Sofonías 1

1 Éste es el mensaje que el Señor dirigió a Sofonías en el tiempo en que Josías, hijo de Amón, era rey de Judá. Sofonías era hijo de Cusí, éste de Guedalías, éste de Amarías y éste de Ezequías.

2 Esto afirma el Señor:

«Voy a destruir completamente

todo lo que hay sobre la tierra.

3 Destruiré a los hombres y los animales, destruiré las aves y los peces,

pondré tropiezo a los malvados

y eliminaré de la tierra al hombre.»

Esto afirma el Señor:

4 «Extenderé mi mano contra el pueblo de Judá

y contra todos los que viven en Jerusalén.

Borraré de este lugar todo rastro

del falso dios Baal,

y hasta el nombre de sus sacerdotes.

5 Destruiré a los que suben a las azoteas

para adorar a los astros,

y a los que se arrodillan

jurando al mismo tiempo por mi nombre

y por el nombre del dios Milcom.

6 También destruiré a los que se apartan de mí,

a los que no me buscan ni acuden a consultarme.»

7 ¡Guarden silencio en presencia del Señor,

porque el día del Señor está cerca!

¡El Señor ha dispuesto un sacrificio

y ha consagrado a sus invitados!

8 «En el día del sacrificio

castigaré a los jefes —dice el Señor—,

a los hijos del rey

y a todos los que visten ropa extraña.

9 También castigaré en aquel día

a los que saltan sobre los umbrales,

y a los que llenan de violencia y engaños

la casa de sus amos.»

10 Esto afirma el Señor:

«En aquel día se oirán gritos de socorro

desde la Puerta de los Pescados.

Gritará la gente en el Segundo Barrio

y habrá gran ruido de derrumbes desde las colinas.

11 ¡Aúllen ustedes, habitantes del Barrio del Mortero,

porque todos los comerciantes van a morir,

todos los que trafican con dinero van a ser destruidos!

12 »En aquel tiempo tomaré una lámpara

y registraré Jerusalén.

Castigaré entonces a la gente

que se siente tranquila

como el vino reposado,

y que se dice a sí misma:

“¡El Señor no hará nada, ni bueno ni malo!”

13 Por eso, sus tesoros serán saqueados

y sus casas destruidas.

Construirán casas, pero no vivirán en ellas;

plantarán viñas, pero no beberán de su vino.»

14 ¡Ya está cerca el gran día del Señor!

¡Ya está cerca, viene de prisa!

El estruendo del día del Señor será amargo:

¡hasta los más valientes gritarán entonces!

15 Será un día de ira,

de angustia y aflicción,

de ruina y desolación,

de oscuridad y tinieblas,

de nublado y sombras profundas;

16 será un día de trompeta y de clamor

contra las ciudades fortificadas

y sus altas torres.

17 Dice el Señor:

«Pondré en apuros a la gente.

Caminarán como ciegos,

porque pecaron contra mí.

Su sangre será derramada como polvo,

y su carne amontonada como estiércol.»

18 En el día de la ira del Señor,

no salvará a la gente ni su plata ni su oro,

porque el fuego del enojo del Señor

consumirá todo el país.

¡Todos los habitantes de la tierra

quedarán destruidos en un solo instante!

Sofonías 2

1 Reúnanse, júntense ustedes,

gente falta de vergüenza,

2 antes de ser aventados

como paja, que en un día desaparece;

antes que caiga sobre ustedes

la ira ardiente del Señor;

antes que caiga sobre ustedes

el día de la ira del Señor.

3 Busquen al Señor todos ustedes,

los humildes de este mundo,

los que obedecen sus mandatos.

Actúen con rectitud y humildad,

y quizás así encontrarán refugio

en el día de la ira del Señor.

El castigo que recibirán las naciones

4 La ciudad de Gaza quedará desierta,

y Ascalón, desolada;

en pleno día serán expulsados

los que viven en Asdod,

y los de Ecrón serán arrancados de raíz.

5 ¡Ay de ustedes, gente de Creta,

que viven a orillas del mar!

Dios ha pronunciado esta sentencia contra ustedes:

«¡Canaán, país de los filisteos,

te voy a destruir y a dejar sin habitantes!

6 El país que está a orillas del mar

quedará convertido en pastizales

donde se junten los pastores,

y en corrales para los rebaños.»

7 Los sobrevivientes del pueblo de Judá

tomarán posesión de ese país

cuando el Señor su Dios venga en su ayuda

y cambie la suerte de ellos.

Allí cuidarán de sus rebaños,

y por las noches descansarán

en las casas de Ascalón.

8-9 Esto afirma el Señor todopoderoso, el Dios de Israel:

«He oído los insultos de los moabitas

y las ofensas de los amonitas.

Porque ellos han insultado a mi gente

y se han engrandecido a costa de su territorio.

Por eso, juro por mi vida

que a Moab le pasará como a Sodoma

y que los de Amón quedarán como Gomorra,

convertidos en campo de espinos,

en mina de sal,

en un lugar de permanente soledad.

Los sobrevivientes de mi pueblo los saquearán

y se quedarán con sus tierras.»

10 Éste es el pago que recibirán Moab y Amón

por haber insultado al pueblo del Señor,

por haberse engrandecido a costa

del pueblo del Señor todopoderoso.

11 El Señor será terrible con ellos.

Destruirá todos los dioses del país,

y él será adorado en todo lugar,

aun por la gente de las islas.

12 ¡También ustedes, los de Etiopía,

caerán heridos por la espada del Señor!

13 Extenderá él su mano contra el norte

para destruir Asiria,

y dejará desolada la ciudad de Nínive,

convirtiéndola en un seco desierto.

14 La madera de sus casas será arrancada,

y en ellas se echarán los rebaños de ovejas

y toda clase de animales salvajes.

El búho y el erizo

dormirán en lo alto de sus postes,

y los cuervos graznarán

en las ventanas y en los umbrales.

15 Ésa es la ciudad llena de orgullo

que vivía confiada,

de la que decían sus habitantes

que no tenía igual en el mundo.

¡Cómo ha quedado desolada

y convertida en guarida de fieras!

Cuantos pasen cerca de ella,

silbarán y harán gestos de desprecio.

Sofonías 3

Pecado y redención de Jerusalén

1 ¡Ay de Jerusalén, la ciudad rebelde,

manchada y opresora!

2 No escuchó la voz del Señor

ni aceptó ser corregida;

no confió en él;

no recurrió a su Dios.

3 Sus jefes son como leones que rugen;

sus jueces, como lobos del desierto

que no dejan ni un hueso para la mañana.

4 Sus profetas son insolentes, traidores;

sus sacerdotes profanan el santuario

y violan la ley del Señor.

5 Pero el Señor está en la ciudad;

él hace lo bueno, no lo malo.

Cada mañana, sin falta, establece su juicio.

En cambio, el malo

ni siquiera conoce la vergüenza.

6 Dice el Señor:

«He destruido naciones,

he arrasado las torres de sus murallas

y he dejado desiertas sus calles,

sin gente que pase por ellas.

¡En sus solitarias ciudades

no queda un solo habitante!

7 Pensé: “Así Jerusalén me temerá

y aceptará que la corrija;

así no quedará destruido su hogar

por haberla yo castigado.”

Pero ellos se apresuraron a cometer

toda clase de maldades.

8 Por eso, espérenme ustedes el día

en que me levante a hablar en su contra.

Yo, el Señor, lo afirmo:

He decidido reunir las naciones y los reinos

para descargar sobre ellos mi enojo,

mi ardiente ira.

¡Toda la tierra va a quedar destruida

por el fuego de mi furor!

9 »Cuando eso llegue, purificaré

el lenguaje de los pueblos,

para que todos me invoquen,

para que todos a una me sirvan.

10 Del otro lado de los ríos de Etiopía,

mi pueblo disperso vendrá suplicante

a traerme ofrendas.

11 En aquel tiempo, pueblo mío,

ya no te avergonzarás

de ninguna de las acciones

con que te rebelaste contra mí,

pues entonces quitaré de ti

a los altaneros y orgullosos,

y nunca volverás a mostrar orgullo

en mi santo monte.

12 Yo dejaré en ti gente humilde y sencilla,

que pondrá su confianza en mi nombre.

13 Los sobrevivientes del pueblo de Israel

no cometerán injusticias,

ni dirán mentiras,

ni llenarán de embustes su boca.

Podrán alimentarse

y descansar sin miedo alguno.»

Canto de alegría por Jerusalén

14 ¡Canta, ciudad de Sión!

¡Da voces de alegría, pueblo de Israel!

¡Alégrate, Jerusalén,

alégrate de todo corazón!

15 El Señor ha retirado la sentencia contra ti

y ha rechazado a tus enemigos.

El Señor, el Rey de Israel, está en medio de ti:

ya no tendrás que temer mal alguno.

16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén:

«¡No tengas miedo, Sión,

ni dejes que tus manos queden sin fuerzas!»

17 El Señor tu Dios está en medio de ti;

¡él es poderoso, y te salvará!

El Señor estará contento de ti.

Con su amor te dará nueva vida;

en su alegría cantará

18 como en día de fiesta.

El regreso de los desterrados

Dice el Señor:

«Yo te libraré entonces del mal que te amenace,

de la vergüenza que pese sobre ti.

19 En aquel tiempo actuaré

en contra de todos los que te oprimen.

Ayudaré a la oveja que cojea

y recogeré a la extraviada;

convertiré en honor y fama,

en toda la tierra,

los desprecios que les hicieron.

20 En aquel tiempo

los traeré a ustedes, los reuniré;

haré que cambie su suerte,

y les daré fama y honor

entre todos los pueblos de la tierra.

Yo, el Señor, lo he dicho.»

Habacuc 1

1 Éste es el mensaje que el Señor reveló al profeta Habacuc.

2 Señor, ¿hasta cuándo gritaré pidiendo ayuda

sin que tú me escuches?

¿Hasta cuándo clamaré a causa de la violencia

sin que vengas a librarnos?

3 ¿Por qué me haces ver

tanta angustia y maldad?

Estoy rodeado de violencia y destrucción;

por todas partes hay pleitos y luchas.

4 No se aplica la ley,

se pisotea el derecho,

el malo persigue al bueno

y se tuerce la justicia.

5 «Miren ustedes a las naciones que los rodean;

mírenlas y llénense de espanto.

Estoy a punto de hacer cosas tales

que ustedes no las creerían, si alguien se las contara.

6 Voy a poner en pie de guerra a los caldeos,

que son gente cruel, que siempre están dispuestos

a recorrer el mundo de lado a lado

para adueñarse de tierras que no les pertenecen.

7 Son espantosos y terribles,

y no reconocen más ley que la suya.

8 Sus caballos son más veloces que los leopardos,

más salvajes que los lobos del desierto.

Sus jinetes galopan en gran número

y se lanzan al ataque desde lejos,

como el águila se lanza sobre su presa.

9 Todo lo destruyen a su paso;

en su avance van sembrando el terror,

y son más los prisioneros que hacen

que las arenas que hay en el mar.

10 Se burlan de los reyes

y de la gente importante.

Se ríen de las fortalezas,

pues levantan rampas ante ellas

y las toman por asalto.

11 Pasan como un huracán;

no reconocen más dios que su propia fuerza.»

12 Señor, ¿acaso no existes tú eternamente,

mi Dios santo e inmortal?

Señor y protector mío,

tú has dado fuerza a los caldeos

para que ellos ejecuten tu justicia.

13 Tú eres demasiado puro para consentir el mal,

para contemplar con agrado la iniquidad;

¿cómo, pues, contemplas callado a los criminales,

y guardas silencio mientras el malvado

destruye a los que son mejores que él?

14 ¿Por qué tratas a los hombres

como a peces del mar,

como a animales sin gobierno?

15 Los caldeos se apoderan de otras naciones

como el pescador se apodera del pescado:

lo atrapa con anzuelos y con redes,

y luego, al verlo todo junto, se llena de alegría.

16 Por eso el pescador adora sus redes y anzuelos,

y ofrece sacrificios y quema incienso en su honor,

pues gracias a ellos tiene comida buena y abundante.

17 Así, ¿seguirán los caldeos pescándonos con sus redes?

¿Seguirán matando sin compasión a la gente?

Habacuc 2

1 Estaré atento y vigilante,

como lo está el centinela en su puesto,

para ver qué me dice el Señor

y qué respuesta da a mis quejas.

2 El Señor me contestó:

«Escribe en tablas de barro lo que te voy a mostrar,

de modo que pueda leerse de corrido.

3 Aún no ha llegado el momento

de que esta visión se cumpla;

pero no dejará de cumplirse.

Tú espera, aunque parezca tardar,

pues llegará en el momento preciso.

4 Escribe que los malvados son orgullosos,

pero los justos vivirán por su fidelidad a Dios.»

5 Los hombres orgullosos desean el poder;

lo buscan sin descanso y siempre quieren más,

aun cuando el poder es traicionero.

Abren su boca, como el sepulcro;

son insaciables, como la muerte,

y por eso se lanzan a conquistar

nación tras nación.

6 Pero todas las naciones conquistadas

se burlarán del que las conquistó, cantándole:

«¡Ay de ti, que te haces rico

con lo que no te pertenece!

¿Hasta cuándo seguirás amontonando

las riquezas que tomaste prestadas?»

7 Cuando menos lo esperes, llegarán tus acreedores,

despertarán los que te atormentan

y te dejarán desnudo.

8 Las naciones se unirán en contra tuya

y te saquearán como tú las saqueaste a ellas.

Te harán pagar todos tus crímenes,

las violencias que cometiste en el país

contra las ciudades y sus habitantes.

9 ¡Ay de ti, que has llenado tu casa

con el producto de tus robos,

para ponerte a salvo de todo peligro!

10 De ese modo has cubierto tu casa de vergüenza,

y has causado tu propia destrucción

al destruir a numerosas naciones.

11 Aun las piedras de los muros

y la madera de las vigas

gritarán en contra tuya.

12 ¡Ay de ti, que construyes tus ciudades

sobre la base del crimen y la injusticia!

13 El Señor todopoderoso

va a hacer inútil tu trabajo y tu fatiga,

pues todas tus obras serán destruidas por el fuego.

14 Y el conocimiento de la gloria del Señor

llenará entonces toda la tierra,

como las aguas llenan el mar.

15 ¡Ay de ti, que emborrachas a tus vecinos

dándoles vino mezclado con drogas,

para humillarlos contemplando su desnudez!

16 En lugar de honor, te cubrirás de vergüenza,

porque el Señor va a darte a beber una copa

que te hará mostrar tu incircuncisión

y convertirá en humillación tu gloria.

17 Las violencias que le hiciste al monte Líbano

se volverán en contra tuya,

y te espantarás por la matanza de sus animales.

Esto te vendrá a causa de tus crímenes

y de las violencias que cometiste en el país

contra las ciudades y sus habitantes.

18 ¿De qué sirve una escultura

en cuanto ha sido terminada?

¿De qué sirve una imagen

que sólo lleva a la mentira?

Los ídolos no pueden hablar;

¿cómo, pues, podrá confiar en ellos

el hombre que los fabrica?

19 ¡Ay de ti, que a un ídolo de madera

le dices que despierte,

y a una piedra muda, que se ponga de pie!

¿Podrán ellos comunicar mensaje alguno?

¡No, porque no tienen vida propia,

aunque estén recubiertos de oro y plata!

20 Pero el Señor está en su santo templo:

¡guarde silencio delante de él toda la tierra!

Habacuc 3

1 Ésta es una oración del profeta Habacuc.

2 Lo que oigo acerca de ti, Señor,

y de todo lo que has hecho,

me llena de profunda reverencia.

Realiza ahora, en nuestra vida,

tus grandes acciones de otros tiempos,

para que nosotros también las conozcamos.

Muéstranos así tu compasión

aun en medio de tu enojo.

3 Dios viene de la región de Temán;

del monte Parán viene el Dios Santo.

Su gloria se extiende por todo el cielo,

y el mundo entero se llena de su alabanza.

4 Viene envuelto en brillante resplandor,

y de sus manos brotan rayos de luz

que muestran el poder que en él se esconde.

5 Delante de él llegan plagas terribles,

y detrás la fiebre abrasadora.

6 La tierra tiembla cuando él se detiene;

se estremecen las naciones cuando las mira;

las viejas montañas se derrumban

y se deshacen los montes antiguos;

pero los caminos de Dios son eternos.

7 Yo he visto a la gente de Cusán

hundida en la desgracia,

a los habitantes de Madián

encogidos por el miedo.

8 ¿Te has enojado, Señor, contra los ríos?

¿Se ha encendido tu furor contra los mares?

¿Cabalgas por eso en tus caballos

y montas así en tu carro victorioso?

9 Tienes el arco preparado

y dispuestas todas tus flechas.

Con los ríos has abierto surcos en la tierra.

10 Las montañas tiemblan al verte;

cae del cielo la lluvia torrencial,

y el mar profundo da su rugido

mientras se alzan sus olas inmensas.

11 El sol y la luna no salen de su escondite

ante el vivo resplandor de tus flechas

y la luz relampagueante de tu lanza.

12 En tu enojo recorres toda la tierra;

en tu furor pisoteas las naciones.

13 Tú has salido en ayuda de tu pueblo

y del rey que tú mismo escogiste.

Has destruido el techo de la casa del malvado,

y has descubierto hasta la roca sus cimientos.

14 Mataste a su jefe con sus propias flechas,

cuando sus jinetes, como una tempestad,

se lanzaron arrogantes

a dispersar a los indefensos,

para destruirlos en secreto.

15 Con tus caballos recorres el mar,

la gran extensión de las aguas profundas.,

16 Al oír todo esto tuve miedo.

Mis labios se pusieron a temblar,

mis piernas dejaron de sostenerme

y todo mi cuerpo perdió sus fuerzas.

Aun así, esperaré tranquilo

el día en que Dios ponga en angustia

al ejército de nuestros opresores.

17-18 Entonces me llenaré de alegría

a causa del Señor mi salvador.

Le alabaré aunque no florezcan las higueras

ni den fruto los viñedos y los olivares;

aunque los campos no den su cosecha;

aunque se acaben los rebaños de ovejas

y no haya reses en los establos.

19 Porque el Señor me da fuerzas;

da a mis piernas la ligereza del ciervo

y me lleva a alturas donde estaré a salvo.

Nahúm 1

1 Libro de la profecía que Nahúm de Elcós recibió por revelación. Éste es el mensaje dirigido a la ciudad de Nínive.

2 El Señor es Dios celoso y vengador:

se venga de los que se le oponen,

y se enoja con sus enemigos.

3 El Señor es paciente pero poderoso,

y no dejará de castigar al culpable.

El Señor camina sobre la tormenta,

y las nubes son el polvo de sus pies.

4 Amenaza al mar, y lo seca.

Hace que se sequen todos los ríos.

Los campos de Basán

y el monte Carmelo se marchitan,

y se marchitan también las flores del Líbano.

5 Ante él tiemblan las montañas;

los cerros se derriten en su presencia.

Toda la tierra se estremece al verlo;

todo el mundo y los que en él viven.

6 ¿Quién podrá mantenerse de pie ante su ira?

¿Quién podrá resistir su enojo?

Su furia se derrama como fuego,

y ante él se parten en dos las peñas.

7 El Señor es bueno;

es un refugio en horas de angustia:

protege a los que en él confían.

8 Pero, como inundación que todo lo arrasa,

destruye a los que se le oponen;

la oscuridad alcanzará a sus enemigos.

9 ¿Qué están tramando ustedes en contra del Señor?

¡Él los destruirá por completo!

¡Nadie puede oponérsele dos veces!

10 Pues como espinos enmarañados,

como paja seca, serán quemados por completo.

11 De ti, Nínive, salió el que trama

lo malo en contra del Señor:

un malvado consejero.

12 Por eso dice el Señor a su pueblo:

«Aunque los asirios sean fuertes y numerosos,

serán destruidos y pasarán.

Yo te he hecho sufrir,

pero no te haré sufrir más.

13 Haré pedazos el yugo que tienes encima

y romperé tus cadenas.»

14 El Señor ordenó respecto a ti, rey de Nínive:

«No tendrás descendientes que continúen tu nombre;

del templo de tu dios destruiré

los ídolos y las estatuas,

y allí te voy a enterrar porque eres despreciable.»

Anuncio de la caída de Nínive

15 ¡Miren! ¡Ya viene sobre los montes

el mensajero que trae noticias de paz!

Celebra tus fiestas, Judá;

cumple tus promesas.

Nunca más te invadirán los malvados;

han sido destruidos por completo.

Nahúm 2

1 Nínive, el destructor marcha contra ti.

¡Monta tu guardia en la fortaleza!

¡Vigila el camino!

¡Cíñete la espada!

¡Reúne tus fuerzas!

2 Porque el Señor va a restaurar el orgullo de Jacob,

el orgullo de Israel,

como era antes de que lo saquearan

y lo dejaran como vid sin ramas.

3 Rojo es el escudo de sus guerreros

y rojo el uniforme de su ejército.

¡Están listos para el ataque!

Sus carros parecen de fuego;

sus caballos se impacientan.

4 Los carros corren con furia por las calles,

van de un lado a otro de las plazas,

son como antorchas encendidas,

pasan como relámpagos.

5 Llama el rey a sus oficiales,

y ellos se atropellan

al correr a la muralla,

al parapeto ya preparado.

6 Se abren las compuertas del río,

y el palacio se viene abajo.

7 Al destierro llevan a la reina;

la acompañan sus criadas,

que gimen como palomas

y lloran golpeándose el pecho.

8 Como el agua a través de un dique roto,

así huyen los habitantes de Nínive.

«¡Deténganse! ¡Vuelvan!» les gritan,

pero nadie vuelve.

9 ¡Roben la plata! ¡Roben el oro!

¡Las riquezas de Nínive no tienen fin!

10 Destruida, desierta, desolada,

así está Nínive.

Los corazones se deshacen de miedo,

tiemblan las rodillas,

a todos les faltan las fuerzas

y los rostros pierden el color.

11 ¿Qué queda de la cueva de los leones,

de la guarida de los cachorros de león?

Allí los leones y sus cachorros

se sentían seguros;

no había nadie que los espantara.

12 Mataba el león a su presa,

la repartía entre la leona y sus cachorros,

y llenaba de rapiña sus cuevas.

Destrucción total de Nínive

13 El Señor todopoderoso afirma:

«Aquí estoy contra ti:

voy a quemar tus carros de guerra

y a convertirlos en humo;

voy a matar tus cachorros;

acabaré con el robo que hay en tu tierra,

y no se oirá más la voz de tus mensajeros.»

Nahúm 3

1 ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,

llena de mentira y violencia;

tu rapiña no tiene fin!

2 ¡Chasquido de látigo,

estruendo de ruedas!

¡Galopar de caballos,

carros que saltan!

3 ¡Carga de caballería!

¡Brillo de espada,

resplandor de lanza!

¡Miles de heridos,

montones de muertos!

¡Cadáveres sin fin!

¡La gente tropieza con ellos!

4 Y todo por culpa de las prostituciones

de esa ramera llena de gracia y hermosura,

maestra en brujerías,

que con sus prostituciones y hechizos

embaucaba a pueblos y naciones.

5 El Señor todopoderoso afirma:

«Aquí estoy contra ti:

te voy a levantar el vestido hasta la cara,

para que las naciones te vean desnuda

y los reinos vean tu vergüenza.

6 Y echaré suciedad sobre ti;

te cubriré de deshonra y haré de ti un espectáculo.

7 Todos los que te vean

huirán de ti diciendo:

“¡Nínive está destruida!

¿Quién le tendrá compasión?

¿Dónde hallar quien la consuele?”

8 ¿Acaso eres tú mejor que Tebas,

la ciudad junto al río Nilo,

rodeada de muchas aguas,

con el río por barrera y el agua por muralla?

9 Etiopía y Egipto eran su fortaleza sin límite;

los de Fut, los libios, eran sus aliados.

10 Sin embargo, Tebas fue llevada al destierro;

sus niños fueron estrellados

en las esquinas de las calles;

sobre sus nobles echaron suertes

y sus caudillos fueron encadenados.

11 También a ti te van a emborrachar;

aturdida, te esconderás

buscando refugio de tu enemigo.

12 Todas tus fortalezas son como higueras

cargadas de higos tiernos,

que caen, si la sacuden,

en la boca de quien los come.

13 Tu ejército parece formado de mujeres;

las puertas del país

están abiertas para el enemigo;

el fuego ha destruido tus cerrojos.

14 Prepara agua, para que puedas resistir el sitio;

refuerza tus defensas.

Métete en el lodo,

pisa el barro,

toma el molde de tus ladrillos.

15 Allí te consumirá el fuego,

y la espada, como langosta,

te exterminará por completo.

¡Multiplícate como las langostas!

¡Multiplícate como los saltamontes!

16 Tus comerciantes se hicieron

más numerosos que las estrellas del cielo.

(La langosta cambia de piel y vuela.)

17 Tus guardianes son como langostas;

y los encargados de reclutar tus tropas

son como nubes de insectos:

cuando hace frío, se posan en las paredes;

cuando sale el sol, se van; nadie sabe dónde.

18 »¡Cómo duermen tus pastores,

oh rey de Asiria!

Tus oficiales descansan,

tus tropas andan dispersas por los montes

y no hay quien las reúna.

19 ¡No hay remedio para tu herida;

tu llaga es incurable!

Todos los que oyen de tu desgracia

aplauden de alegría,

pues, ¿quién no sufrió tu maldad sin fin?»

Miqueas 1

Juicio de Dios sobre Samaria

1 Éste es el mensaje que el Señor dirigió a Miqueas de Moréset y lo que por revelación le comunicó acerca de Samaria y Jerusalén, en el tiempo en que Jotam, Ahaz y Ezequías reinaban en Judá.

2 Pueblos todos, escuchen esto;

habitantes de todo el país, pongan atención:

El Señor, desde su santo templo,

va a ser testigo contra ustedes.

3 El Señor saldrá del lugar donde habita

y vendrá caminando sobre las cumbres de los montes.

4 Debajo de sus pies se fundirán los montes

como cera puesta al fuego,

y los valles se abrirán en dos

como cortados por las aguas de un torrente.

5 Todo esto por la rebeldía del pueblo de Jacob,

por los pecados del reino de Israel.

¿Dónde está la rebeldía de Jacob?

¡En el pueblo de Samaria!

¿Y dónde los santuarios paganos de Judá?

¡En la misma Jerusalén!

6 Por eso dice el Señor:

«Haré de la ciudad de Samaria un montón de ruinas,

un campo abierto donde plantar viñedos.

Esparciré por el valle las piedras de la ciudad

y pondré al descubierto sus cimientos.

7 Todos sus ídolos quedarán hechos pedazos,

y quemados todos sus troncos sagrados.

Puesto que fueron hechos con dinero de prostitutas,

en dinero de prostitutas los convertiré otra vez.»,

Lamento de Miqueas

8 Por eso lloraré con profunda tristeza;

por eso andaré descalzo y desnudo,

aullando como un chacal

y gritando como un pollo de avestruz.

9 Porque la herida de Samaria es incurable:

ha alcanzado a Judá

y ha llegado hasta Jerusalén,

la ciudad donde vive mi pueblo.

10 No digan esto a los habitantes de Gat;

no se echen a llorar.

Revuélquense de dolor

entre el polvo de Bet-le-afrá.

11 ¡Habitantes de Safir, vayan al destierro,

desnudos y llenos de vergüenza!

¡No saldrán los que viven en Zaanán!

¡Hay llanto en Bet-ésel,

y ustedes van a quedar sin su apoyo!

12 Los que viven en Marot se retuercen de dolor ansiando sentirse bien,

porque el Señor ha hecho que el mal llegue

a las puertas mismas de Jerusalén.

13 Ustedes, habitantes de Laquis,

que fueron rebeldes como Israel,

que fueron la causa del pecado de Sión,

enganchen caballos a sus carros.

14 Despídanse para siempre de Moréset-gat.

La ciudad de Aczib servirá de trampa

a los reyes de Israel.

15 El Señor dice:

«Contra ustedes, los que viven en Maresá,

enviaré de nuevo un conquistador,

y lo más escogido de Israel

irá a meterse en la cueva de Adulam.

16 Y tú, ciudad de Sión,

rápate la cabeza en señal de dolor,

a causa de los hijos que tanto amas.

Rápate hasta quedar calva como un buitre,

porque tus hijos van a ser llevados al destierro.»