Israel vivirá seguro.

Éste es el nombre con que lo llamarán:

“El Señor es nuestra victoria.”»,

7 El Señor afirma: «Vendrán días en que ya no jurarán diciendo: “Por la vida del Señor, que sacó a los israelitas de Egipto”,

8 sino que jurarán diciendo: “Por la vida del Señor, que sacó a los descendientes de Israel, del país del norte y de todos los demás países por donde los había dispersado.” Y vivirán en su propia tierra.»

Mensaje acerca de los profetas

9 Mensaje acerca de los profetas:

Estoy profundamente perturbado;

todo el cuerpo me tiembla,

parezco un borracho,

un hombre dominado por el vino,

por causa del Señor

y de sus palabras santas.

10 El país está lleno de adúlteros,

de gente que corre a hacer el mal,

que usa su poder para cometer injusticias.

Por eso el Señor maldijo la tierra,

y la tierra se secó,

y los pastos del desierto se quemaron.

11 El Señor afirma:

«Hasta los profetas y los sacerdotes son impíos;

en mi propio templo los he encontrado haciendo el mal.

12 Por eso su camino

será oscuro y resbaladizo:

yo haré que los empujen y caigan.

Cuando ajuste cuentas con ellos,

traeré sobre ellos la desgracia.

Yo, el Señor, lo afirmo.

13 »Yo he visto a los profetas de Samaria

hacer cosas que me ofenden:

han profetizado en nombre de Baal

y han hecho que mi pueblo Israel se extravíe.

14 Yo he visto a los profetas de Jerusalén

hacer cosas horribles:

cometen adulterios y fraudes,

animan de tal modo a los malvados

que nadie se aparta de su maldad.

Ellos y los habitantes de la ciudad

son para mí como Sodoma y Gomorra.

15 Por eso yo, el Señor todopoderoso,

digo esto contra los profetas:

Voy a darles de comer algo muy amargo;

voy a darles de beber agua envenenada,

porque de los profetas de Jerusalén

se ha extendido la maldad a todo el país.»

16 El Señor todopoderoso dice:

«Israelitas, no hagan caso

a lo que les dicen los profetas.

Lo que dicen no son más que mentiras,

cosas que ellos mismos inventan,

que yo no les he comunicado.

17 A los que desprecian mi palabra

les dicen: “Todo les saldrá bien.”

Y a los que siguen tercamente

las inclinaciones de su corazón,

les dicen: “No les vendrá ningún mal.”»

Exclamación de Jeremías

18 Pero ¿quién asistió al concilio secreto del Señor?,

¿quién ha visto o escuchado su palabra?,

¿quién le ha prestado atención?

19 La ira del Señor es como una tormenta,

como un viento huracanado

que se agita sobre los malvados.

20 La ira del Señor no cesará

hasta que él haya realizado sus propósitos.

Vendrá el tiempo en que ustedes pensarán

y entenderán estas cosas.

Mensaje del Señor contra los falsos profetas

21 «Yo no envié a esos profetas,

y ni siquiera les hablé,

pero ellos salieron corriendo

a hablar en mi nombre.

22 Si hubieran conocido mis secretos,

habrían anunciado mi palabra a mi pueblo;

lo habrían hecho apartarse de su mal camino

y dejar sus malas acciones.»

23 El Señor afirma:

«Lejos o cerca, yo soy Dios.

24 ¿Quién podrá esconderse de mi vista?

Con mi presencia lleno el cielo y la tierra.

Yo, el Señor, lo afirmo.

25 »He oído las mentiras de esos profetas que pretenden hablar en mi nombre y comunicarse en sueños conmigo.

26 ¿Hasta cuándo esos profetas van a seguir anunciando cosas falsas, inventos de su propia fantasía?

27 Con los sueños que se cuentan unos a otros, pretenden hacer que mi pueblo se olvide de mí, como también sus antepasados me olvidaron y se fueron tras Baal.

28-29 ¡Si un profeta tiene un sueño, que diga que es un sueño, pero si recibe mi palabra, que la anuncie fielmente! No se puede comparar la paja con el trigo. Mi palabra es como el fuego, como un martillo que hace pedazos la roca. Yo, el Señor, lo afirmo.

30 »Por eso me declaro contra esos profetas que se roban unos a otros mis palabras. Yo, el Señor, lo afirmo.

31 Me declaro contra esos profetas que hacen pasar como mensaje mío cosas que ellos inventan.

32 Me declaro contra esos profetas que cuentan sueños mentirosos; que con sus mentiras y habladurías hacen que mi pueblo se extravíe. Yo no los he enviado ni les he dado orden alguna, así que son incapaces de ayudar al pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo.

Cómo hablar de los mensajes del Señor

33 »Jeremías, si alguna persona del pueblo o un profeta o un sacerdote te pregunta: “¿Cuál es el encargo del Señor?” diles: “El Señor afirma que su carga son ustedes, y que la va a dejar caer.”

34 Y si un profeta o un sacerdote o una persona del pueblo usa la frase “encargo del Señor”, yo le castigaré, a él y a su familia.

35 Cuando alguien le pregunte a un amigo o familiar suyo, podrá decir: “¿Qué respuesta ha dado el Señor? ¿Qué ha dicho?”

36 Pero no vuelvan a usar la frase “encargo del Señor”, porque si alguien la usa, haré que sus palabras se le vuelvan una carga. Ustedes han pervertido el sentido de las palabras del Dios viviente, de su Dios, el Señor todopoderoso.

37 »Jeremías, pregunta a los profetas: “¿Qué respuesta ha dado el Señor? ¿Qué ha dicho?”

38 Y si dicen “encargo del Señor”, respóndeles: “El Señor dice: Puesto que ustedes siguen usando la frase que les prohibí que usaran,

39 yo los levantaré como una carga, a ustedes y a la ciudad que les di a ustedes y a sus antepasados, y los dejaré caer lejos de mí.

40 Y para siempre traeré sobre ustedes humillación y vergüenza tales que no podrán olvidarlas.”»

Jeremías 24

Visión de las canastas de higos

1 Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó desterrado a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, junto con los jefes de Judá y los artesanos y los cerrajeros, el Señor me hizo ver dos canastas de higos colocadas delante del templo.

2 Una de ellas tenía higos muy buenos, de los primeros en madurar, pero la otra tenía higos muy malos, tan malos que no se podían comer.

3 Y el Señor me preguntó: «Jeremías, ¿qué ves?» Yo respondí: «Higos. Los buenos son muy buenos; pero los malos son tan malos que no se pueden comer.»

4 Entonces me dijo el Señor:

5 «Yo, el Señor, el Dios de Israel, digo: Como a higos buenos miraré al pueblo de Judá, que mandé desterrado de aquí al país de los caldeos. Los miraré favorablemente,

6 los tendré bajo mi protección y los haré regresar a este país. Aquí los haré prosperar, y no los volveré a destruir; los plantaré, y no los volveré a arrancar.

7 Les daré entendimiento para que reconozcan que yo soy el Señor, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.

8 »En cambio, a Sedequías, rey de Judá, y a los jefes y demás habitantes de Jerusalén que se quedaron en el país, o que se instalaron en Egipto, los trataré como a los higos malos, que de malos no se pueden comer.

9 Haré con ellos algo que causará horror a todas las naciones de la tierra, y que será ejemplo de humillación, desprecio y maldición en todos los países por donde yo los disperse.

10 Les enviaré la guerra, el hambre y la peste, hasta que no quede uno solo en el país que les di a ellos y a sus antepasados.»

Jeremías 25

El enemigo que viene del norte

1 El año cuarto del reinado de Joaquim, hijo de Josías, en Judá, el Señor dirigió a Jeremías un mensaje acerca de todo el pueblo de Judá. Ése era el primer año del reinado de Nabucodonosor en Babilonia.

2 El profeta Jeremías comunicó el mensaje a todo el pueblo de Judá y a los habitantes de Jerusalén. Dijo:

3 «Desde el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón, en Judá, hasta ahora, es decir, desde hace veintitrés años, el Señor se ha dirigido a mí, y yo les he hablado a ustedes una y otra vez; pero ustedes no me han hecho caso.

4 Y a pesar de que una y otra vez el Señor les ha enviado sus siervos los profetas, ustedes no han hecho caso, ni han querido prestar ninguna atención y obedecer.

5 Ellos les han dicho: “Dejen su mala conducta y sus malas acciones; así podrán vivir en la tierra que el Señor les dio para siempre a ustedes y a sus antepasados.

6 No sigan a otros dioses; no les den culto ni los adoren. No irriten al Señor adorando dioses hechos por ustedes mismos, y él no les enviará ningún mal.”

7 Y ahora, el Señor dice: “Ustedes no han querido hacerme caso; me irritan adorando dioses hechos por ustedes mismos, y esto será para su propio mal.”

8 »Por eso dice el Señor todopoderoso: “Ya que ustedes no han hecho caso a mis advertencias,

9 voy a llamar a todos los pueblos del norte y a mi servidor Nabucodonosor, rey de Babilonia, para que vengan y ataquen a este país, a todos sus habitantes y a todas las naciones vecinas. Los voy a destruir completamente. Los convertiré para siempre en ruinas, en algo que cause terror y espanto.

10 Voy a hacer que entre ellos no vuelvan a oírse cantos de fiesta y alegría, ni cantos de bodas, ni el sonido de las piedras de moler, ni que vuelva a verse la luz de las lámparas.

11 Todo este país quedará destruido y convertido en ruinas. Durante setenta años estas naciones estarán sometidas al rey de Babilonia.

12 Y cuando se completen los setenta años, pediré cuentas de sus pecados al rey de Babilonia y a su nación, el país de los caldeos, y lo destruiré para siempre. Yo, el Señor, lo afirmo.

13 Haré caer sobre ese país todo lo que he anunciado y está escrito en este libro: todo lo que Jeremías ha dicho en mi nombre contra todas las naciones.

14 Grandes naciones y reyes poderosos los someterán también a ellos. Así les daré el pago que merecen sus acciones.”»

Castigo de las naciones

15 El Señor, el Dios de Israel, me dijo: «Mira esta copa llena del vino de mi ira. Tómala y dásela a beber a todas las naciones a las que yo te envíe.

16 Cuando beban de ella, comenzarán a vomitar y se pondrán como locos a causa de la guerra que les voy a enviar.»

17 Yo tomé la copa, de la mano del Señor, y se la di a beber a todas las naciones a las que el Señor me envió.

18 Se la di a beber a Jerusalén y a las ciudades de Judá, junto con sus reyes y jefes, para destruirlas y dejarlas convertidas en ruinas, en algo que causara terror y espanto, en el ejemplo de maldición que aún hoy siguen siendo.

19 Igualmente se la di a beber al faraón, rey de Egipto, y a sus funcionarios y jefes, y a todo su pueblo,

20 y a la gente de diversas razas que hay allí; a todos los reyes del país de Us y de la región de los filisteos: Ascalón, Gaza, Ecrón y lo que queda de Asdod;

21 a Edom, Moab y Amón;

22 a todos los reyes de Tiro y de Sidón; a todos los reyes de los países del mar Mediterráneo;

23 a las tribus de Dedán, Temá y Buz, y a los pueblos que se afeitan las sienes;

24 a todos los reyes de Arabia; a todos los reyes de las diversas razas que viven en el desierto;

25 a todos los reyes de Zimrí, Elam y Media:

26 a todos los reyes del norte, cercanos o lejanos uno del otro. Es decir, a todos los reinos de la tierra. Por último beberá el rey de Babilonia.

27 Luego me dijo el Señor: «Diles que yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, les ordeno que beban hasta que se emborrachen y vomiten y caigan al suelo para no levantarse, por causa de la guerra que les voy a enviar.

28 Y si no quieren recibir de ti la copa y beberla, diles: “El Señor todopoderoso dice: Tendrán que beberla de todos modos.

29 Pues comenzaré a enviar mis castigos sobre la ciudad que me está consagrada. ¿Y creen ustedes que van a quedar sin castigo? Pues no se quedarán sin él, porque voy a enviar la guerra a todos los habitantes de la tierra. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.”

30 »Tú, Jeremías, anúnciales en mi nombre todas esas cosas. Diles:

»“El Señor lanza su voz de trueno

desde lo alto, desde el santo lugar donde vive.

Pues contra su rebaño

grita como los que pisan las uvas,

contra todos los habitantes de la tierra.

31 El estruendo llega hasta el extremo de la tierra,

porque el Señor va a entablar un proceso contra las naciones,

va a llamar a juicio a todos los mortales,

a condenar a muerte a los malvados.

El Señor lo afirma.”»

32 El Señor todopoderoso dice:

«La calamidad va a llegar

a una nación tras otra;

una terrible tormenta se levanta

desde el extremo de la tierra.»

33 Los que el Señor haga morir ese día,

quedarán tendidos de un extremo a otro de la tierra.

Nadie llorará por ellos,

nadie recogerá sus cadáveres para enterrarlos;

quedarán tendidos en el suelo como estiércol.

34 ¡Griten, pastores, griten de dolor!

¡Ustedes, que guían el rebaño, revuélquense en el suelo!

Pues ha llegado el momento de la matanza

y a ustedes los matarán como a carneros gordos.

35 Los pastores no podrán huir,

los que guían el rebaño no podrán escapar.

36 Los pastores gritan,

gritan de dolor los que guían el rebaño,

porque el Señor ha destruido sus pastos.

37 El Señor se enojó y destruyó sus hermosos campos.

38 Salió como un león de su guarida

y el país de ellos quedó convertido en ruinas,

pues se encendió la ira del Señor

y envió una guerra terrible.

Jeremías 26

Jeremías amenazado de muerte

1 Al comienzo del reinado de Joaquim, hijo de Josías, en Judá, el Señor se dirigió a Jeremías

2 y le dijo: «Párate en el atrio del templo, y di todo lo que te ordené que dijeras a la gente que viene de las ciudades de Judá para adorar en el templo. No dejes nada por decir.

3 Quizá te hagan caso y dejen su mala conducta, y yo decida no castigarlos por sus malas acciones, como había pensado.

4 Diles que yo, el Señor, digo: “Si no me hacen caso ni cumplen las instrucciones que les he dado,

5 ni hacen caso a las advertencias de mis siervos los profetas, que una y otra vez les he enviado y a los que ustedes han desobedecido,

6 entonces haré con este templo lo que hice con el de Siló. Haré de esta ciudad un ejemplo de maldición para todas las naciones de la tierra.”»

7 Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron estas palabras que Jeremías pronunció en el templo.

8 Y cuando él terminó de decir lo que el Señor le había ordenado, los sacerdotes, los profetas y el pueblo lo agarraron y le dijeron: «¡Vas a morir!

9 ¿Cómo te atreves a decir en nombre del Señor que este templo quedará como el de Siló, y que esta ciudad será destruida y quedará sin habitantes?» Y todo el pueblo se agolpó en el templo, alrededor de Jeremías.

10 Los jefes de Judá, al oír lo que pasaba, fueron del palacio del rey al templo, y allí, en la Puerta Nueva, se sentaron.

11 Entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: «Este hombre debe ser condenado a muerte porque ha hablado contra esta ciudad. Ustedes lo oyeron con sus propios oídos.»

12 Jeremías se dirigió a los jefes y al pueblo, y les dijo: «El Señor fue quien me envió a hablar en su nombre, y a decir contra este templo y esta ciudad todo lo que ustedes han oído.

13 Mejoren su conducta y sus acciones, obedezcan al Señor su Dios y él no les enviará las calamidades que les ha anunciado.

14 En cuanto a mí, estoy en manos de ustedes; hagan conmigo lo que les parezca.

15 Pero, eso sí, sepan bien esto: si me matan, ustedes y los habitantes de esta ciudad serán culpables de matar a un inocente; porque en verdad fue el Señor quien me envió a anunciarles claramente todas esas cosas.»

16 Entonces los jefes y el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «No hay motivo para condenar a muerte a este hombre; nos ha hablado en nombre del Señor nuestro Dios.»

17 Algunos ancianos se levantaron y dijeron al pueblo que estaba allí reunido:

18 «En tiempos de Ezequías, rey de Judá, Miqueas de Moreset habló en nombre del Señor a todo el pueblo de Judá, diciéndole:

»“El Señor todopoderoso dice:

Sión quedará convertida en un campo arado,

Jerusalén quedará hecha un montón de ruinas

y la colina del templo se llenará de maleza.”

19 »¿Acaso el rey Ezequías y todo el pueblo de Judá mataron a Miqueas? Todo lo contrario: el rey sintió temor del Señor y le pidió que tuviera compasión de ellos. Entonces el Señor no envió contra ellos la calamidad que les había anunciado. ¿Y vamos nosotros a cargar con la responsabilidad de un crimen tan grande?»

20 También el profeta Urías, hijo de Semaías, de la ciudad de Quiriat-jearim, habló en nombre del Señor contra esta ciudad y contra el país, del mismo modo que Jeremías.

21 El rey Joaquim, sus funcionarios y sus jefes oyeron lo que él dijo, y el rey quiso hacerlo matar. Pero cuando Urías se enteró, tuvo miedo y huyó a Egipto.

22 El rey Joaquim envió a Egipto a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros hombres,

23 los cuales trajeron de Egipto a Urías y lo entregaron al rey Joaquim, quien mandó que lo mataran y que echaran su cadáver a la fosa común.

24 Ahicam, hijo de Safán, habló en favor de Jeremías, y esto hizo que no lo entregaran al pueblo para que lo mataran.

Jeremías 27

Acción simbólica: el yugo

1 El año cuarto del reinado de Sedequías, hijo de Josías, en Judá, el Señor se dirigió a Jeremías,

2 y le dijo: «Hazte unas correas y un yugo, y póntelo todo al cuello.

3 Luego manda un recado a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón por medio de los mensajeros que han venido a Jerusalén a visitar al rey Sedequías.

4 Ordénales decir a sus soberanos que yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo:

5 Con gran despliegue de poder hice el mundo, y los hombres y animales que hay en él, y puedo dárselo a quien yo quiera.

6 Pues bien, yo he puesto todas estas tierras bajo el poder de mi servidor Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta a los animales salvajes los he puesto bajo su dominio.

7 Todas las naciones estarán sometidas a él, a su hijo y a su nieto, hasta que a su país le llegue el momento de estar también sometido a grandes naciones y reyes poderosos.

8 Y si algunas naciones o reyes no se someten al yugo de Nabucodonosor, yo los castigaré con guerra, hambre y peste, hasta que todos queden bajo su poder. Yo, el Señor, lo afirmo.

9 »Por tanto, no hagan ustedes caso a esos profetas, adivinos o intérpretes de sueños, ni a los hechiceros que pretenden predecir el futuro y que les aconsejan no someterse al rey de Babilonia.

10 Eso que les dicen es mentira, y lo único que van a conseguir ustedes es que los destierren de su país, y que yo los disperse y mueran.

11 En cambio, a la nación que se someta al poder del rey de Babilonia, yo la dejaré quedarse en su tierra para que viva en ella y la cultive. Yo, el Señor, lo afirmo.»

12 Yo, Jeremías, repetí todo esto a Sedequías, rey de Judá, y además le dije: «Sométanse al poder del rey de Babilonia y de su pueblo, y vivirán.

13 ¿Qué necesidad hay de que mueran tú y tu pueblo a causa de la guerra, el hambre y la peste? Porque el Señor ha dicho que esto le pasará a toda nación que no se someta al rey de Babilonia.

14 No hagan caso a esos profetas que les aconsejan no someterse al rey de Babilonia, porque lo que les dicen es mentira.

15 El Señor afirma que él no los envió; falsamente hablan ellos en el nombre del Señor. Y así, el Señor acabará por dispersarlos a ustedes, y ustedes y los profetas que les han dicho esas cosas morirán.»

16 También me dirigí a los sacerdotes y a todo el pueblo, y les dije: «Esto dice el Señor: “No hagan caso a los profetas que les aseguran que muy pronto van a ser devueltos de Babilonia los utensilios del templo. Eso que les dicen es mentira.

17 ¡No les hagan caso! Sométanse al rey de Babilonia y vivirán. ¿Qué necesidad hay de que esta ciudad se convierta en un montón de ruinas?

18 Si realmente son profetas, y en verdad yo les he hablado, que me pidan a mí, el Señor todopoderoso, que no permita que sean llevados a Babilonia los utensilios que aún quedan en el templo, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén.”

19-21 »Cuando el rey Nabucodonosor se llevó de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y lo desterró a Babilonia junto con todos los hombres principales de Judá y de Jerusalén, no se llevó las columnas, ni la enorme pila de bronce para el agua, ni las bases, ni el resto de los utensilios del templo. El Señor todopoderoso dice a propósito de esos objetos que quedaron en el templo y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:

22 “Se los llevarán a Babilonia, y allí se quedarán hasta que yo quiera traerlos otra vez a este lugar. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Jeremías 28

Jeremías y el profeta Hananías

1 En el quinto mes del mismo año, es decir, del año cuarto del reinado de Sedequías en Judá, el profeta Hananías, hijo de Azur, del pueblo de Gabaón, se dirigió a Jeremías en el templo, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, y le dijo:

2 —El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: “Voy a romper el yugo del rey de Babilonia, y

3 dentro de dos años haré que sean devueltos a este lugar todos los utensilios del templo que se llevó a Babilonia el rey Nabucodonosor.

4 Y también haré que regresen a este lugar Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y toda la demás gente que salió desterrada de Judá a Babilonia. Sí, yo romperé el yugo del rey de Babilonia. Yo, el Señor, lo afirmo.”

5 El profeta Jeremías respondió al profeta Hananías, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo que se encontraba en el templo:

6 —¡Sí, ojalá el Señor haga eso! ¡Ojalá haga el Señor que se cumplan las palabras que has dicho, y que sean devueltos los utensilios del templo y regresen de Babilonia todos los desterrados!

7 Pero escucha esto que te digo a ti y a todo el pueblo:

8 Los profetas que hubo en tiempos pasados, antes que naciéramos tú y yo, anunciaron guerra, calamidad y peste contra numerosas naciones y reinos poderosos.

9 Pero cuando un profeta anuncia prosperidad, solamente si se cumplen sus palabras se comprueba que realmente el Señor lo envió.

10 Entonces Hananías le quitó a Jeremías el yugo del cuello y lo hizo pedazos,

11 al tiempo que decía delante de todo el pueblo:

—El Señor dice: “De esta misma manera, dentro de dos años quitaré del cuello de todas las naciones el yugo del rey Nabucodonosor de Babilonia, y lo romperé.”

Y Jeremías se fue.

12 Algún tiempo después de que Hananías le quitara a Jeremías el yugo que llevaba al cuello y lo rompiera, el Señor se dirigió al profeta Jeremías, y le dijo:

13 «Ve y dile a Hananías que yo, el Señor, digo: Hiciste pedazos un yugo de madera, pero yo te he preparado un yugo de hierro.

14 Porque yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo: He puesto sobre el cuello de todas esas naciones un yugo de hierro para que sirvan como esclavos al rey Nabucodonosor de Babilonia. Hasta a los animales salvajes los he puesto bajo su poder.»

15 Entonces dijo Jeremías a Hananías:

—¡Escucha, Hananías! El Señor no te ha enviado, y tú estás dando a este pueblo una falsa confianza.

16 Por eso, el Señor dice: “Te voy a enviar, sí, pero para hacerte desaparecer de la tierra. Este año morirás, porque con tus palabras has llevado al pueblo a ponerse en contra mía.”

17 Y el profeta Hananías murió en el séptimo mes de aquel mismo año.