1 Corintios 10

El criterio de la prudencia. Ejemplo de Israel

1 No quiero, hermanos, que olviden que nuestros antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que todos atravesaron el Mar Rojo.

2 De ese modo, todos ellos quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar.

3 Igualmente, todos ellos comieron el mismo alimento espiritual

4 y tomaron la misma bebida espiritual. Porque bebían agua de la roca espiritual que los acompañaba en su viaje, la cual era Cristo.

5 Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, y por eso sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

6 Todo esto sucedió como un ejemplo para nosotros, para que no deseemos lo malo, como ellos lo desearon.

7 Por eso, no adoren ustedes ídolos, como algunos de ellos lo hicieron, según dice la Escritura: «La gente se sentó a comer y beber, y luego se levantó a divertirse.»

8 No nos entreguemos a la prostitución, como lo hicieron algunos de ellos, por lo que en un solo día murieron veintitrés mil.

9 Tampoco pongamos a prueba a Cristo, como algunos de ellos lo hicieron, por lo que murieron mordidos por las serpientes.

10 Ni murmuren contra Dios, como algunos de ellos murmuraron, por lo que el ángel de la muerte los mató.

11 Todo esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos.

12 Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer.

13 Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla.

La solidaridad que se establece en la comida ritual

14 Por eso, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría.

15 Les hablo como a personas entendidas: juzguen ustedes mismos lo que les digo.

16 Cuando bebemos de la copa bendita por la cual bendecimos a Dios, participamos en común de la sangre de Cristo; cuando comemos del pan que partimos, participamos en común del cuerpo de Cristo.

17 Aunque somos muchos, todos comemos de un mismo pan, y por esto somos un solo cuerpo.

18 Fíjense en el pueblo de Israel: los que comen de los animales ofrecidos en sacrificio, participan en común del servicio en el altar.

19 Con esto no quiero decir que el ídolo tenga valor alguno, ni que la carne ofrecida al ídolo sea algo más que otra carne cualquiera.

20 Lo que digo es que cuando los paganos ofrecen algo en sacrificio, se lo ofrecen a los demonios, y no a Dios, y yo no quiero que ustedes tengan nada en común con los demonios.

21 No pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden participar de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios.

22 ¿O acaso queremos poner celoso al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?

El respeto a la conciencia del prójimo

23 Se dice: «Uno es libre de hacer lo que quiera.» Es cierto, pero no todo conviene. Sí, uno es libre de hacer lo que quiera, pero no todo edifica la comunidad.

24 No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el bien de los demás.

25 Coman ustedes de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia;

26 porque el mundo entero, con todo lo que hay en él, es del Señor.

27 Si uno que no es creyente los invita a comer, y ustedes quieren ir, coman de todo lo que les sirvan, sin preguntar nada por motivos de conciencia.

28 Ahora bien, si alguien les dice: «Esta carne fue ofrecida en sacrificio», entonces no la coman, en atención al que lo dijo y por motivos de conciencia.

29 Estoy hablando de la conciencia del otro, no de la de ustedes.

Yo no debo hacer que mi libertad sea mal juzgada por la conciencia de otra persona.

30 Si doy gracias a Dios por lo que como, no debo hacer que se hable mal de lo que para mí es motivo de dar gracias a Dios.

31 En todo caso, lo mismo si comen, que si beben, que si hacen cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.

32 No den mal ejemplo a nadie; ni a los judíos, ni a los no judíos, ni a los que pertenecen a la iglesia de Dios.

33 Yo, por mi parte, procuro agradar a todos en todo, sin buscar mi propio bien sino el de los demás, para que alcancen la salvación.

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1 Corintios 11

1 Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo.

2 Los felicito porque siempre se acuerdan de mí y mantienen las tradiciones que les trasmití.

3 Pero quiero que entiendan que Cristo es cabeza de cada hombre, y que el esposo es cabeza de su esposa, así como Dios es cabeza de Cristo.

4 Si un hombre se cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos, deshonra su cabeza.

5 En cambio, si una mujer no se cubre la cabeza cuando ora o cuando comunica mensajes proféticos, deshonra su cabeza. Es igual que si se hubiera rapado.

6 Porque si una mujer no se cubre la cabeza, más vale que se la rape de una vez. Pero si la mujer considera vergonzoso cortarse el cabello o raparse la cabeza, entonces que se la cubra.

7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, porque él es imagen de Dios y refleja la gloria de Dios. Pero la mujer refleja la gloria del hombre,

8 pues el hombre no fue sacado de la mujer, sino la mujer del hombre.

9 Y el hombre no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre.

10 Precisamente por esto, y por causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza una señal de autoridad.

11 Sin embargo, en la vida cristiana, ni el hombre existe sin la mujer, ni la mujer sin el hombre.

12 Pues aunque es verdad que la mujer fue formada del hombre, también es cierto que el hombre nace de la mujer; y todo tiene su origen en Dios.

13 Ustedes mismos juzguen si está bien que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza.

14 La naturaleza misma nos enseña que es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello;

15 en cambio, es una honra para la mujer dejárselo crecer; porque a ella se le ha dado el cabello largo para que le cubra la cabeza.

16 En todo caso, si alguno quiere discutir este asunto, debe saber que ni nosotros ni las iglesias de Dios conocemos otra costumbre.

Abusos

17 Al escribirles lo que sigue, no puedo felicitarlos, pues parece que sus reuniones les hacen daño en vez de hacerles bien.

18 En primer lugar, se me ha dicho que cuando la comunidad se reúne, hay divisiones entre ustedes; y en parte creo que esto es verdad.

19 ¡No cabe duda de que ustedes tienen que dividirse en partidos, para que se conozca el valor de cada uno!

20 El resultado de esas divisiones es que la cena que ustedes toman en sus reuniones ya no es realmente la Cena del Señor.

21 Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan.

22 ¿No tienen ustedes casas donde comer y beber? ¿Por qué menosprecian la iglesia de Dios y ponen en vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les voy a decir? ¿Que los felicito? ¡No en cuanto a esto!

La Cena del Señor

23 Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les transmití: Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan

24 y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí.»

25 Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mí.»

26 De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa.

Modo de celebrar la Cena del Señor

27 Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor.

28 Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa.

29 Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe.

30 Por eso, muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto.

31 Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos,

32 aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.

33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros.

34 Y si alguno tiene hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigarlos por esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré cuando vaya a verlos.

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1 Corintios 12

1 Hermanos, quiero que ustedes sepan algo respecto a los dones espirituales.

2 Ustedes saben que cuando todavía no eran creyentes se dejaban arrastrar ciegamente tras los ídolos mudos.

3 Por eso, ahora quiero que sepan que nadie puede decir: «¡Maldito sea Jesús!», si está hablando por el poder del Espíritu de Dios. Y tampoco puede decir nadie: «¡Jesús es Señor!», si no está hablando por el poder del Espíritu Santo.

Diversidad y unidad de los dones

4 Hay en la iglesia diferentes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu.

5 Hay diferentes maneras de servir, pero todas por encargo de un mismo Señor.

6 Y hay diferentes manifestaciones de poder, pero es un mismo Dios, que, con su poder, lo hace todo en todos.

7 Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos.

8 Por medio del Espíritu, a unos les concede que hablen con sabiduría; y a otros, por el mismo Espíritu, les concede que hablen con profundo conocimiento.

9 Unos reciben fe por medio del mismo Espíritu, y otros reciben el don de curar enfermos.

10 Unos reciben poder para hacer milagros, y otros tienen el don de profecía. A unos, Dios les da la capacidad de distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero, y a otros la capacidad de hablar en lenguas; y todavía a otros les da la capacidad de interpretar lo que se ha dicho en esas lenguas.

11 Pero todas estas cosas las hace con su poder el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece.

12 El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo.

13 Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.

14 Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.

15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo.

16 Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo.

17 Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo fuera oído, no podríamos oler.

18 Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en el sitio que mejor le pareció.

19 Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo.

20 Lo cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo sólo es uno.

21 El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni la cabeza puede decirles a los pies: «No los necesito.»

22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los que más se necesitan;

23 y los miembros del cuerpo que menos estimamos, son los que vestimos con más cuidado. Y los miembros que consideramos menos presentables, son los que tratamos con más modestia,

24 lo cual no es necesario hacer con los miembros más presentables. Dios arregló el cuerpo de tal manera que los miembros menos estimados reciban más honor,

25 para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada miembro del cuerpo se preocupe por los otros.

26 Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten su alegría.

27 Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con su función particular.

28 Dios ha querido que en la iglesia haya, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego personas que hacen milagros, y otras que curan enfermos, o que ayudan, o que dirigen, o que hablan en lenguas.

29 No todos son apóstoles, ni todos son profetas. No todos son maestros, ni todos hacen milagros,

30 ni todos tienen poder para curar enfermos. Tampoco todos hablan en lenguas, ni todos saben interpretarlas.

31 Ustedes deben ambicionar los mejores dones.

Supremacía del amor

Yo voy a enseñarles un camino mucho mejor.

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1 Corintios 13

1 Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido.

2 Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada.

3 Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.

4 Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso,

5 ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor;

6 es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.

7 Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.

8 El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos.

9 Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas,

10 que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto.

11 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño.

12 Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí.

13 Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.

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1 Corintios 14

Criterio de la utilidad común

1 Procuren, pues, tener amor, y al mismo tiempo aspiren a que Dios les dé dones espirituales, especialmente el de profecía.

2 Aquel que habla en lenguas extrañas, habla a Dios y no a seres humanos, pues nadie lo entiende. En su espíritu dice cosas secretas, pero nadie las entiende.

3 En cambio, el que comunica mensajes proféticos, lo hace para edificación de la comunidad, y la anima y consuela.

4 El que habla en una lengua extraña, lo hace para su propio bien; pero el que comunica mensajes proféticos, edifica a la iglesia.

5 Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas extrañas; pero preferiría que comunicaran mensajes proféticos; esto es mejor que hablar en lenguas, a menos que se interprete su significado de tal manera que sirva para edificación de la iglesia.

6 Por ejemplo, hermanos, no les servirá de nada que yo los visite y les hable en lenguas extrañas, en vez de hablarles de lo que Dios nos manifiesta, o del conocimiento de la verdad, o en vez de comunicarles algún mensaje profético o alguna enseñanza.

7 Si los instrumentos musicales, como la flauta o el arpa, no tuvieran diferente sonido, no podría distinguirse qué música produce cada uno.

8 Y si, en la guerra, la trompeta no diera sus toques con claridad, nadie se prepararía para la batalla.

9 Lo mismo sucede con ustedes: si no usan su lengua para pronunciar palabras que se puedan entender, ¿cómo va a saberse lo que están diciendo? ¡Le estarán hablando al aire!

10 Sin duda hay muchos idiomas en el mundo, y todos se valen del sonido.

11 Pero si yo no conozco el significado de los sonidos, seré un extranjero para el que me habla, y él será un extranjero para mí.

12 Por eso, ya que ustedes ambicionan poseer dones espirituales, procuren tener en abundancia aquellos que ayudan a la edificación de la iglesia.

13 Por lo tanto, el que habla en lengua extraña, pídale a Dios que le conceda el poder de interpretarla.

14 Pues si yo oro en una lengua extraña, es verdad que estoy orando con mi espíritu, pero mi entendimiento permanece estéril.

15 ¿Qué debo hacer entonces? Pues debo orar con el espíritu, pero también con el entendimiento. Debo cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento.

16 Porque si tú alabas a Dios solamente con el espíritu, y una persona común y corriente te escucha, no podrá unirse a ti en tu acción de gracias, pues no entenderá lo que dices.

17 Tu acción de gracias podrá ser muy buena, pero no será útil para el otro.

18 Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas extrañas más que todos ustedes;

19 pero en la iglesia prefiero decir cinco palabras que se entiendan, para enseñar así a otros, que decir diez mil palabras en lengua extraña.

20 Hermanos, no piensen ustedes como niños. Sean como niños para lo malo; pero sean adultos en su modo de pensar.

21 En la Escritura se dice: «Hablaré a esta nación en lenguas extrañas y por boca de extranjeros, pero ni aun así me harán caso, dice el Señor.»

22 Así que el hablar en lenguas es una señal para los que no son creyentes, no para los que tienen fe. Pero el comunicar mensajes proféticos es una señal para los que tienen fe, no para los que no son creyentes.

23 Porque cuando la iglesia se encuentra reunida, si todos están hablando en lenguas, y entra una persona común y corriente o un no creyente, creerá que ustedes se han vuelto locos.

24 En cambio, si todos comunican mensajes proféticos, y entra un no creyente o una persona común y corriente, él mismo quedará convencido y se examinará al oír lo que todos están diciendo.

25 Así quedará al descubierto lo más profundo de su corazón, y adorará de rodillas a Dios, y reconocerá que Dios está verdaderamente entre ustedes.

Necesidad de orden

26 En resumen, hermanos, cuando ustedes se reúnan, unos pueden cantar salmos, otros pueden enseñar, o comunicar lo que Dios les haya revelado, o hablar en lenguas extrañas, o interpretarlas. Pero que todo sea para edificación mutua.

27 Y cuando se hable en lenguas extrañas, que lo hagan dos personas, o tres cuando más, y por turno; además, alguien debe interpretar esas lenguas.

28 Pero si no hay nadie que pueda interpretarlas, que éstos no hablen en lenguas delante de toda la comunidad, sino en privado y para Dios.

29 Igualmente, si hay profetas, que hablen dos o tres, y que los otros examinen lo que se haya dicho.

30 Pero si Dios le revela algo a otra persona que está allí sentada, entonces el primero debe dejar de hablar.

31 De esta manera todos, cada uno en su turno correspondiente, podrán comunicar mensajes proféticos, para que todos aprendan y se animen.

32 El don de profecía debe estar bajo el control del profeta,

33 porque Dios es Dios de paz y no de confusión.

Siguiendo la práctica general de las comunidades cristianas,

34 las mujeres deben guardar silencio en las reuniones de la iglesia, porque no les está permitido hablar. Deben estar sometidas a sus esposos, como manda la ley.

35 Si quieren saber algo, pregúntenlo a sus esposos en casa; porque no está bien que una mujer hable en las reuniones de la iglesia.

36 Tengan presente que la palabra de Dios no comenzó en ustedes, ni ustedes son los únicos que la han recibido.

37 Si alguien se cree profeta, o cree estar inspirado por el Espíritu, reconocerá que esto que les estoy escribiendo es un mandato del Señor.

38 Y si no lo reconoce, el Señor tampoco lo reconoce a él.

39 Así pues, hermanos míos, aspiren al don de profecía, y no prohíban que se hable en lenguas;

40 pero háganlo todo decentemente y con orden.

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1 Corintios 15

La resurrección de Cristo

1 Ahora, hermanos, quiero que se acuerden del evangelio que les he predicado. Éste es el evangelio que ustedes aceptaron, y en el cual están firmes.

2 También por medio de este evangelio se salvarán, si se mantienen firmes en él, tal como yo se lo anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

3 En primer lugar les he enseñado la misma tradición que yo recibí, a saber, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;

4 que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, también según las Escrituras;

5 y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.

6 Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos ya han muerto.

7 Después se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles.

8 Por último se me apareció también a mí, que soy como un niño nacido anormalmente.

9 Pues yo soy el menos importante de los apóstoles, y ni siquiera merezco llamarme apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.

10 Pero soy lo que soy porque Dios fue bueno conmigo; y su bondad para conmigo no ha resultado en vano. Al contrario, he trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino Dios, que en su bondad me ha ayudado.

11 Lo que importa es que, tanto yo como ellos, esto es lo que hemos predicado, y esto es lo que ustedes han creído.

La resurrección de los demás

12 Pero si nuestro mensaje es que Cristo resucitó, ¿por qué dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan?

13 Porque si los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó;

14 y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no vale para nada, ni tampoco vale para nada la fe que ustedes tienen.

15 Si esto fuera así, nosotros resultaríamos ser testigos falsos de Dios, puesto que estaríamos afirmando en contra de Dios que él resucitó a Cristo, cuando en realidad no lo habría resucitado si fuera verdad que los muertos no resucitan.

16 Porque si los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó;

17 y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes no vale para nada: todavía siguen en sus pecados.

18 En este caso, también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo.

19 Si nuestra esperanza en Cristo solamente vale para esta vida, somos los más desdichados de todos.

20 Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha: ha sido el primero en resucitar.

21 Así como por causa de un hombre vino la muerte, también por causa de un hombre viene la resurrección de los muertos.

22 Y así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos tendrán vida.

23 Pero cada uno en el orden que le corresponda: Cristo en primer lugar; después, cuando Cristo vuelva, los que son suyos.

24 Entonces vendrá el fin, cuando Cristo derrote a todos los señoríos, autoridades y poderes, y entregue el reino al Dios y Padre.

25 Porque Cristo tiene que reinar hasta que todos sus enemigos estén puestos debajo de sus pies;

26 y el último enemigo que será derrotado es la muerte.

27 Porque Dios lo ha sometido todo bajo los pies de Cristo. Pero cuando dice que todo le ha quedado sometido, es claro que esto no incluye a Dios mismo, ya que es él quien le sometió todas las cosas.

28 Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios, que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo.

29 De otra manera, los que se bautizan por los muertos, ¿para qué lo harían? Si los muertos no resucitan, ¿para qué bautizarse por ellos?

30 ¿Y por qué estamos nosotros en peligro a todas horas?

31 Porque, hermanos, todos los días estoy en peligro de muerte. Esto es tan cierto como la satisfacción que siento por ustedes en Cristo Jesús nuestro Señor.

32 Si yo, al luchar con las fieras en Éfeso, lo hubiera hecho por razones humanas, ¿qué habría ganado con eso? Si es verdad que los muertos no resucitan, entonces, como algunos dicen: «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!»

33 No se dejen engañar. Como alguien dijo: «Los malos compañeros echan a perder las buenas costumbres.»

34 Vuelvan verdaderamente al buen juicio, y no pequen, pues algunos de ustedes no conocen a Dios. Digo esto para que se avergüencen.

Cómo resucitarán los muertos

35 Tal vez alguno preguntará: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?»

36 ¡Vaya pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir para que tome vida la planta.

37 Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa.

38 Después Dios le da la forma que él quiere, y a cada semilla le da el cuerpo que le corresponde.

39 No todos los cuerpos son iguales; uno es el cuerpo del hombre, otro el de los animales, otro el de las aves y otro el de los peces.

40 Del mismo modo, hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero una es la hermosura de los cuerpos celestes y otra la hermosura de los cuerpos terrestres.

41 El brillo del sol es diferente del brillo de la luna y del brillo de las estrellas; y aun entre las estrellas, el brillo de una es diferente del de otra.

42 Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos. Lo que se entierra es corruptible; lo que resucita es incorruptible.

43 Lo que se entierra es despreciable; lo que resucita es glorioso. Lo que se entierra es débil; lo que resucita es fuerte.

44 Lo que se entierra es un cuerpo material; lo que resucita es un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo material, también hay cuerpo espiritual.

45 Así dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; pero el último Adán se convirtió en espíritu que da vida.

46 Sin embargo, lo espiritual no es primero, sino lo material; después lo espiritual.

47 El primer hombre, hecho de tierra, era de la tierra; el segundo hombre es del cielo.

48 Los cuerpos de la tierra son como aquel hombre hecho de tierra; y los del cielo son como aquel que es del cielo.

49 Así como nos parecemos al hombre hecho de tierra, así también nos pareceremos a aquel que es del cielo.

50 Quiero decirles, hermanos, que lo puramente material no puede tener parte en el reino de Dios, y que lo corruptible no puede tener parte en lo incorruptible.

51 Pero quiero que conozcan el designio secreto de Dios: No todos moriremos, pero todos seremos transformados

52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene el último toque de trompeta. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados para no volver a morir. Y nosotros seremos transformados.

53 Pues nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad.

54 Y cuando nuestra naturaleza corruptible se haya revestido de lo incorruptible, y cuando nuestro cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: «La muerte ha sido devorada por la victoria.

55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?»

56 El aguijón de la muerte es el pecado, y el pecado ejerce su poder por la ley.

57 ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

58 Por lo tanto, mis queridos hermanos, sigan firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la obra del Señor; porque ustedes saben que no es en vano el trabajo que hacen en unión con el Señor.

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1 Corintios 16

La colecta

1 En cuanto a la colecta para los del pueblo santo, háganla según las instrucciones que di a las iglesias en la provincia de Galacia.

2 Los domingos, cada uno de ustedes debe apartar algo, según lo que haya ganado, y guardarlo para que cuando yo llegue no se tengan que hacer colectas.

3 Y cuando yo llegue, mandaré a Jerusalén a las personas que ustedes escojan, dándoles cartas para llevar la colecta hecha por ustedes.

4 Y si es conveniente que yo también vaya, ellos irán conmigo.

Planes de viaje

5 En mi viaje tengo que pasar por la región de Macedonia; y después de Macedonia llegaré a Corinto.

6 Puede ser que me quede con ustedes algún tiempo, o que tal vez pase allí todo el invierno; entonces ustedes podrán ayudarme en mi viaje a donde tenga que ir después.

7 No quiero verlos ahora solamente de paso, sino que espero estar algún tiempo con ustedes, si el Señor lo permite;

8 pero me quedaré en Éfeso hasta el día de Pentecostés,

9 porque las puertas se me han abierto de par en par para el trabajo, a pesar de que muchos están en contra mía.

10 Si llega Timoteo, procuren que se sienta a gusto entre ustedes, pues trabaja en la obra del Señor lo mismo que yo.

11 Así que ninguno de ustedes lo desprecie; sino, al contrario, ayúdenlo a seguir su viaje en paz, para que venga a verme, porque lo estoy esperando junto con los otros hermanos.

12 En cuanto al hermano Apolo, le rogué mucho que fuera con los hermanos a visitarlos a ustedes, pero por ahora no quiso ir. Lo hará cuando tenga oportunidad.

Recomendaciones

13 Manténganse despiertos y firmes en la fe. Tengan mucho valor y firmeza.

14 Y todo lo que hagan, háganlo con amor.

15 Hermanos, ustedes saben que la familia de Estéfanas fue la primera que en la región de Acaya se convirtió al evangelio, y que ellos se han dedicado a servir a los hermanos en la fe.

16 Quiero que ustedes, a su vez, se sometan a personas como ellos y a todos los que ayudan y trabajan en esta labor.

17 Me alegro de que hayan venido Estéfanas, Fortunato y Acaico, pues en ausencia de ustedes

18 ellos me han dado tranquilidad, lo mismo que a ustedes. Tengan en cuenta a personas como ellos.

Saludos y despedida

19 Las iglesias de la provincia de Asia les mandan saludos. Aquila y Prisca, y la congregación que se reúne en su casa, les mandan muchos saludos en el Señor.

20 Reciban saludos de todos los hermanos. Salúdense unos a otros con un beso santo.

21 Yo, Pablo, les escribo a ustedes este saludo de mi puño y letra.

22 Si alguien no ama al Señor, ¡que caiga sobre él la maldición de Dios! ¡Señor nuestro, ven!

23 Que el Señor Jesús derrame su gracia sobre ustedes.

24 Mi amor está siempre con ustedes en Cristo Jesús.

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Romanos 1

Saludo

1 Los saluda Pablo, siervo de Cristo Jesús llamado por él para ser apóstol y apartado para anunciar el evangelio de Dios.

2 Por medio de sus profetas, Dios ya lo había prometido en las santas Escrituras.

3-4 Es el mensaje que trata de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, quien nació, como hombre, de la descendencia de David, pero a partir de su resurrección fue constituido Hijo de Dios con plenos poderes, como espíritu santificador.

5 Por medio de Jesucristo recibí el privilegio de ser apóstol, puesto a su servicio, para que en todas las naciones haya quienes crean en él y le obedezcan.

6-7 Entre ellos están también ustedes, que viven en Roma. Dios los ama, y los ha llamado a ser de Jesucristo y a formar parte del pueblo santo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.

Acción de gracias

8 En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por cada uno de ustedes, porque en todas partes se habla de su fe.

9 Dios, a quien yo sirvo con todo mi corazón anunciando el evangelio de su Hijo, es testigo de que continuamente los recuerdo,

10 y en mis oraciones pido siempre a Dios que, si es su voluntad, me conceda que vaya por fin a visitarlos.

11 Porque deseo verlos y prestarles alguna ayuda espiritual, para que estén más firmes;

12 es decir, para que nos animemos unos a otros con esta fe que ustedes y yo tenemos.

13 Quiero que sepan, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a verlos, pero hasta ahora siempre se me han presentado obstáculos. Mi deseo es recoger alguna cosecha espiritual entre ustedes, como la he recogido entre las otras naciones.

14 Me siento en deuda con todos, sean cultos o incultos, sabios o ignorantes;

15 por eso estoy tan ansioso de anunciarles el evangelio también a ustedes que viven en Roma.

El evangelio, poder de Dios

16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son.

17 Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: «El justo por la fe vivirá.»

18 Pues Dios muestra su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta, que con su injusticia mantiene prisionera la verdad.

19 Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado;

20 pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa.

21 Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras.

22 Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos;

23 porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles.

24 Por eso, Dios los ha abandonado a los impuros deseos que hay en ellos, y han cometido unos con otros acciones vergonzosas.

25 En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén.

26 Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza;

27 de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen acciones vergonzosas, y sufren en su propio cuerpo el castigo merecido por su perversión.

28 Como no quisieron reconocer a Dios, él los ha abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben.

29 Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos.

30 Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y orgullosos; inventan maldades, desobedecen a sus padres,

31 no quieren entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no sienten compasión.

32 Saben muy bien que Dios ha decretado que quienes hacen estas cosas merecen la muerte; y, sin embargo, las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan.

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Romanos 2

Dios juzga conforme a la verdad

1 Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos.

2 Pero sabemos que Dios juzga conforme a la verdad cuando condena a los que así se portan.

3 En cuanto a ti, que juzgas a otros y haces lo mismo que ellos, no creas que vas a escapar de la condenación de Dios.

4 Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él.

5 Pero tú, como eres terco y no has querido volverte a Dios, estás amontonando castigo sobre ti mismo para el día del castigo, cuando Dios se manifestará para dictar su justa sentencia

6 y pagar a cada uno conforme a lo que haya hecho.

7 Dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno;

8 pero castigará con enojo a los rebeldes, es decir, a los que están en contra de la verdad y a favor de la maldad.

9 Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, para los judíos en primer lugar, pero también para los que no lo son.

10 En cambio, Dios dará gloria, honor y paz a todos los que hacen lo bueno, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son.

11 Porque Dios juzga imparcialmente.

La ley de Moisés

12 Todos los que pecan sin haber tenido la ley de Moisés, perecerán sin esa ley; y los que pecan a pesar de tener la ley de Moisés, por medio de esa misma ley serán juzgados.

13 Pues no son justos ante Dios los que solamente oyen la ley, sino los que la obedecen.

14 Porque cuando los que no son judíos ni tienen la ley hacen por naturaleza lo que la ley manda, ellos mismos son su propia ley,

15 pues muestran por su conducta que llevan la ley escrita en el corazón. Su propia conciencia lo comprueba, y sus propios pensamientos los acusarán o los defenderán

16 el día en que Dios juzgará los secretos de todos por medio de Cristo Jesús, conforme al evangelio que yo anuncio.

17 Tú te llamas judío, confías en la ley de Moisés, y estás orgulloso de tu Dios.

18 Conoces su voluntad, y la ley te enseña a escoger lo mejor.

19 Estás convencido de que puedes guiar a los ciegos y alumbrar a los que andan en la oscuridad;

20 de que puedes instruir a los ignorantes y orientar a los sencillos, ya que en la ley tienes la regla del conocimiento y de la verdad.

21 Pues bien, si enseñas a otros, ¿por qué no te enseñas a ti mismo? Si predicas que no se debe robar, ¿por qué robas?

22 Si dices que no se debe cometer adulterio, ¿por qué lo cometes? Si odias a los ídolos, ¿por qué robas las riquezas de sus templos?

23 Te glorías de la ley, pero deshonras a Dios porque la desobedeces.

24 Con razón dice la Escritura: «Los paganos ofenden a Dios por culpa de ustedes.»

25 Es cierto que, a quien obedece a la ley de Moisés, la circuncisión le sirve de algo; pero si no la obedece, es como si no estuviera circuncidado.

26 En cambio, si el que no está circuncidado se porta según lo que la ley ordena, se le considerará circuncidado aun cuando no lo esté.

27 El que obedece a la ley, aunque no esté circuncidado en su cuerpo, juzgará a aquel que, a pesar de tener la ley y de estar circuncidado, no la obedece.

28 Porque ser judío no es serlo solamente por fuera, y estar circuncidado no es estarlo solamente por fuera, en el cuerpo.

29 El verdadero judío lo es interiormente, y el estar circuncidado es cosa del corazón: no depende de reglas escritas, sino del Espíritu. El que es así, resulta aprobado, no por los hombres, sino por Dios.

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Romanos 3

1 Entonces, ¿qué ventajas tiene el ser judío o el estar circuncidado?

2 Muchas y por muchas razones. En primer lugar, Dios confió su mensaje a los judíos.

3 ¿Qué pasa entonces? ¿Acaso Dios dejará de ser fiel, por el hecho de que algunos de ellos hayan sido infieles?

4 ¡Claro que no! Al contrario, Dios actúa siempre conforme a la verdad, aunque todo hombre sea mentiroso; pues la Escritura dice:

«Serás tenido por justo en lo que dices,

y saldrás vencedor cuando te juzguen.»

5 Pero si nuestra maldad sirve para poner de relieve que Dios es justo, ¿qué diremos? ¿Que Dios es injusto cuando nos castiga? (Hablo según criterios humanos.)

6 ¡Claro que no! Porque si Dios fuera injusto, ¿cómo podría juzgar al mundo?

7 Pero si mi mentira sirve para que la verdad de Dios resulte todavía más gloriosa, ¿por qué se me juzga a mí como pecador?

8 En tal caso, ¿por qué no hacer lo malo para que venga lo bueno? Esto es precisamente lo que algunos, para desacreditarme, dicen que yo enseño; pero tales personas merecen la condenación.

Todos han pecado

9 ¿Qué pues? ¿Tenemos nosotros, los judíos, alguna ventaja sobre los demás? ¡Claro que no! Porque ya hemos demostrado que todos, tanto los judíos como los que no lo son, están bajo el poder del pecado,

10 pues las Escrituras dicen:

«¡No hay ni uno solo que sea justo!

11 No hay quien tenga entendimiento;

no hay quien busque a Dios.

12 Todos se han ido por mal camino;

todos por igual se han pervertido.

¡No hay quien haga lo bueno!

¡No hay ni siquiera uno!

13 Su garganta es un sepulcro abierto,

su lengua es mentirosa,

sus labios esconden veneno de víbora

14 y su boca está llena de maldición y amargura.

15 Sus pies corren ágiles a derramar sangre;

16 destrucción y miseria hay en sus caminos,

17 y no conocen el camino de la paz.

18 Jamás tienen presente que hay que temer a Dios.»

19 Sabemos que todo lo que dice el libro de la ley, lo dice a quienes están sometidos a ella, para que todos callen y el mundo entero caiga bajo el juicio de Dios;

20 porque nadie podrá decir que ha cumplido la ley y que Dios debe reconocerlo como justo, ya que la ley solamente sirve para hacernos saber que somos pecadores.

21 Pero ahora, sin la ley, Dios ha mostrado de qué manera nos hace justos, y esto lo confirman la misma ley y los profetas:

22 por medio de la fe en Jesucristo, Dios hace justos a todos los que creen. Pues no hay diferencia:

23 todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.

24 Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús.

25 Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón. Este perdón se alcanza por la fe. Así quería Dios mostrar cómo nos hace justos: perdonando los pecados que habíamos cometido antes,

26 porque él es paciente. Él quería mostrar en el tiempo presente cómo nos hace justos; pues así como él es justo, hace justos a los que creen en Jesús.

27 ¿Dónde, pues, queda el orgullo del hombre ante Dios? ¡Queda eliminado! ¿Por qué razón? No por haber cumplido la ley, sino por haber creído.

28 Así llegamos a esta conclusión: que Dios hace justo al hombre por la fe, independientemente del cumplimiento de la ley.

29 ¿Acaso Dios es solamente Dios de los judíos? ¿No lo es también de todas las naciones? ¡Claro está que lo es también de todas las naciones,

30 pues no hay más que un Dios: el Dios que hace justos a los que tienen fe, sin tomar en cuenta si están o no están circuncidados!

31 Entonces, ¿con la fe le quitamos el valor a la ley? ¡Claro que no! Más bien afirmamos el valor de la ley.

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